Un impedimento de algunos para acercarse a Dios es la dificultad que tienen para orar. Por más que lo intentan, cuando tratan de establecer comunicación con el Señor, las palabras no les fluye como quisieran, tanto, que algunos desisten y optan por oraciones tradicionales, como el Padre nuestro, que no está mal.

Sin embargo, hay oraciones más allá del Padre nuestro o del Ave María que pueden posibilitar la cercanía de Dios y, además, son fáciles de aprender, incluso de leer. También pueden ser un buen ejemplo de cómo entablar comunicación con él.

El papa Juan Pablo II realizaba una oración para pedirle a Dios sabiduría, fortaleza, piedad, valores que no sobran en este ajetreado mundo moderno y que se pueden olvidar con el correr del día tras día.

La siguiente es una oración que realizaba a diario el Papa Juan Pablo II.

“Él solía dirigir al Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, una conmovedora oración que su padre le enseñó. Descubre esta oración al Espíritu Santo, que te permitirá orar como el papa, para que se renueven en ti diariamente las bendiciones del bautismo”, reseño Hozana.org.

A continuación, la oración:

“¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.

Esta oración sirve para pedir sabiduría e iluminación. | Foto: Dimitris66

Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.

Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.

Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fé y en el camino de la salvación.

Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.

La oración corresponde a un encuentro espiritual, mediante el poder de la palabra con el todopoderoso. | Foto: Getty Images

Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.

Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.

Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén”.