Cine
“La Paz”, un diálogo catártico entre guerrilleros colombianos en medio del proceso de paz
A diferencia de otros proyectos audiovisuales sobre el proceso, este documental parece meter al espectador en una conversación íntima entre los guerrilleros durante esos días de incertidumbre.
*José Ricardo Báez González/Agencia Anadolu
Cientos de armas envueltas en papel vinipel rosado vibraban por el sonido de un enorme parlante en el que suena salsa a todo volumen. Esa es una imagen que el documentalista Tomás Pinzón Lucena, director del documental ‘La Paz’, recuerda del día del plebiscito por la paz en Colombia, en 2016. Esa imagen, lastimosamente, no quedó en la edición final del documental, pero le trae recuerdos de aquel día en que la mayoría de colombianos rechazó el Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC.
Por entonces, Tomás llevaba cinco meses viviendo en un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) durante el cese al fuego, un campamento ubicado en las montañas del Cauca colombiano donde convivió con guerrilleros del antiguo Bloque Alfonso Cano que se querían desmovilizar. La guerrilla aceptó que él junto a un camarógrafo, el francés Arnaud Prullière, y el sonidista colombiano Juan Camilo Bernal fueran testigos de este momento histórico desde la selva colombiana.
Con ese primer apretón de manos me di cuenta de que esos miedos se podían poner a un lado para abrir el corazón y sentarnos a conversar
Los recogieron en una camioneta de platón en Cali, desde donde viajaron a un lugar cerca a la vereda La Elvira del municipio de Buenos Aires, en el departamento del Cauca. Durante ese recorrido, subiendo por trochas de montaña y viendo paisajes llenos de cocales, el sonidista vomitó del miedo. Tomás también sintió miedo: “Yo miraba por la ventana y veía las imágenes de los noticieros, de la guerra que me habían presentado. En ese momento yo tenía 25 años y me estaba enfrentando a 20 años del conflicto. Esas imágenes me generaron un miedo que se apoderó de mí durante todo el trayecto”.
Al llegar al campamento, los recibió el comandante Walter Mendoza con una sonrisa gigante y vestido con el uniforme del equipo de fútbol Atlético Nacional. “Con ese primer apretón de manos me di cuenta de que esos miedos se podían poner a un lado para abrir el corazón y sentarnos a conversar”, recuerda Tomás.
Decidieron no sacar la cámara hasta que llevaran más de un mes conviviendo con los guerrilleros y existiera cierta confianza. Con partidos de fútbol y de ajedrez, poco a poco, tanto ellos como los guerrilleros fueron quitándose los prejuicios para sentarse a hablar en confianza, sin presión alguna y, de esta manera, observar y escuchar qué tenían por contar los guerrilleros.
El documental ‘La Paz’ muestra estas conversaciones íntimas logradas en 240 horas de grabación. A diferencia de otros proyectos audiovisuales sobre el proceso de paz, los realizadores decidieron usar una cámara inmersiva, es decir, sin entrevistas directas o voces en off. Por el contrario, el encuadre parece meter al espectador, casi de manera voyerista, en una conversación íntima entre los guerrilleros durante esos días de incertidumbre.
Esa apuesta, mal que bien, generó un documental que el director denomina “polifónico”. No escoge un personaje sino que le da la palabra a pequeños grupos que vienen de distintas regiones de Colombia y tenían diferentes historias sobre la guerra. “La idea era que la gente se pudiera sentar ahí en ese campamento, como si se sintiera dentro, algo que tiene mucho del cine francés”, afirma el director.
Los realizadores decidieron usar una cámara inmersiva, es decir, sin entrevistas directas o voces en off. Por el contrario, el encuadre parece meter al espectador, casi de manera voyerista, en una conversación íntima entre los guerrilleros
Tomás estudió en el Conservatorio Francés del Cine, en París, y ha sido influenciado por la manera de hacer documentales del país europeo. De hecho, ‘La Paz’ tiene ciertos guiños pictóricos franceses. Por ejemplo, una imagen de tres guerrilleros tirados en el pasto comiendo tranquilamente está inspirada en el cuadro impresionista ‘El desayuno sobre la hierba’ (Le déjeuner sur l’herbe), de Edouarde Manet. Gracias a Francia también se financió el documental, lo que les permitió una libertad en la narrativa y en la edición.
En particular, y de acuerdo con el camarógrafo Arnaud Prullière, el documental hace una «justicia estética» sobre la realidad del conflicto colombiano. Muestra una imagen distinta de la guerrilla de la que hemos visto siempre, tanto en los noticieros como en videos de propaganda del grupo armado. Esto se logra desde lo que el director denominó «diálogos de catarsis». “Nosotros poníamos la cámara, hacíamos el encuadre y estimulábamos unos debates y unas conversaciones entre ellos, sin meternos mucho”, señala Tomás.
Para el director, Colombia es un país que no se acuerda de su historia, que no la sabe analizar, como lo hace el documental, ni se sienta a observar desde un punto de vista distante para pensar y reflexionar sobre el presente. “Un país sin historia es un país que no puede avanzar ni pensarse y eso le hace mucho daño a la democracia”, señala.
El día en que ganó el voto por el ‘No’ en el plebiscito, toda esa confianza construida se perdió en cuestión de minutos por la incertidumbre que generó el resultado en las urnas. “Ellos dejaron de usar el alias y nos dieron sus nombres reales. [...] Luego del plebiscito, a todos les entró la zozobra frente a lo que podría pasar: no sabían si iba a llegar un avión a bombardearlos. Volvió esa rigidez marxista-leninista militar de la organización guerrillera y el alias se volvió a usar”, recuerda Tomás. “Entendimos que debíamos salir y que esa ventana de esperanza y confianza que se había abierto se estaba cerrando”.
El día en que ganó el voto por el ‘No’ en el plebiscito, toda esa confianza construida se perdió en cuestión de minutos por la incertidumbre que generó el resultado en las urnas
Al final del documental, la guerrilla celebra un cumpleaños en medio de un fuerte vendaval que parecía traer presagios sobre el futuro del Acuerdo de Paz. Luego aparece una frase de Friedrich Nietzsche de su obra ‘Así habló Zaratustra’: “Deben amar la paz como medio para nuevas guerras”. Tomás explica que quería hacer un llamado de atención al espectador, decirle: “¡Cuidado! Que lo que vio no es un campamento de verano, lo que usted acaba de ver es la guerra. Y esta paz merece ser cuidada haciendo la guerra, pero una guerra política y social: una guerra sin armas”.
El Acuerdo de Paz sigue vigente pese a que el actual Gobierno se ha opuesto a la justicia transicional y a otros compromisos pactados entre la guerrilla y el Estado: “Yo creo que no todo es culpa del Gobierno. A pesar de ser de la oposición, ha hecho algunas cosas. Es cierto que usa un lenguaje beligerante y que ha intentado cambiar el lenguaje del conflicto, también es cierto que han disminuido el presupuesto para la paz, pero no todo es culpa del Gobierno. Creo que el partido FARC también se ha equivocado, pues entraron a la política con mucha soberbia y también quieren cambiar el lenguaje de la guerra”, asegura Tomás. “Es de lado y lado, eso genera resistencia, polarización y violencia”.
Yo hasta donde pude intenté convencerlo y darle mi punto de vista para que no abandonara el proceso, pero no lo logré. Es una tristeza que me queda y con la que convivo todos los días
Uno de los guerrilleros que aparece en el documental es alias “Costeño”, quien hasta hace 6 meses se comunicaba con Tomás. “Me decía que se sentía muy solo y eso lo tenía muy pensativo y dubitativo sobre si debería o no irse a las disidencias de las FARC”, los miembros del grupo que no se acogieron a los acuerdos de paz y decidieron volver a las armas. “Yo hasta donde pude intenté convencerlo y darle mi punto de vista para que no abandonara el proceso, pero no lo logré. Es una tristeza que me queda y con la que convivo todos los días”.
El documental ‘La Paz’ se estrenará en la plataforma digital Mowies (https://lapaz.mowies.com) a partir del 22 de octubre, a un precio asequible. En su proyección en el circuito internacional recibió el Premio del Público a Mejor Documental en el Festival de Cine de Cartagena y el Premio del Jurado en el Festival de Lima, Perú y en el Festival de Cine Colombiano de París, llamado también «El perro que ladra».