UCRANIA
La polémica reacción de Icomos a la invasión rusa y destrucción del patrimonio en Ucrania
El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios no cita la palabra guerra, ni invasión, ni siquiera al Ejército ruso; tampoco a su mandatario ni al país agresor.
“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”.
UNESCO, 1945.
Con esas palabras comienza el preámbulo de la Constitución de la Unesco, que nació como hija de la guerra, al calor de las pavesas de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en un mundo occidental devastado, marcado por la violencia racista y antisemita.
Las siglas de la Unesco significan Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Así, es la rama internacional de la ONU relacionada con esas materias y, por extensión, con el patrimonio histórico cultural. Desde su creación, la Unesco rechaza la violencia y fomenta el entendimiento.
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Proteger el patrimonio histórico cultural
Meses antes había nacido la ONU. Algunos de sus principios consistían en defender la paz, preservar del flagelo de la guerra a las generaciones venideras y defender los derechos humanos para promover el progreso social, la libertad y la tolerancia. En ese sentido, en 1948 proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Rota la paz ante cualquier guerra, los manifiestos internacionales coinciden en defender que lo más valioso que se ha de proteger son las vidas y los derechos humanos, por encima de todo, lo cual está fuera de cualquier duda.
Pero después, hay otros elementos derivados de la actividad vital humana que merecen atención; por ejemplo, el patrimonio histórico cultural. Para ocuparse de él y sus especialidades, dentro de la Unesco hay diversos organismos internacionales expertos en patrimonio. Es el caso de Icom, para los museos, o Icomos, para los monumentos y sitios.
De la condena internacional a la declaración de Icomos
El 24 de febrero de 2022, el presidente ruso Vladimir Putin ordenó a su Ejército invadir el país vecino, Ucrania, inaugurando así una guerra contra la que el ocupado empezó a defenderse en legítima defensa. Es obvio remarcar que si Putin no hubiese comenzado el conflicto armado, Ucrania no tendría que luchar. Por ello, es injusto poner en pie de igualdad a ambas potencias en las responsabilidades belicosas.
De ahí se comprende, por ejemplo, la postura a favor de Ucrania (condenando al invasor ruso como responsable de la guerra) que han adoptado entidades internacionales como la Unesco o la ONU.
Desde el inicio de la guerra, el Icom (Consejo Internacional de Museos) condenó firmemente la actitud del país ocupante en su Declaración sobre la invasión rusa de Ucrania. Tras ese descriptivo título, afirma que la fuerza militar rusa ha invadido el país vecino, por lo que “condena enérgicamente esta violación de la integridad territorial y la soberanía de Ucrania”. Después, muestra su grave preocupación por los riesgos que corren los profesionales de los museos, y por las amenazas que acechan al patrimonio cultural.
La declaración de Icomos
Otra de las entidades más importantes del mundo dedicadas al patrimonio es Icomos, cuyas siglas responden al Consejo Internacional de Monumentos y Sitios. El mismo día que comenzó la guerra, dicha entidad publicó su Declaración de Icomos sobre Ucrania.
Sin embargo, al leer tal declaración, se comprueba que Icomos no cita la palabra guerra, ni invasión, ni siquiera al Ejército ruso; tampoco a su mandatario ni al país agresor. De hecho, “recuerda a las partes involucradas la extrema fragilidad del patrimonio” incluso “cuando los daños no son intencionados”, como si los misiles rusos cayesen por descuido en los monumentos ucranianos.
La carta, en vez de pedir a Rusia que cese su invasión o deje de bombardear, recuerda a las dos partes involucradas –incluida Ucrania– el “deber absoluto de hacer todo lo que esté a su alcance para preservar todo el patrimonio del daño”, olvidando así a tantísimas personas ucranianas que han hecho unos esfuerzos desesperados por protegerlo.
La carta de Icomos parece escrita para ser publicada actualmente en Rusia, donde precisamente la censura sólo permitiría hablar en esos términos. Allí, desde el inicio de la contienda, está prohibido citar vocablos como guerra o invasión porque el régimen controla qué se dice sobre el ataque. Además, se pena hasta con quince años de cárcel difundir lo que Putin considera “noticias falsas”.
Dadas tales directrices desde el Kremlin, si la carta hubiese estado firmada por Icomos-Rusia, se entendería la ausencia de las palabras clave citadas. Pero lo firma Icomos, en representación internacional, sin censura teórica.
Sorprende que no haya quejas masivas ante tan moderada declaración de Icomos. Ni siquiera Icomos-Ucrania parece haberlo advertido, aunque, por un lado, publicó un mapa de crímenes rusos contra el patrimonio cultural ucraniano, y, por otro, el 6 de marzo solicitó que se suspendiese como miembro de Icomos al comité nacional de Rusia, alegando que “el silencio de los miembros rusos ante la completa destrucción y pérdida de vidas duplica nuestra indignación”.
Tiempo después
Han pasado casi dos meses desde la invasión rusa y se han conocido los atropellos perpetrados por sus militares contra la sociedad civil ucraniana y su país. Parece un plazo de espera más que razonable para manifestar que Icomos debería reescribir su declaración sobre Ucrania, señalar explícitamente al presidente Putin como instigador del conflicto bélico, y nombrar a la invasión militar rusa como culpable directa de los daños sobre el patrimonio ucraniano.
Cuando contacté con Icomos-España para compartir estas ideas, alguien de la organización me respondió –a título personal, pero dándome permiso para compartir el dato– que actualmente el contenido de aquel comunicado está siendo objeto de debate internacional. Esperemos que los expertos logren resolver la controversia pronto. Esperemos también que la entidad muestre una posición coherente con los principios internacionales, como han hecho la ONU, la Unesco o el Icom llamando a las cosas por su nombre, y que condene claramente tanto la invasión militar rusa de Ucrania como al responsable de la destrucción de su patrimonio histórico cultural.
Por: Leonor Zozaya-Montes
Profesora de Historia, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Una versión de este artículo fue publicada originalmente en el blog Patrimonio Cultural.
Artículo publicado en The Conversation
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