SALUD

‘La segunda mitad. Los 50+’: el libro del médico Diego Bernardini que habla de la vida después de cumplir medio siglo

El prestigioso galeno argentino explica con cifras sorprendentes lo que significa para la humanidad el envejecimiento de la población. Lea un capítulo de su obra.

7 de diciembre de 2024
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El médico escribió La segunda mitad, sobre lo que se vive después de los 50 años. | Foto: Fotomontaje SEMANA

“Vivimos un proceso de envejecimiento que es global, no solo envejecen las personas, sino que también los países en su conjunto. En América Latina, los mayores de 60 años hoy son el 11 % del total de la población y serán el 25 % en un plazo de aproximadamente treinta y cinco años más, algo así como la mitad de tiempo de lo que tardó Europa en recorrer ese camino. A nivel mundial, en la actualidad, las personas mayores de 60 años representan cerca del 12 % de la población y la región más envejecida es Europa, con el 24 % de la población.

Desde el punto de vista poblacional, el mundo está envejeciendo y vive este proceso de transición demográfica, originado fundamentalmente por la caída en las tasas de fertilidad más que por el aumento de la expectativa de vida. Esta última creció producto del avance y el desarrollo en materia de salud y saneamiento. Con esto se pueden identificar dos fenómenos: en primer lugar, el aumento de la población de personas mayores y, en segundo lugar, el aumento de los más mayores dentro de los mayores, aquellas personas de más de 85 años. Por si fuera poco, las bajas tasas de fertilidad se traducen en una fracción de la población económicamente activa menor, mientras el número de personas mayores continuará creciendo. La Argentina es un país en el que –según las Naciones Unidas en 2015– las personas mayores de 60 años constituyen el 15 % de la población, algo así como 6,3 millones de personas. Estas cifras ubican a nuestro país en una etapa avanzada de la transición demográfica, característica que comparte con Uruguay, Cuba y Costa Rica.

Cuando comencé a estudiar el fenómeno de la longevidad, hace más de veinte años, era muy frecuente escuchar a los expertos de ese momento hablar de “ventana de oportunidades” o los beneficios del “bono demográfico”. Esto tenía que ver con mirar a futuro el tiempo que nuestros países tenían para prepararse para el cambio demográfico. Pero todos sabemos que los bonos se consumen y las ventanas en algún momento se cierran. Según las Naciones Unidas, un país está demográficamente envejecido cuando tiene más de un 7 % de su población con más de 60 años. Duplicar ese porcentaje, o sea, pasar del 7 % al 14 % de su población mayor de esa edad, le tomó a Francia ciento quince años; a Suecia ochenta y cinco años y a países como Japón o Estados Unidos les tomará veintiséis y sesenta y nueve años respectivamente. Aquí una reflexión. Hoy los países de Europa mencionados tienen un sistema consolidado de bienestar social, que muchas veces sirven como referencia. Son países que han logrado envejecer mientras solidificaban sus instituciones sociales y, en la actualidad, disponen de esquemas de protección social afianzados. Estados Unidos, la principal potencia del mundo, es un país que comenzó con su gran cambio demográfico de la mano del retiro de los baby boomers, y Japón es el país con mayor grado de envejecimiento demográfico y mayor expectativa de vida en el mundo. Son dos países que deben ser tenidos en cuenta cada vez que se hable de estos temas. Al contrario, en nuestra región, el cambio se dará en mucho menos tiempo, en un marco de institucionalidad mucho más débil y con altos índices de desigualdad. Sirvan como ejemplo México, al que este cambio le llevará solo veintidós años, a Brasil o Costa Rica, dieciocho años, o Chile, veintisiete. Claramente esto augura un futuro mucho más desafiante para la región.

En estos países ya no es novedad: el futuro llegó. La transición demográfica está siendo mucho más rápida y en condiciones de mayor vulnerabilidad institucional que otras regiones. Por ello, hoy podemos decir que la mirada que nos daban los expertos hace más de veinte años era parcial. No pudieron predecir cómo las personas mayores han ganado protagonismo y deciden vivir el día a día.

Decir que el futuro llegó impone, cuanto menos, una mirada más profunda que deje de lado el aspecto cuantitativo y nos permita echar luz al significado de este fenómeno global. En un entorno con ciertas buenas condiciones de vida, se estima que tres de cada cuatro personas de 60 años llegarán a sus 80; dos de cada tres, a los 85, y uno de cada dos a los 90. Hoy en día, una persona que cumple 50 años tiene el 50 % de probabilidades de llegar a los 95. A nivel mundial, se ganaron más de treinta años de expectativa de vida en las últimas décadas. Cada día nos anoticiamos de alguien de más de 80 años que mejoró un récord atlético o que es la nueva estrella de la moda, como el caso de Robert De Niro, que a los 74 años fue la imagen de la firma Ermenegildo Zegna, o el de la actriz francesa Catherine Deneuve, que pasados los 60 años lo hizo para L’Oréal, o el de Isabella Rossellini, de Lancôme. La longevidad ya no es invisible y por si no le quedó claro, se lo repito: ¡El futuro está aquí! Asistimos a un nuevo paradigma de vida que está modificando conductas, actitudes, formas de relaciones sociales y mucho más. La nueva longevidad es un fenómeno real y de consecuencias reales.

Nuevas etapas traen consigo profundos cambios sociales e institucionales; cambios que nuestras sociedades y gobiernos suelen demorar en reconocer y asimilar. De hecho, nuestras instituciones aún se manejan según modelos demasiado rígidos, muchos de ellos de hace más de cien años, algo anticuados para las formas de vida de este siglo XXI. Sin ir más lejos, cuando se implantaron muchos de los esquemas de protección social en el mundo, que todavía hoy siguen vigentes, como el modelo de jubilación en el Imperio alemán a finales del siglo XIX, apenas el 1 % de la población germana llegaba a la edad de la jubilación. Desde ese momento, la expectativa de vida aumentó más de treinta años. Un tercio de nuestra existencia se vive en lo que se conoce como “jubilación” o “retiro”. El “tercer acto de la vida” como lo llamó Jane Fonda en una celebrada conferencia. La historia nos mostró cómo se le dio importancia a la niñez y más tarde en la década de 1940, tiempos de posguerra, a la adolescencia, lo que creó nuevas etapas y fenómenos sociales en el curso de vida. Hoy aparece la nueva longevidad. Una etapa novedosa y fenómeno que, como la niñez y la adolescencia anteriormente, será una construcción social que condicionará nuevas necesidades, nuevas capacidades, nuevos mercados y nuevos desafíos. Las consecuencias de esta longevidad como nuevo paradigma se sustentan, como dijimos, en hechos reales que provocan o provocarán cambios reales.

Como ya vimos, el primero es que el número de personas mayores en el mundo está en aumento. En 1950, la edad media de la población de Estados Unidos era de 30 años. Hoy es de 41. En Japón, el país con mayor grado de envejecimiento del mundo, era de 22 años. Hoy es de 46 y se espera que sea de 53 en 2050. Solo en China hay más personas mayores de 60 años que toda la población de Rusia, hablamos de más de 140 millones de adultos mayores chinos. En muchas partes de Europa, hay más sillas de ruedas que carritos de bebes, y en Japón, desde 2011, se venden más pañales para adultos que para niños. Cifras que más que curiosidad deberían ponernos en perspectiva respecto de los cambios que está viviendo el mundo y sus sociedades. ¿Sabe cuál es el grupo poblacional que más crecerá en las próximas dos décadas en un país como Argentina? ¡Los mayores de 90 años!

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"En muchas partes de Europa, hay más sillas de ruedas que carritos de bebés, y en Japón, desde 2011, se venden más pañales para adultos que para niños". | Foto: Getty Images

No solo hay más personas mayores, sino que la vida se extendió y hoy vivimos más años y de manera mucho más saludable, como nunca se había vivido en la historia de la humanidad. Tomemos como ejemplo México, un país muy representativo de América Latina. Allí, hace cincuenta años atrás, la expectativa de vida llegaba a 57 años, mientras que hoy se extendió a los 77. Estos veinte años representan cuatro años ganados por cada una de las últimas cinco décadas. ¡Un cambio brutal en términos demográficos! De modo que, en esta nueva longevidad, no solo se vive más, sino que muchas veces se vive mejor.

El cambio no solo se da en términos cuantitativos, sino que también es cualitativo. Nuevos roles definen esta nueva longevidad y ayudan a comprender la envergadura de su influencia. Este hecho se observa en los mayores que votan, consumen, producen y brindan servicios. Lo vimos en el llamado Brexit del Reino Unido y en la última elección en Estados Unidos, en las que se hicieron sentir y con fuerza, ya que sus votos condicionaron de manera determinante los resultados. Los mayores toman partido y ejercen su derecho. Pensemos que solo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son un grupo que representan más de medio millón de votos. En Estados Unidos, controlan más del 50 % de la economía doméstica, y en Irlanda, el 50 % de los juguetes son comprados no por los padres sino por los abuelos. En Argentina, según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2012 del Ministerio de Desarrollo Social, el 15 % de los mayores de 65 años realizan tareas voluntarias y más del 20 % dice efectuar viajes turísticos y recreativos con otras personas. Además, uno de cada cuatro cuida a algún niño o familiar cercano sin percibir remuneración. En el Reino Unido, que cuenta con aproximadamente 12 millones de personas mayores de 65 años y más de 15 millones con más de 60, el 58 % de ellos participa en tareas voluntarias. Las tasas de trabajo voluntario de las personas comprendidas entre los 55 y los 64 años son del 33 % en Australia, el 40 % en Canadá y el 41 % en Estados Unidos.

Los abuelos cumplen un rol importante en la vida de los nietos.
Además, uno de cada cuatro adultos mayores cuida a algún niño o familiar cercano sin percibir remuneración. | Foto: Getty Images

Es un hecho que a esta nueva longevidad se la vive también con una nueva intensidad. No hace falta ser un Rolling Stone, pero la imagen de Mick Jagger y su banda es lo suficientemente fuerte como para entender cómo están ayudando a redefinir un envejecimiento que no los tiene como únicos protagonistas. A diario conocemos personas que deciden enamorarse o separarse de quienes fueron sus compañeros o compañeras de vida. Asimismo están aquellos que deciden viajar por el mundo y los que quieren emprender nuevos horizontes personales. Hoy las personas mayores son una generación más educada y eso les permite informarse, conocer, modificar hábitos de vida y, por sobre todo, desafiar los cánones establecidos. La jubilación o el retiro han dejado de ser una etapa rígida e impuesta de supuesta “recreación” para convertirse en otra de “re-creación”, en la que los valores intangibles cobran fuerza como nunca antes. Cada vez son más las personas que se retiran o jubilan de lo que no les gusta para comenzar con nuevos desafíos. Hablar de mayor expectativa de vida nos habla de pensar cómo se puede vivir esa nueva vida y los roles que la nueva longevidad nos permitirá desarrollar, así como al mismo tiempo nos muestra que hay tantas vejeces como personas. Pretender buscar dos adultos mayores similares resultaría infructuoso. ¿Por qué, si cuando somos bebés somos todos tan similares? Fíjese el lector: seguramente usted debe haber visto tres bebés llorando. Uno podría estar haciéndolo porque siente frío, otro porque no ha comido y otro porque tiene sus pañales húmedos. Tres respuestas similares para tres estímulos diferentes. Sin embargo, no podemos encontrar dos personas mayores iguales y, por si fuera poco, mucho menos que respondan de la misma manera. ¿Qué ha ocurrido en medio de esos bebés y el adulto mayor en que se transformaron hoy? Transcurrió el curso de la vida.

Las actuales generaciones de mayores son las primeras que están viviendo más tiempo del que pensó que viviría, del que vivieron muy probablemente las generaciones que los precedieron. Por ende, son una generación que no supo o no pudo planificar esta nueva etapa. En cambio, las próximas generaciones lo harán. Intentaremos hacerlo ya sabiendo y viendo lo que significa esta nueva longevidad. Sin dudas una gran ventaja, pero que puede ser una buena noticia o no.

Estudios científicos han confirmado que los videojuegos pueden ralentizar el deterioro cognitivo en adultos mayores.
"Las actuales generaciones de mayores son las primeras que están viviendo más tiempo del que pensó que viviría, del que vivieron muy probablemente las generaciones que los precedieron". | Foto: Getty Images

Nuestra existencia y experiencia de vida están moldeadas por un curso de vida propio y único, determinado por las condiciones que nos rodean en nuestro hogar y nuestra comunidad desde que nacemos. Condiciones que nos acompañarán en nuestro crecimiento y desarrollo, con sus oportunidades o desventajas y que hacen que cada persona mayor sea única. La variedad de “adulteces” y “vejeces” es rasgo e identidad de esta nueva etapa de vida. Una nueva vida y una nueva longevidad que son parte de nuestro destino.

La nueva longevidad y cinco dimensiones que la definen

1. Más personas mayores: el número de personas en el mundo desde 1970 se ha duplicado y crecerá aún más; hoy en día somos casi 7.000 millones de personas en el mundo y se esperan que seamos cerca de 10.000 para el año 2050. En la actualidad, hay aproximadamente 868 millones de personas mayores que llegarán a 2.000 en 2050, algo así como el 21 % de la población mundial; la mayoría de ellos vivirán en países en vías de desarrollo.

2. Mayor independencia: la salud en las personas no es algo que esté librado al azar. Solo una pequeña parte de esta está condicionada por la herencia genética. Los estilos de vida, las interacciones con el entorno, así como nuestras propias características de origen ético, identidad sexual, ocupación, nivel educativo son parte de esos moduladores que moldean nuestras vidas y en ello nuestra independencia, nuestra autonomía.

3. Nuevos roles: la gobernabilidad es uno de los aspectos donde comienza a acumularse cada vez más evidencia y se muestra cómo las personas mayores definen escenarios electorales con la fuerza de su voto.

4. Nuevas intensidades: pensar el envejecimiento desde lo biológico o cronológico es una visión limitada y alejada de la realidad. Personas de más de 80 años tienen capacidades mentales en muchos casos equivalentes al de personas de 20, cuestiones que serán tratadas en mayor detalle en el sexto capítulo.

5. Variedad y diversidad: datos empíricos muestran que la pérdida de capacidad en general asociada con el envejecimiento solo se relaciona vagamente con la edad cronológica de las personas. No existe una persona mayor “típica” y esto es por cómo influyen los determinantes sociales de la salud y el curso de vida, aspectos que tratamos en este y en el siguiente capítulo”.

Este es un capítulo del libro de Diego Bernardini, La segunda mitad. Los 50+, vivir la nueva longevidad. Cable a Tierra Agencia Editorial y Ediciones de la U.

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