MÚSICA

La selección Schubert

De los ‘compositores vieneses’ –Mozart, Haydn, Beethoven, Brahms, Mahler–, Franz Schubert fue el único nacido en Viena y el que tuvo menos reconocimiento allí.

Emilio Sanmiguel
11 de junio de 2016
En 69 compactos esta colección recoge casi la totalidad de la obra de uno de los grandes genios de la música.

Murió de 32 años, el 19 de noviembre de 1828; su funeral fue discreto, contrario al de Beethoven un año antes. Como animado por un presentimiento, su amigo Grillparzer escribió en su lápida: “La música enterró aquí un rico tesoro y esperanzas todavía más bellas”.

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Porque no formaba parte del mundillo musical vienés. Ni siquiera hay evidencia de que haya conocido a Beethoven y apenas hubo un concierto público con su música. Su círculo era de índole literaria, eso le garantizó el pasaporte a la posteridad como el más grande compositor del género. Sus amigos le admiraban como compositor de canciones y no tomaban muy en serio sus incursiones en la música de cámara, religiosa, orquestal o de piano, donde Beethoven era el coloso.

No pensaba así su hermano Ferdinand, que preservó su obra y se la reveló luego a Robert Schumann, que hizo que Mendelssohn estrenara en Leipzig, en 1839, la Sinfonía n.º 9 en do mayor, La Grande. Así se inició el reconocimiento de su música, tan largo que sus sonatas para piano apenas fueron verdaderamente apreciadas a partir de mediados del siglo XX.

Schubert fue el compositor necesario y suficientemente grande como para permitir que la música evolucionara después de Beethoven.

Su legado es monumental, cubre todos los campos con más de 1.000 composiciones, algunas absolutas obras maestras, como sus últimas sinfonías, sonatas para piano, cuartetos, el Quinteto con 2 chelos, el de La trucha, sus tríos, y claro, los lieder que evidencian su legendaria inspiración –se dice que si “la importancia de un músico se midiera por su facilidad melódica, Schubert sería el más grande”–, pero sobre todo por su radical individualismo, porque su obra revela su inestable personalidad bipolar que puede pasar en segundos del más profundo lirismo a pasajes de violencia diabólica, profunda melancolía o furia volcánica que combina con fragmentos de la música popular con absoluta genialidad.

Esta colección de Brilliant contiene lo mejor de Schubert con interpretaciones paradigmáticas y algunas históricas. En 69 compactos recoge sus sinfonías, cuartetos de cuerdas, sonatas para piano, piano a cuatro manos, misas, algunas óperas, los tríos, momentos musicales, impromptus, valses nobles y sentimentales, quintetos, y una selección de más de 260 lieder.

Imposible el recuento de todos los intérpretes, van algunos de los más destacados: la Staatkapelle de Dresde dirigida por Herbert Blomstedt en las sinfonías y el Bell’Arte String Trio, Octeto Filarmónico de Berlín, Cuarteto Brandis y Klaviertrio Ámsterdam en música de cámara. En la nómina de pianistas, Alfred Brendel, Alberto Miodini, Michael Endres, Bart van Oot ry y Pieter van Winkel. En el capítulo de misas y música religiosa, la Sinfónica de Viena, el Vienna Kammerchor, la Kammmerphilharmonie Bremen, Sinfónica de la Radio de Berlín y Staatskapelle de Berlín.

En el poco conocido campo de sus óperas, solistas como Hermann Prey, Edith Mathis, Theo Adam e Ileana Cotrubas.

En la atinadísima selección de lieder voces como Gundula Janowitz, Robert Hall, Arleen Augér, Elly Ameling, Sigfiried Lorenz y, cómo no, el más grande de todos: Dietrich Fischer-Dieskau.

El ‘seleccionador’ no se equivocó. Es un justo homenaje y, como ocurre siempre con Brilliant, precios de ganga: 4.781 pesos por compacto.