Cultura
La vida es bella: el conmovedor homenaje de Venecia a Roberto Benigni
El célebre cineasta italiano Roberto Benigni recibirá en Venecia el León de Oro a la Trayectoria en la 78ª edición de la Muestra del Cine.
“No es hacer reír a la gente. El secreto de mezclar el llanto y la risa al tiempo eso sí es maravilloso. Pero no reírse de la tragedia, eso no fue lo que yo hice porque hacer una comedia del holocausto es imposible. Lo que traté de hacer en esta película fue intentar contar una bella historia sin traicionar mi naturaleza de comediante porque lo primero que hay en esta cinta es una historia acerca de un padre magnífico que protege la inocencia de su hijo”, dijo Roberto Benigni en una entrevista para SEMANA en 1999.
El éxito de la entrañable película La vida es bella (1997) era inigualable y el mundo se rendía a los pies del talento del maravilloso director italiano. Este jueves, en Venecia, la 78ª edición de la Muestra del Cine rinde un homenaje a su trayectoria.
“Desde sus inicios, que tuvieron lugar en nombre de una ola innovadora e irrespetuosa de normas y tradiciones, Roberto Benigni se ha consolidado en el panorama del entretenimiento italiano como una figura de referencia, sin precedentes e inigualable”, escribió Alberto Barbera, director del Festival de Cine de Venecia.
El director, actor y guionista italiano, de 68 años, alcanzó fama mundial con su ultrapremiado filme La vida es bella (1997), sobre un judío italiano, dueño de una librería, que debe emplear su fértil imaginación para proteger a su pequeño hijo de los horrores de un campo de concentración nazi.
La película, vencedora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes en 1998, en 1999 recibió siete nominaciones y obtuvo los Oscar a la mejor película extranjera y al mejor actor.
“Mi corazón está lleno de alegría y gratitud. Es un inmenso honor recibir un reconocimiento tan alto por mi trabajo en el Festival Internacional de Cine de Venecia”, comentó Benigni al recibir la noticia.
“Con admirable eclecticismo, sin renunciar nunca a ser él mismo, pasó de asumir el papel del actor cómico más extraordinario de la rica galería de intérpretes italianos, a los de un director memorable capaz de hacer películas de enorme impacto popular, para en definitiva convertirse en el intérprete y divulgador más apreciado de la ‘Divina Comedia’ de Dante”, resumió Barbera.
Numerosos reconocimientos internacionales
Autor de numerosos filmes, entre ellos “Johnny Stecchino” (1991), “La tigre e la neve” (2005), recientemente fue premiado como mejor actor de reparto, en el papel de Geppetto, por Pinocho (2019) del director italiano Matteo Garrone. En 2008 recibió el César de Honor en París y en 2020 recibió el “Prix Lumière” a la trayectoria, entre los numerosos reconocimientos internacionales obtenidos.
Conocido por el cine estadounidense tras protagonizar filmes de autores como Jim Jarmusch y Woody Allen, es uno de pocos artistas italianos que “ha sabido fusionar su explosiva comedia, a menudo acompañada de una sátira irreverente, con admirables dotes de intérprete, al servicio de grandes directores como Federico Fellini, Matteo Garrone y Jim Jarmusch, así como un exégeta literario contundente y refinado”, reconoce Barbera.
Nacido en Misericordia (Castiglion Fiorentino, Arezzo) en Toscana, el 27 de octubre de 1952, comenzó su carrera artística a principios de la década de 1970 y pronto se convirtió en uno de los actores, directores y guionistas italianos más populares. Benigni logró sus primeros éxitos en el teatro de vanguardia y más tarde en programas de televisión para pasar sucesivamente al cine. Desde 1987 trabaja junto a la actriz Nicoletta Braschi, su esposa.
El éxito de La vida es bella
La película causó sensación en su momento en el medio artístico del séptimo arte y se inmortalizó. Según la reseña que hizo SEMANA en su momento, el filme fue la manera con la que Benigni ha rescatado los valores más sobresalientes del que es considerado el mejor humorista cinematográfico de todos los tiempos: Charles Chaplin.
Escrita, dirigida y protagonizada por Benigni, la película narra la historia de Guido, un inocente y simpático italiano que, luego de conquistar a la mujer de sus sueños por medio de ingeniosos malabares, debe inventarse cualquier cantidad de truculencias para salvarle la vida a su pequeño hijo en un campo de concentración nazi durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial.
La táctica es sencilla pero arriesgada: hacer del horror del campo un juego en medio del cual los participantes van acumulando puntos en aras de obtener el premio mayor: un tanque de guerra.
Al igual que Chaplin con Charlot, Benigni dota a Guido de múltiples destrezas para eludir a sus enemigos, para convertir la adversidad en virtud y para siempre salir ganancioso de las calamidades.
Todo esto por medio de un humor fresco y simple que, de manera análoga a la de Chaplin, termina por imponerse por encima de las circunstancias más crueles. Por supuesto, el propio Benigni reconoce que la dosis de realidad es ínfima en relación con el verdadero infierno de un campo de concentración. Pero la película está claramente inscrita en el terreno de la fábula y en este sentido no cabe duda de que el resultado fue grandioso.
*Con información de AFP