Hace unos días Estado Islámico decidió quemar miles de manuscritos de la biblioteca de Mosul para combatir la herejía y acabar con el conocimiento. Las grandes y pesadas estatuas del museo de esa ciudad también son destruidas porque son difíciles de transportar y, por ende, de vender en el

HISTORIA

Las consecuencias del museo destruido por EI

El museo Ishtar, arruinado por Estado Islámico, encendió las alarmas sobre el patrimonio cultural del mundo que se está perdiendo por la guerra.

14 de marzo de 2015

A mediados del año pasado las tropas del Estado Islámico llegaron a Mosul –la segunda urbe más importante de Irak– y montaron campamento entre las ruinas de Hatra, una majestuosa ciudad árabe declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. A pocos kilómetros está la zona arqueológica de Nimrud, otra maravilla asiria conocida a nivel mundial por la belleza de los animales alados que cuidan su entrada.

Al conquistar el norte de Irak, Estado Islámico se hacía dueño de una de las zonas de mayor riqueza arqueológica del Medio Oriente. El director de los museos de Irak, Qais Hussain Rashid, le contó a CNN que desde entonces perdió el sueño.

Y hace una semana sus pesadillas se hicieron realidad. Estado Islámico publicó un video en el que un grupo de sus combatientes destruye a martillazos varias estatuas asirias del Museo de Mosul, y los imponentes toros alados de Hatra. Con mirada siempre desafiante uno de estos hombres explica a la cámara que Alá los envió a destruir el arte de los infieles. A pesar de que sabe que las piezas cuestan millones –afirma-, ante la petición de Dios pierden todo su valor. “Para ellos –explica Miguel Ángel Bastenier periodista de El País y especialista en el Medio Oriente– toda manifestación artística que no sea islámica es una herejía”. Para Estado Islámico el mundo comienza y termina con el islam. Como los asirios –cuyo imperio estuvo en pie entre los años 2500 y 605 antes de Cristo– no fueron testigos de las enseñanzas de Mahoma, su cultura debe ser destruida.

Pocos días después de la publicación del video los ciudadanos de la región avisaron a las autoridades que los extremistas habían quemado miles de invaluables manuscritos de la biblioteca de Mosul y además habían entrado con aplanadoras a las ruinas de Nimrud, antigua capital del Imperio asirio. Según el director del museo MET de Nueva York, Thomas Campbell, Estado Islámico está haciendo una limpieza cultural y acabando con   una época en la que el desarrollo del comercio llevó a que en tierras árabes se hablaran varios idiomas y conviviera gente de diferentes credos.

Detrás de este ataque hay más que un extremismo ciego. Cuenta Viktor Frankl –quien estuvo recluido en Auschwitz tres años– que los campos de concentración funcionaban porque los nazis habían desarrollado el método perfecto para infundir terror a sus prisioneros y despojarlos de su humanidad; EI lleva meses afinando el suyo. Las imágenes de la destrucción de civilizaciones milenarias, al igual que los videos en los que asesinan a decenas de cristianos generan pánico y destruyen la identidad y la moral de la gente. “Los habitantes de Mosul –explicó a la BBC la directora del Instituto Británico para el Estudio de Irak, Eleanor Robson– vivían orgullosos de Hatra y de Nimrud y sienten que su mundo se desmoronó”.

La belleza de Hatra había llevado a los historiadores a compararla con Petra y Palmyra. La ciudad –sin duda una joya del desierto– fue una de las más importantes de la región. Floreció entre los siglos II y III antes de Cristo y se convirtió en un centro religioso y en uno de los puntos estratégicos de las rutas comerciales que hicieron rica a la antigua Mesopotamia. La imponente arquitectura de su complejo de templos demuestra el poderío que alcanzó.

Entre los ríos Tigris y Éufrates surgieron las primeras ciudades-reino que dieron pie a la sociedad occidental, y Hatra y Nimrud eran sin duda de las más hermosas. Entre las ruinas de esta última los arqueólogos encontraron una colección de joyas y piezas de oro digna de la realeza, que actualmente se encuentra guardada en las cámaras acorazadas del Banco Central. El Museo de Mosul albergaba muchas de las obras de arte de estas dos ciudades y por eso era considerado uno de los más importantes de Oriente Medio.

Pero no todos están convencidos de que el video de Estado Islámico en Mosul sea auténtico. El Wall Street Journal asegura que varias de las estatuas destruidas son réplicas pues el museo lleva cerrado casi 13 años y, salvo las piezas demasiado pesadas, los originales están guardados en un lugar seguro. Además, las figuras asirias son de piedra y en el video muchas de ellas se desmoronan por completo al caer al piso. Campbell conoce el museo y es menos optimista. “Estado Islámico suele vender objetos antiguos en el mercado negro –dice en entrevista con CNN– pero estas piezas son demasiado grandes y por tanto difíciles de transportar. Por eso prefieren destruirlas”.

Este drama sacó a relucir el mal estado en el que estaba el patrimonio cultural de Irak. El gobierno no tiene los planos de las ruinas de Hatra o de Nimrud y solo hasta hace un par de meses había comenzado a hacer el inventario de las piezas del Museo de Mosul, pero no pudo terminarlo. Debido a esto la Unesco ha dicho que la reconstrucción de estas zonas arqueológicas es casi imposible, y encontrar las piezas asirias vendidas en el mercado negro se dificulta enormemente pues no se sabe con exactitud qué se perdió.

La ‘cruzada’ de Estado Islámico contra el patrimonio cultural iraquí ha obligado al gobierno a tomar medidas preventivas en el resto de su territorio, y a pedirle a los Estados Unidos que bombardee a las tropas terroristas cuando se acerquen a otras ruinas arqueológicas. Una de las primeras medidas del gobierno fue adelantar la reapertura del Museo Nacional de Irak en Bagdad que llevaba más de 13 años cerrado. El propósito era levantar los ánimos de los iraquíes y mostrarles el esplendor que alcanzaron sus ancestros milenarios. En 2003 –en medio de la invasión de Estados Unidos– el museo fue saqueado y perdió casi 10.000 piezas, entre ellas una hermosa estatua de bronce que databa del año 2300 antes de Cristo. Tras varios años de exhaustiva búsqueda las autoridades han encontrado más de 4.000 objetos, y siguen tras la pista de los demás. Para no caer en el mismo error dos veces, las suntuosas salas de exposición hacen las veces de búnker y protegen las piezas con enormes barrotes de hierro.

La reapertura del museo ha sido un éxito. Miles de iraquíes han ido a visitarlo y terminan convencidos de que hay que luchar por la defensa de ese patrimonio cultural que les pertenece no solo a ellos sino a toda la humanidad.