LAS ENSEÑANZAS DE GOYA Y DE MIRO
Dos exposiciones aleccionadoras para el público y !a crítica.
Las muestras de Goya y de Miró que tienen lugar en el Museo de Arte Moderno patentizan las posibilidades de presentar en Colombia exposiciones excelentes a pesar del postrado estado de la economía del país y del anunciado recorte del presupuesto nacional destinado a la cultura. Las muestras son dignas de ser exhibidas en los grandes museos de los países del primer mundo, y el hecho de que puedan verse en Bogotá pone de relieve que para alcanzar éxitos en materia de gestión cultural no se necesitan enormes capitales sino imaginación y conexiones con los organismos dispuestos a colaborar en esta materia. La exposición de Goya permite apreciar en conjunto sus grandes series gráficas y comprobar no sólo su dominio del aguafuerte, el aguantina y la punta seca, sino su fértil imaginación, su ánimo critico y su profunda capacidad de sátira. Por ejemplo, Los caprichos, la primera de las series, constituye una diatriba moralista que retrata una sociedad ociosa y libertina a través de imágenes provocadoras y comentarios de doble sentido contra la ignorancia, la prostitución, la superchería, los vicios y la superstición. La tauromaquia no contiene criticas tan acérrimas, pero aunque muchas de las láminas se limitan a informar sobre las suertes del toreo de entonces _que en algunos casos involucraba verdaderos malabares_ en otras está presente la tragedia implícita en una tradición que culmina con la muerte, bien del animal, bien del torero y en ocasiones de los espectadores. Los desastres de la guerra conforman la serie más dramática estando destinados a registrar los hechos de violencia acaecidos en la guerra de la Independencia librada por España contra el dominio napoleónico. Las obras, sin embargo, no toman partido sino que representan una fuerte denuncia contra las brutales manifestaciones de cualquier guerra y contra sus nefastas consecuencias. No sobra recordar que en esa época de verdadero caos en la política española (1808-1814) luchaban igualmente por su independencia las colonias americanas. Finalmente, la serie de Los disparates podría considerarse como una segunda etapa de Los caprichos ya que también contiene ácidos embates contra los errores de la sociedad. Aunque se trata de un proyecto incompleto y se desconocen las leyendas correspondientes a la mayoría de las imágenes, en ellas es perceptible el mismo ánimo fustigante de los grabados anteriores pero ahora combinado con una cruel desesperanza. La exposición de Goya se ha tratado de demeritar afirmando que se trata de tirajes recientes, pero se necesita desconocer la técnica del grabado en metal para pensar que unos negros tan intensos, unos blancos tan radiantes y unos grises tan variados como los de Los caprichos expuestos en el MAM fueran logrados a través de planchas utilizadas en incontables ocasiones. La verdad es que se trata de trabajos pertenecientes a la primera impresión realizada en 1779, supervisada y aprobada por el maestro, y que por lo tanto son obras que revelan en toda su finura y complejidad los criterios gráficos de Goya. Con el mismo ánimo se ha afirmado que Los desastres de la guerra y Los disparates tampoco son obras impresas durante la época del artista y que por lo tanto carecen de interés y de valor, pero, sencillamente, no existen grabados de estas series realizados durante la vida del maestro. Es más, Los desastres y Los disparates expuestos en el MAM corresponden a impresiones realizadas en 1863 y 1864, es decir, a las primeros tirajes autorizados que se llevaron a cabo de estas matrices soberbias, como puede percibirlo quien examine con atención las ominosas estampas. La muestra de Miró es así mismo una exposición de primer orden que incluye 22 de sus famosas Constelaciones, obras que fueron realizadas en 1959 a solicitud de André Breton, como facsímiles de unas composiciones de 1940. Aunque algunos comentaristas las han catalogado como grabados, lo cierto es que los fondos fueron realizados en litografía pero las figuras fueron ejecutadas utilizando plantillas y gouaches, es decir con una técnica que nada tiene que ver con la impresión gráfica. Se presentan también seis lienzos espléndidos pintados en los años 70 que permiten apreciar la evolución del trabajo de Miró a lo largo de tres décadas. Una simple comparación con las Constelaciones hace claro que en algunas obras de su último período el artista se concentra en una sola figura como si escogiera un detalle de sus trabajos anteriores y lo cargara con la misma ambición creativa de sus producciones más intrincadas. Las exposiciones de Goya y de Miró no sólo han ilustrado al público del país sobre la sensibilidad social del maestro aragonés y el espontáneo lirismo del artista catalán, sino que han hecho un sensible aporte al desarrollo de la escena artística en Colombia: su cubrimiento en los medios ha evidenciado las falencias de algunos comentaristas y el carácter 'caprichoso' de sus desavisadas impugnaciones.