Literatura y Sociedad
Las memorias del fundador de Corea del Norte ponen a prueba la democracia de su vecino del sur
La decisión de un editor surcoreano de publicar las memorias del fundador de Corea del Norte, Kim Il Sung, ha provocado un acalorado debate en Corea del Sur, donde desde hace décadas la ley sobre seguridad nacional prohíbe la propaganda de Pyongyang.
Los críticos de la medida dicen que los surcoreanos son suficientemente maduros políticamente para juzgar este tipo de material y alegan que la censura es innecesaria en una democracia vibrante en uno de los países más conectados y educados del mundo.
Pero Corea del Sur permanece oficialmente en guerra con su empobrecido vecino dotado con el arma nuclear.
La ley de seguridad nacional data de 1948, antes de la guerra de Corea, y sigue prohibiendo a los ciudadanos acceder a la mayoría de los contenidos producidos en Corea del Norte, entre ellos el diario estatal Rodong Sinmun.
La posesión o reproducción de materiales prohibidos pro-Pyongyang puede acarrear hasta siete años de cárcel.
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Pese a ello, el editor Kim Seung-kyun publicó en abril los ocho volúmenes de las memorias del fundador de Corea del Norte, tituladas “En el Transcurso del Siglo”, en un intento, según confesó a la AFP, de promover la reconciliación intercoreana.
Un grupo civil anti-Pyongyang presentó una denuncia que llevó a la policía a iniciar una investigación. A los pocos días, las mayores librerías del país retiraron de la venta los ejemplares que habían recibido del editor.
La obra completa estuvo brevemente disponible en línea por 280.000 won (250 dólares), pero la semana pasada fue retirada de la popular web Naver, y tampoco se encontró en las plataformas de venta de libros locales Kyobo y Yes24.
Esto provocó un debate. “Los surcoreanos tienen un alto nivel de discernimiento”, dice Ha Tae-keung, un parlamentario del conservador Partido del Poder del Pueblo, que fue encarcelado bajo la ley de seguridad nacional cuando era estudiante.
“Las fantasiosas memorias de Kim Il Sung no van a engañar a nadie. Por el contrario, necesitamos garantizar activamente la libertad de expresión”, dice a la AFP.
Culto a la personalidad
Kim Il Sung, abuelo del actual líder norcoreano Kim Jong Un, dirigió el país más aislado del mundo durante casi cinco décadas hasta su muerte en 1994, con una mezcla de estalinismo adaptado y un culto a la personalidad desmesurado.
En las memorias, que se publicaron por primera vez en Pyongyang en 1992 y están disponibles en una veintena de idiomas en todo el mundo, se describe como un heroico líder coreano contra las fuerzas coloniales japonesas, y niega y minimiza sus conexiones con China y la Unión Soviética.
Los investigadores lo describen como un “trabajo de ficción” -los archivos soviéticos echan por tierra algunas de sus aseveraciones-, pero aseguran que tiene valor independientemente de las inexactitudes históricas.
Pese a su “prosa soporífera”, el libro evidencia la “propensión” de Pyongyang a las “falsedades” y al “culto a la personalidad”, dice Sung-yoon Lee, profesor de estudios coreanos de la Universidad Tufts en Estados Unidos.
Suzy Kim, profesora de historia coreana en la Rutgers University, dice que demuestra cómo el régimen de Pyongyang “busca legitimizarse en las raíces anticoloniales”.
Muchos de los desafíos de los norcoreanos, asegura, están “a menudo justificados como sacrificios necesarios para enfrentarse a las políticas imperialistas impuestas por los gobiernos japonés y estadounidense”.
“Estoy dispuesto a que me castiguen”
Naciones Unidas advierte que la ley de seguridad nacional supone un “problema serio” a la libertad de expresión de Corea del Sur, y el departamento de Estado de Estados Unidos lo critica regularmente en su informe anual sobre derechos humanos.
Miles de personas fueron encarceladas en virtud de esa ley antes de la democratización de Corea del Sur, a menudo acusadas de realizar actividades a favor de Pyongyang o de espiar para Corea del Norte.
El editor Kim, quien obtuvo el texto original hace años para una distribución restringida, autorizada por el gobierno, con fines de investigación, dice que no pretende beneficiar a Pyongyang.
Publicar el texto es una “forma de amar a mi país” promoviendo una comprensión intercoreana, dice a la AFP el editor de 82 años en su casa en Goyang.
“Si esto se considera un crimen, estoy dispuesto a que me castiguen”, afirmó.
Nuevo Paradigma de Corea, el grupo que presentó la denuncia, insiste en que el público es susceptible de “manipulación de propaganda totalitaria”.
Permitir la distribución del libro se puede “comparar con dar un arma nuclear espiritual al enemigo”, agregó.
Pero el profesor Lee dice: “Dejemos al editor y al consumidor actuar libremente y permitir que el mercado, incluido el mercado de ideas, determine el futuro del libro”.
“La libertad de expresión, incluso en un discurso falso e indignante que ensalza lo deleznable, debería estar protegida en una verdadera democracia”, concluyó.
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