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La oración incrementa la fe en Dios, según la cultura religiosa. | Foto: Getty Images

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Las tres poderosas oraciones para comunicarse con Dios

En el corazón de estas oraciones se encuentra el deseo de comunicarse con lo divino, de encontrar consuelo en la fe y de recibir la guía necesaria en momentos de necesidad.

Redacción Semana
28 de febrero de 2024

La oración es un acto universal de búsqueda espiritual que ha sido parte integral de la experiencia humana a lo largo de la historia. Es un medio a través del cual las personas se conectan con lo divino, buscan consuelo en tiempos de dificultades y encuentran guía en sus vidas. En el contexto cristiano, existen numerosas oraciones que se consideran especialmente poderosas debido a su rica tradición y profundo significado. Tres de estas oraciones, “Alma de Cristo,” “Ángel de Dios,” y “Bajo tu amparo,” se destacan por su importancia en la comunicación con Dios.

“Alma de Cristo”: Una súplica por la santificación

“Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.” El Papa Francisco, en su sabiduría espiritual, nos recuerda la importancia del silencio antes de la oración, un momento de recogimiento para prepararnos para el diálogo con Jesús.

La vela blanca debe ser encendida cuando se haga la oración a San Benito.
La vela blanca debe ser encendida cuando se haga la oración a San Benito. | Foto: Getty Images

“Ángel de Dios”: El custodio divino

La oración del “Ángel de Dios” es una expresión de confianza en el cuidado y la guía divina. En esta plegaria, se reconoce al ángel custodio como el guardián designado por la bondad divina

“Ángel de Dios, que eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén”

La oración busca la iluminación, protección y dirección del ángel en la vida del orador. A través de esta oración, se establece una conexión espiritual con el ángel custodio, que es considerado un protector y guía celestial en la tradición cristiana.

“Bajo tu amparo”: La intercesión de la santa Madre

La oración “Bajo tu amparo” está dirigida a la Virgen María, la madre de Jesús, y se le atribuye un profundo poder intercesor. En esta oración, se busca refugio y protección bajo la santa madre de Dios:

“Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh, siempre Virgen, gloriosa y bendita”.

Se reconoce a María como un mediador entre los creyentes y Dios, y se le pide que interceda en nombre del orador, liberándolo de peligros y necesidades. Esta oración refleja la devoción mariana que desempeña un papel significativo en la espiritualidad cristiana.

Virgen María
Las oraciones a la virgen son poderosas para pedir por diferentes favores. | Foto: Getty Images

Estas tres oraciones, “Alma de Cristo,” “Ángel de Dios,” y “Bajo tu amparo,” son ejemplos conmovedores de cómo la plegaria se convierte en una puerta hacia lo divino en la espiritualidad cristiana. Cada una de estas oraciones tiene un propósito y significado únicos, permitiendo a los creyentes conectarse con Dios de manera especial.

La oración “Alma de Cristo” es una súplica por la santificación, buscando la purificación y la fortaleza en la pasión de Cristo. El “Ángel de Dios” representa la confianza en la guía divina a través del ángel custodio. Por último, “Bajo tu amparo” es una expresión de devoción a la Virgen María, reconociéndola como una mediadora entre los creyentes y Dios.

La espiritualidad cristiana abraza estas oraciones como una forma poderosa de establecer una conexión con Dios, recordando que la plegaria, como un verdadero diálogo, también implica momentos de silencio y reflexión antes de sumergirse en la comunicación con lo divino.