Entrevista
“Le interese o no, la cultura es un buen negocio para el sector privado”, Mónica Ramírez Hartmann
La directora de la Corporación para el desarrollo de la cultura y la economía creativa (CoCrea) compartió con SEMANA sus fórmulas para unir al sector privado con la cultura e impulsarla en tiempos difíciles.
Aun haciendo parte de un colectivo de escritores y estando casada con un pianista clásico, Mónica Ramírez Hartmann acepta que su camino tenía más de gerencial que de cultural y puede resultar atípico. La administradora del Cesa, con MBA en Italia y paso por Georgetown y Harvard, no imaginaba que la cultura se volvería un reto profesional así de importante, pero sucedió y la puso en proyectos importantes como el del Bronx Distrito Creativo. Y ahora que un camino de más de cuatro años en el sector la lleva a dirigir la Corporación para el desarrollo de la cultura y la economía creativa, CoCrea, abraza la oportunidad.
CoCrea es el eslabón que une al sector privado y a empresarios, emprendedores y gestores que necesitan inyectarle capital a sus proyectos culturales y creativos. Tiene una poderosa arma de motivación en los alivios tributarios que ofrece a las empresas. Pero mira más allá. Con el paso del tiempo quiere cambiar mentalidades y hacer de la Responsabilidad social cultural una realidad en el país. La idea que tiene sentido cuando se dimensiona que en el país se invierten 3 billones de pesos en Responsabilidad social al año.
Hay muchas esperanzas puestas en esta corporación, que nació en medio de una pandemia que devastó al sector cultural y afectó especialmente a sus eslabones más informales. En el papel, si el modelo logra separarse de evaluaciones políticas y abre su espectro a todo tipo de voces y creadores, críticos y no, puede hacer una diferencia sustancial. En esta entrevista, Ramírez Hartmann presenta sus metas y la manera de conseguirlas en el corto plazo y el largo aliento.
SEMANA: Mónica, en su trayectoria, estuvo al frente de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y también ha aportado en el ministerio de Cultura en muchos de sus procesos recientes. ¿Cómo han cambiado estos pasos su idea de cultura?
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Mónica Ramírez Hartmann: En realidad, yo nunca pensé trabajar en el sector. No era mi recorrido profesional evidente. Cuando entré al Distrito, a la FUGA, sabía que tenía una visión externa, más en un rol de consumidora cultural alimentada desde el interés personal, pues en mi casa siempre ha habido cultura: yo escribo, mi esposo pinta y es pianista. Pero nunca había trabajado en el área. En la FUGA aprendí un montón, rodeada de personas que alimentaron toda su trayectoria desde el sector cultural. Fue una experiencia muy interesante integrarlo todo con mi recorrido más gerencial, y tratar de aplicar herramientas para desarrollar proyectos y procesos que le aportaran a la FUGA al sector.
Casi cuatro años estuve en la FUGA, donde también se fue dando el proyecto de Bronx Distrito Creativo, uno enorme y la primera vez que se hacía algo parecido en Bogotá. Ahí también tuve que incorporar elementos muy técnicos de planeación urbana, de desarrollo de contenidos, temas de emprendimiento (un componente muy fuerte en ese proyecto). Y mi paso al ministerio fue cien por ciento técnico en el conocimiento de las políticas públicas.
Ha sido un recorrido interesante, he ido recogiendo diferentes pedazos que dan una visión global bastante interesante y, obviamente, me he ido enamorando y aprendiendo de los sectores culturales. Ha sido un recorrido no convencional, atípico, pero he recogido muchas cosas y tengo una visión amplia.
En la medida en la que el Vicepresidente financiero de una empresa que paga cientos de miles de renta piensa “me puedo ahorrar una plata”, esta propuesta es un buen negocio; le importe o no, la cultura es un buen negocio
SEMANA: ¿Es importante distinguir entre creación y arte?
M.R.H.: Creo que tengo esta discusión todos los días con mi esposo. Pianista clásico y pintor, y yo escribo de hobby, hice parte de un colectivo de escritores y auto publicamos dos libros, y tenemos esta discusión. Además de si es “ciencia” o “arte”, si se trata de inspiración pura o si se trata de conocimiento y aprendizaje. La verdad, no he llegado a ninguna conclusión. Siento que hay un elemento de inspiración e instinto, no sé cómo llamarlo, pero no creo que se trate de uno o de otro. Hay gente exitosa totalmente empírica y gente que llega muy lejos porque se ha preparado estudiando desde los 5 años.
Desde el lado del consumo cultural también vale discutir, pues el arte y la creatividad son muy subjetivos, cada cual tiene una experiencia muy personal cuando percibe artes (artes plásticas, música, literatura). Creo que ese dilema es difícil de zanjar, yo no lo he hecho.
El decreto 697 actúa como una ley de mecenazgo, una herramienta para vincular al sector privado a generar recursos y apoyar procesos de los procesos culturales
SEMANA: Dirige desde julio la corporación Co Crea, nacida en medio de esta cuarentena: ¿la idea es hacer del sector privado un aliado de la cultura por medio de beneficios tributarios?
M.R.H.: La respuesta está en el corto plazo y en el largo plazo.
En el largo plazo, CoCrea está concebida para convertirse en una gran agencia de desarrollo de las industrias culturales y creativas. En Colombia y el mundo, el sector público trabaja desde las políticas y la formulación amplia, macro, de temas estructurales. El sector privado, reúne a gestores culturales, artistas, empresarios de la cultura o del emprendimiento creativo, y a organizaciones privadas como la Cámara de Comercio y Comfama, que desde su posibilidad y su gran capacidad financiera apoyan los procesos.
CoCrea mezcla las dos. Por un lado busca apoyar al tema de políticas públicas, y desarrollarlas con la agilidad de lo privado. Y desde el lado privado, unir a estos actores mencionados. Esa es la visión a largo plazo, que va más allá de solo generar recursos privados.
En el corto plazo tenemos una herramienta muy puntual, el decreto 697. Comparándolo con cosas que pasan en otros países, es una ley de mecenazgo, una herramienta para vincular al sector privado a generar recursos y apoyar procesos de los procesos culturales. Y lo hace con un incentivo tributario muy generoso, el tipo de incentivo que no existe en otros países con leyes así. Existe el buen nombre, el sello o la mención. Aquí, como en la mentalidad del empresario no suele estar aportar al sector cultural, le damos un incentivo para que lo haga.
Creo que, más allá de lo poderoso que es ofrecer este incentivo para empezar a generar esa dinámica, es importante el cambio de mentalidad, y el vincular a sectores que usualmente no se involucran con el sector cultural. Algunos lo han hecho por años, el Grupo Bolívar por ejemplo, y los resultados son increíbles. Comfama también lo ha logrado, y se ve esa fuerza del sector privado en desarrollar procesos.
En el fondo, esta herramienta busca generar más dinámicas así. En el principio, con la zanahoria del beneficio tributario, pero en el tiempo, cuando empiecen a ver el impacto de esa inversión en cultura, pues se vuelve un cambio de mentalidad.
Pienso en el concepto de Responsabilidad social empresarial, que hoy ya se habla de valor compartido, de co-responsabilidad, pero esa RR.SS. ha estado enfocada a temas muy sociales, de educación e infraestructura. Y queremos moverlo hacia cultura también. Según la última cifra que vi de la ANDI, se invierten 3 billones de pesos al año en Responsabilidad Social, si pones un porcentaje y lo canalizas hacia sectores culturales lo que se puede generar es increíble. Esto pues en muchas regiones del país, la cultura es lo más fuerte que hay. El evento en muchos pueblos es la feria o el carnaval, o la feria gastronómica o artesanal.
Colombia es fuerte en su cultura, en sus procesos culturales, pero faltan los recursos. Desde la perspectiva 100 por ciento pública, el ministerio de Cultura es de los que menos recibe (por tantos otros temas a atender), y la idea es que este mecanismo genere recursos para el sector cultural por otras fuentes.
Más allá de lo poderoso que es ofrecer este incentivo para empezar a generar esa dinámica, es importante el cambio de mentalidad, y el vincular a sectores que usualmente no se involucran con el sector cultural
SEMANA: El llamado al sector privado a invertir, interfiere en algo con los procesos creativos de los artistas y creadores?
M.R.H.: Nosotros queremos propiciar la sinergia entre artistas y sector privado, pero entendemos que hay muchos sectores del sector artístico que no la quieren o no la desean. Se habla mucho de la libertad creativa y no no sacrificarla por recibir plata. Ese es un tema interesante. La herramienta permite dar a título de donación o a título de inversión y la diferencia es esta pregunta. La donación viene como un apoyo a un proyecto como está, “toma este dinero”, o está la posibilidad de invertir, literalmente, y en esa inversión hay una relación más estrecha entre ambas partes.
Desde el lado privado nos gustaría ver mucha mentoría, mucho acompañamiento a procesos de formalización. Las empresas que tienen estructuras corporativas que les permite encontrar eficiencia, economías de escala y estas cosas, si pueden aportar algo de ese conocimiento a los procesos culturales, sería genial. En esa modalidad, lo que también estamos tratando de propiciar es que el actor cultural pueda decir “Listo, usted me va a dar 'x' plata para desarrollar mi proyecto. Yo quisiera darle a cambio un proceso de formación para los empleados de su empresa, darle tantas boletas para las funciones que voy a desarrollar en el año”. Se puede propinar a través de esta herramienta esa capacidad de “yo te doy, tú me das, ambos ganamos”.
SEMANA: La brecha de internet se ha cerrado en Colombia pero aún es reto llegar a quienes más necesitan estas iniciativas. ¿Cómo hacer para que llegue?
M.R.H.: Tenemos una situación muy rara, nacimos en plena pandemia que hizo de la virtualidad un hecho. Y hablamos mucho sobre sacar esta convocatoria y llegarle a la gente que lo necesita, que tiene procesos increíbles y de pronto no se entera. Entonces, en este momento, lo que movemos es a través de nuestros socios y aliados (ministerio de Cultura y ministerio de Comercio, Comfama y la Cámara de Comercio). El ministerio de Cultura tiene, por ejemplo, una estrategia divina que se llama Los nodos de economía naranja. Ellos articulan, dependiendo de la región donde están, con las gobernaciones o secretarías, o alcaldías y secretarías de cultura y desarrollo económico, y cámaras de comercio locales, y por medio de esa articulación tratamos de hacer sesiones. Hoy en día la mayoría ha sido virtual, pero también se han dado algunas presenciales.
Por ahora, la idea es que podamos volver a las regiones y hacer estas sesiones presenciales. Por ahora, nos apoyamos en redes, webinars, FB live. Y, a decir verdad, en las sesiones que hemos tenido se han conectado personas de todas partes, con su celular en mano. Y así pasen la moto o el camión del gas, están pendientes. Ha funcionado bastante bien. A todo el mundo le tocó arreglárselas para conectarse, así fuera compartiendo entre varios. Por ahora seguimos en eso. Apenas se pueda, iremos a los diferentes lugares para contarlo cara a cara.
SEMANA: ¿Hay plata para esto?
M.R.H.: En Colombia, por recaudo de impuesto se recogieron 158 billones de pesos, de esos la mitad, mal contados, 79 millones, fueron de impuesto de renta. Aún si eso se bajara a la mitad, porque la gente no puede pagar u otro motivo, hay muchos billones ahí, que se tienen que pagar, y de donde nosotros podemos recoger. La meta de aportes que tenemos es de 300.000 millones este año, es el cupo que nos dio el Gobierno. Y 300.000 millones de 79 billones es realmente muy poquito. El esfuerzo es gigante, pero sí hay de dónde. Hay que saber dónde buscar, y esa es una misión titánica nuestra. Es importante que se sepa esto, es un decreto muy nuevo, se aprobó hace cuatro meses. En la medida en la que el Vicepresidente financiero de una empresa que paga cientos de miles de renta piensa “me puedo ahorrar una plata”, esta propuesta es un buen negocio; le importe o no la cultura es un buen negocio.