Introducción

Vale la pena pensarlo. Siempre vale la pena hacerlo. Todo hay que pensarlo, sobre todo los temas que nos preocupan, inquietan y perturban. También aquellos temas que nos motivan, entusiasman e ilusionan. Vale la pena pensarlo es un libro de conversaciones inacabadas sobre asuntos que requieren debate, contradicción y ampliación. Muchas son conversaciones que no queremos tener, que evitamos o simplemente ignoramos porque les tememos.

Otras, por el contrario, son conversaciones que necesitamos para aprender. Este libro es el fruto de muchos años de aprendizajes, experiencias, alegrías y tristezas. Mi deseo es compartir una forma de ver la vida; una mirada que es producto de lecturas, de la construcción a través de textos que nos animan a creer, que nos dan esperanza y nos llevan a transformaciones trascendentes. Hay muchas formas de escribir. Aquí lo que he querido es imaginar, pensar, opinar e investigar. Les propongo recorridos por entre múltiples textos; plantear varias tesis e hipótesis, interpretar, parafrasear, citar de manera libre, relatar o consignar en crónicas. Este libro tiene un poco de todo eso.

Porque cuando escribimos un libro, además de transmitir ideas, queremos compartir sueños e ideales. En mi caso, todo empezó con rayones y líneas en una servilleta. Primero planeamos y soñamos. Luego escribimos y compartimos. Se empieza y se termina por el autor. Pero el libro sigue en el lector —como explicó el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer—, en una fusión de horizontes: lo que piensa el que lo escribe y lo que interpreta el que lee, y piensa el libro de nuevo. Por eso, este libro lo he pensado como una colección de reseñas breves, libres y, a veces más extensa, de los libros y autores. Recojo su escritura, sus preocupaciones e inquietudes, pero también las soluciones que proponen. Están los que hablan de situaciones difíciles que fueron resueltas gracias a un ejercicio de discernimiento. Algunos son autores conocidos e influyentes, otros no lo son tanto. Autores que, en últimas, llegaron a mis manos y he tenido la fortuna de leer. Es el encuentro de mi pensamiento y el de otros. El saber y la experiencia como un grato ejercicio espiritual. En términos de los franceses Pierre Hadot y Michel Foucault, es como una libreta de apuntes que tiene la finalidad de que sus notas se utilicen para edificar y constituir mejores personas y una mejor sociedad. Creo que así lo pudieron haber esbozado en sus obras autores como Fernando Savater, en La aventura de pensar; Mario Vargas Llosa, en La llamada de la tribu; Jostein Gaarder, en El mundo de Sofía o Alejandro Gaviria, en Siquiera tenemos las palabras.

En ese recorrido de lecturas, este libro intenta ser un aporte y es a veces una descripción de fenómenos actuales que nos invitan a pensar en el futuro. Un homenaje. Una paráfrasis. Un hipertexto. Porque autores serios, interesantes y visionarios ya lo están pensando. Eso nos abre un camino para entender la vida actual, nos ayuda a configurarla y reconfigurarla. Se trata entonces de contar historias con seriedad a través de un lenguaje accesible. Anécdotas y diálogos que nos antecedieron. Porque un libro, también, es una mesa de juego en la que nos juntamos los amigos; en la que conversamos, exponemos, proponemos y nos divertimos.

Esta mesa en la que estamos —el libro que el lector tiene en las manos— es recopilación y opinión, reflexión y proposición; es encuentro con otros libros y otros pensamientos. Un libro que propongo como una minibiblioteca que aporta a la vida, nos da luces y sentido y que para cada lector se convierte en el camino de búsqueda y entendimiento. Una estantería en la que apilamos los trabajos extraordinarios de autores como el gran racionalista Baruch Spinoza o los filósofos clásicos contemporáneos Michel Foucault o Pierre Hadot. Un pequeño anaquel en el que guardamos a pensadores como Michael Sandel, Martha Nussbaum, Josep Maria Esquirol, Hartmut Rosa, Peter Bieri o las filósofas españolas Victoria Camps y Adela Cortina.

Un catálogo personal en el que están el historiador Yuval Noah Harari, el abogado y experto en ciencia política Mauricio García Villegas, el novelista George Orwell, el neurólogo psiquiatra Viktor Frankl, el teólogo Leonardo Boff o los psicólogos Daniel Kahneman y Daniel Goleman. Un encuentro con el experto en educación Ken Robinson, con el fundador del movimiento del capitalismo consciente Raj Sisodia, con el monje budista francés Matthieu Ricard, o con los expertos en liderazgo Jorge Yarce, Álvaro González Alorda, Ken Blanchard, Chris Lowney o Fred Kofman, entre muchos otros que nos enriquecerán y nos pondrán a pensar. Si hay ideas valiosas que ya otros nos han dicho ¿por qué no compartirlas y seguir la conversación?, ¿por qué no reflexionar?, ¿por qué no buscar un espacio y un tiempo para volver sobre lo aprendido y avanzar? Ese es el poder de los libros. Por eso, nos han marcado y nos orientan. Es la fuerza del aprendizaje y la experiencia.

Es el terreno de la libertad que es todo libro, como lo propone la escritora Irene Vallejo en su maravilloso libro El infinito en un junco:

Salvo excepciones, los lectores antiguos no tenían la libertad de la que tú disfrutas para leer a tu gusto las ideas o las fantasías escritas en los textos, para pararte a pensar o a soñar despierto cuando quieras, para elegir y ocultar lo que eliges, para interrumpir o abandonar, para crear tus propios universos. Esta libertad individual, la tuya, es una conquista del pensamiento independiente frente al pensamiento tutelado y se ha logrado paso a paso a lo largo del tiempo.

Este es entonces un libro con muchos libros adentro en el que no se pretende que haya una última palabra y menos una verdad revelada. Lo que se busca es que los temas se mantengan vigentes —relevantes, pertinentes, actuales— y se aborden sin pasión, pero con decisión, con argumentos, rigor, honestidad y seriedad. La idea central es que en Vale la pena pensarlo quiero sembrar una semilla que se riegue todos los días y que se enriquezca a partir de las diferentes posturas que tengamos frente a los temas propuestos.

Pongo sobre la mesa artículos, documentos y libros que he leído; investigaciones en las que he participado, mensajes que he recibido y hasta videos que he visto. Quiero dar cuenta de lo que he pensado y de lo que otros dicen y nos cuentan. Temas con los que podemos identificarnos o diferir. Se trata es de contarle al lector que hay personas y autores que nos hablan y ese decir puede ser de nuestro interés. Termino esta introducción e inicia el viaje. Considero oportuno regresar a la escritora española Irene Vallejo, que tanto nos enseña desde su dedicación, vocación y amor por los libros: «Toda biblioteca es un viaje. Todo libro es un pasaporte sin caducidad». Un pasaporte a un lugar maravilloso que ahora mismo vamos a recorrer: el mundo de los libros que ocurre cada vez abrimos uno y navegamos en él:

Hablemos por un momento de ti que lees estas líneas. Ahora mismo con el libro abierto entre las manos, te dedicas a una actividad misteriosa e inquietante, aunque la costumbre te impide asombrarte por lo que haces. Piénsalo bien. Estás en silencio, recorriendo con la vista hileras de letras que tienen sentido para ti y te comunican ideas independientes del mundo que te rodea ahora mismo. Te has retirado, por decirlo así, a una habitación interior donde te hablan personas ausentes.

*Con autorización de Penguin Random House