Cine
Lin-Manuel Miranda habla con SEMANA sobre “En el barrio”, el vibrante musical que estrena en cines
El creador de la fantástica “Hamilton” habló con SEMANA sobre la película que esperó por años hacer y al fin estrena en el mundo. En esta, exalta a la comunidad latina desde su cultura, frustraciones y sueños, sin más antagonismo que la vida misma.
“Cuenta la historia que conoces”. Ese consejo siguió a sus 19 años un aprendiz de dramaturgo, nieto de mexicano, de sangre puertorriqueña, mientras estudiaba en una universidad en la que veía muy pocos latinos como él.
Hoy, Lin-Manuel Miranda, nacido en Nueva York en 1980, es la figura de origen latino más influyente en el ámbito cultural de Estados Unidos. Sus musicales fusionan letras sagaces sobre identidad, historia, pasado y presente, con géneros contemporáneos y danza excepcional. Reconocibles en su brillantez, sus obras resuenan fuerte en un país que exporta imaginarios culturales al mundo. El que un latino refleje en narrativas aplaudidas la naturaleza esencial de la diversidad y de los legados culturales de los inmigrantes es nada menos que asombroso.
Antes de concebir y triunfar con Hamilton, la impresionante obra musical que lo hizo un fenómeno mundial, Miranda contó la historia que conocía en In the Heights (En el barrio), una obra que escribió y luego protagonizó con baile, canto y actuación. En ella, Lin-Manuel narró su barrio natal de Washington Heights, y a través de sus personajes (Usnavi, Vanessa, Nina, abuela Claudia, Kevin) canalizó momentos románticos, dudas existenciales y cambios culturales a ritmo de salsa nuyorican y hiphop. La historia se ancla también en Puerto Rico, la isla que marcó a Miranda en las visitas que hizo de niño y joven. Se trata, pues, de una narrativa sin antagonistas más allá de los obstáculos de la vida y las dudas que suscitan; una película aspiracional, en la que el romance y la muerte se gozan y duelen. Y sí, es mucho más dulce que la genial y dramática Hamilton.
Esta semana se estrena en Colombia la versión cinematográfica de In the Heights, protagonizada por Anthony Ramos, un talentoso actor al que Miranda delegó el protagonismo y quien soporta el peso de la alta expectativa.
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Como su material de origen, el filme se enfoca en una comunidad orgullosa y en su cultura. Miranda se sirvió de sus sonidos, sus calles, sus bailes (de pequeños a masivos) y sus lugares de reunión para retratar en canciones esta comunidad, una familia extendida. La experiencia es vibrante, emocionalmente refrescante y entretenida. Tiene su dosis de melosería, sí, es un musical, pero In the Heights gana la pelea por la marca de su creador, corazón, talento y entrega. Al respecto de este estreno, que tiene un efecto casi mágico en su audiencia y reparto, Miranda habló con SEMANA.
SEMANA: Su papel es más simbólico en la cinta, pero su reparto sí que sortea muchos retos muy duros. ¿Cuál destaca?
Lin-Manuel Miranda: Una de mis escenas favoritas viene en la canción Champagne, que Anthony Ramos y Melissa Barrera filmaron cantando en vivo, sin cortar. La canción entera es casi una obra de un acto, y en la novena toma conseguimos la que llegó a la película. La filmamos como un musical en vivo, y demuestra el calibre de estos personajes que podían hacerlo en vivo y en una toma, como si fuera normal. Fue mágico y quedó en la pantalla.
SEMANA: La representación latina en el cine era mínima en Hollywood, y en los musicales predominó West Side Story con sus pandillas y cuchillos. Usted cambió eso...
L.M.: En Hollywood era terrible, y en Broadway era mucho peor. Empecé In the Heights cuando tenía 19 años, porque no vi un futuro para mí en los musicales. Empecé escribiendo lo que me hacía falta ver. Ahora, 20 años después, la magia de esta creación es que hace comunidad cada vez que se muestra a un público. He conocido muchachos que han interpretado a Usnavi y a Vanessa en sus escuelas y ahora están casados. Mi mejor amigo, Chris Jackson, se casó con su Nina en la versión de la obra que montamos en la escuela de dramaturgia.
SEMANA: La comunidad latina fue azotada estos últimos años. ¿Qué tan importante es que la cinta llegue al público ahora?
L.M.: Hemos sobrevivido a los ataques públicos más odiosos que, creo, hemos visto en nuestra historia. En su apertura de campaña, el presidente anterior dijo que México estaba enviando violadores y asesinos, y, desde ese punto, todo fue aún peor. Yo estoy muy contento con lo que hacemos de este lado: le damos al mundo lo opuesto a todo esto. Y esto sirve para recordar que, como comunidad en Estados Unidos, somos la que crece a mayor velocidad, somos un público que va al cine en masa, y no nos vamos a ir a ninguna parte. Nuestras historias son tan estadounidenses como las de cualquiera. In the Heights no es un tratado político, pero nos sirve para recordar nuestra humanidad. Y la gente que no es latina también ve esa universalidad de la historia, la tradición, la cultura, y el cómo definimos ‘casa’.
SEMANA: ¿Deconstruye su película el estereotipo del latino inmigrante?
L.M.: El peligro del estereotipo es que la gente que no sabe la verdad lo toma como cierto. Cuando las reseñas de la obra salieron en 2008, incluso las revistas sensatas decían: “Mmm, no hay drogas ni crimen. Se siente maquillada”. Y yo pensaba, ¿acaso dónde están las drogas y el crimen en una película de Ed Burns? Están muy acostumbrados a ver eso en el centro de la narrativa, porque escriben eso (inspirados en vernos en las noticias de las once de la noche), y asumen que esa es la realidad. Esta obra nace de dos escritores latinos, neoyorquinos, escribiendo sobre nuestras comunidades con amor. Y, si ven reseñas de la película que se siente “algo maquillada”, quieren decir: “No podemos creer que no haya drogas o crimen”. Mi sueño es que en cinco años haya tantas películas con temáticas latinas sin crimen en el centro que la gente se pregunte por qué hubo tanta alharaca por In the Heights... Y, bueno, es porque somos un unicornio en nuestro tiempo.
SEMANA: ¿Qué tan difícil fue darle el rol de Usnavi a Anthony Ramos?
L.M.: Fue muy fácil, y quien vea la película va a estar de acuerdo. En 2018, lo vi en una producción dirigida por un exintegrante del equipo original. Anthony ya era mi amigo, ya había sido mi hijo durante un año en Hamilton, en el que lo veía morir dos veces cada noche en su papel, pero verlo interpretar a Usnavi fue una revelación. No tenía que poner nada, él es Usnavi: tiene el corazón, puede rapear, cantar y bailarlo todo. Es un actor increíble, una estrella de cine.
SEMANA: ¿Cómo describe el poder de la representación?
L.M.: A los 8 años, en Corpus Christi, Texas, mi familia fue a una convención, y justo ese verano salió La bamba en cine, y no te puedo decir lo que fue estar ahí y sentir el impacto. Ese fue mi primer ejemplo de representación en el cine. Y esos discos de Los Lobos sonaron en repetición sin parar veranos enteros. Sé del poder de la representación, porque lo sentí viendo finalmente una de nuestras historias en la pantalla.