Cultura
Lo que en los libros no está, los refranes nos lo enseñarán
Jesús Camacho Niño se sumerge en estas expresiones lingüísticas, parte del patrimonio cultural inmaterial de una comunidad, y en la función pedagógica que desempeñan. Si bien apoyadas en ejemplos “españoles”, las observaciones y catalogaciones del profesor suman contexto a los interesados por el tema y varias puntas para su análisis.
Lengua y cultura están estrechamente relacionadas y, a menudo, no es posible determinar dónde empieza una y termina otra. Los refranes: “febrerillo loco, con sus días veintiocho”; “reunión de pastores, oveja muerta”, ejemplifican esto a la perfección.
Estas expresiones lingüísticas forman parte del patrimonio cultural inmaterial de una comunidad y desempeñan una función pedagógica. Recogen la experiencia acumulada de un pueblo y transmiten las normas sociales, morales o religiosas de un grupo social. Son anónimos y su uso es popular. Se difunden oralmente y suelen tener un tono humorístico o jocoso: “la pimienta es chica, pero pica”. Esto dificulta la datación de su nacimiento y vigencia.
Su forma es invariable y poseen independencia sintáctica y significación plena. Por tanto, no necesitan la participación de otras unidades lingüísticas para que su uso sea gramatical y tengan sentido.
Suelen presentar una estructura sintáctica bimembre: “a caballo regalado, no le mires el diente” e incluir una rima: “en tiempo de melones, cortos los sermones”. Estas características, semejantes a las de ciertos versos, facilitan su memorización y transmisión.
Lo más leído
Vocabulario arcaico y variantes
El vocabulario que aparece en ellos es, en muchas ocasiones, arcaico: “quien con gatos anda, a maullar se embeza (= enseña)”. La razón es que muchos refranes se forman y extienden durante la Edad Media, y reflejan el estado de la lengua en ese momento.
A menudo presentan variantes, ya que la oralidad favorece su aparición. Estas variaciones se dan habitualmente en la rima: “año bisiesto, año siniestro/ni cuba ni cesto”. El espacio geográfico es otro factor que favorece la presencia de variantes. En España, se emplea el refrán “la ocasión la pinta calva”. Sin embargo, en Cuba se documenta “la oportunidad es calva y hay que cogerla por los pelos” y en Texas, “la ocasión es calva y con un solo pelo”.
Problemas de traducción
Su condición de culturemas, –expresiones que solo se usan en un lugar determinado por un grupo de hablantes específico– afecta a su traducción. Los refranes no suelen tener equivalentes en otras lenguas. Sin embargo, esto no quiere decir que en esas lenguas no haya expresiones que transmitan las mismas enseñanzas.
En España, se emplea “a quien madruga, Dios le ayuda”, cuyo significado es “ser diligente para tener éxito en las pretensiones, en el trabajo”. En inglés, para expresar esto se emplea “the early bird catches the worm” (“el pájaro madrugador atrapa el gusano”). Igualmente ocurre en catalán: “qui matina, fa farina” (“quien madruga hace la harina”) y en alemán “Morgenstunde hat Gold im Munde” (“hora mañanera tiene oro en la boca”).
Generales y reducidos
Sobre los tipos de refranes y su temática, Julia Sevilla Muñoz y Carlos Alberto Crida Álvarez determinan que los hay de alcance general y de alcance reducido. Los primeros tienen una temática general, un sentido metafórico y se aplican en situaciones muy diversas.
Se dividen en morales: “en boca cerrada no entran moscas”; médicos: “al catarro, con el jarro”; y económicos: “muchos pocos hacen mucho”.
Los segundos son empleados por un grupo de hablantes concreto, en un espacio y un tiempo determinados. Esta categoría incluye refranes meteorológicos: “por San Blas, la cigüeña verás, y si no la vieres, año de nieves”, laborales “por San Martín, mata al guarrín y destapa tu vinín”; supersticiosos: “martes, no te cases ni te embarques ni de tu familia te separes”; y geográficos “quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla”.
El estudio de los refranes
Como se ha apuntado, los refranes son expresiones de carácter popular, que nacen y viven en la oralidad. A pesar de esto, siempre han suscitado la atención de los hablantes cultos y los especialistas de la lengua. Este interés ha provocado la publicación de obras cuya finalidad es su preservación y transmisión. Así, a principios del siglo XVI, aparece Refranes que dicen las viejas tras el fuego (1508), del Marqués de Santillana. A mediados de la misma centuria, en 1555, Hernán Núñez de Toledo publica Refranes o proverbios en romance. Casi un siglo más tarde, aparecerá el Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627) de Gonzalo Correas.
En el siglo XVIII, marcado por el universalismo, los refranes no despiertan el interés de los intelectuales de la época. Esto provoca una escasez de obras que los recopilen. Sin embargo, a principios del siglo XX, todavía muy influenciados por el pensamiento romántico, aparecen Más de 21000 refranes castellanos no contenidos en la copiosa colección del maestro Gonzalo Correas allegolos de la tradición oral y de sus lecturas (1926) de Francisco Rodríguez Marín y Refranero castellano (1928-1929) de Julio Cejador y Frauca.
En el siglo XXI, el Refranero multilingüe, coordinado por Julia Sevilla Muñoz y M.ª Teresa Zurdo Ruiz-Ayúcar, es la recopilación de refranes más ambiciosa que existe. Su desarrollo no habría sido posible sin la participación de la informática. Esta herramienta digital ofrece, además de los propios refranes –perro ladrador, poco mordedor–, información muy variada. Incluye notas sobre su significado –se dice cuando quienes amenazan y se muestran coléricos no son los más peligrosos, pues hacen poco o solo bravatas–, su vigencia, sus variantes –perro que ladra no muerde (Argentina, Bolivia, California, Colombia…)–, sinónimos –canes que ladran, ni muerden ni toman caza–, antónimos –perro que no oyes ladrar, de ése te has de guardar– y su traducción hasta en 17 lenguas (albanés, alemán, catalán, croata, francés, inglés…).
Diccionarios y refranes
Otro aspecto es su inclusión y tratamiento en los diccionarios generales. En los siglos XVII, XVIII y XIX, los refranes ocupaban un lugar importante en las páginas de estas obras. Así se observa en algunos de los grandes diccionarios del momento: el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias –a cada puerco le viene su San Martín (s.v. puerco)–, el –Diccionario de autoridades (1726-39) de la Real Academia Española –casa reñida, casa regida (s.v. casa)– o el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes (1786-1788) de Esteban de Terreros y Pando. Sin embargo, su inclusión ha ido descendiendo y actualmente, no se registran.
La Real Academia Española sostiene que los refranes son “producto de la creatividad de los hablantes a lo largo del tiempo”. Por esta razón, su diccionario no los recoge.
En resumen, los refranes son manifestaciones culturales que reflejan la idiosincrasia de un pueblo. Son herramientas pedagógicas que trasmiten enseñanzas y normas de conducta social y moral. Forman parte del patrimonio de una comunidad y su pérdida conlleva su empobrecimiento sociocultural. Por ello, entre los objetivos de lingüistas, antropólogos e historiadores debe estar su estudio, conservación y transmisión.
*Profesor Ayudante Doctor, Universidad de Jaén
This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the original article.