En 1995 Rock al parque surgió como respuesta a la creciente escena del rock y del metal en Bogotá y otras ciudades importantes de Colombia. Grupos como Aterciopelados, 1.280 almas y La Derecha pedían a gritos escenarios más grandes que los pequeños bares donde se reunían entre 20 y 30 fanáticos a oírlos tocar. “El rock en Colombia siempre ha buscado crecer –dice Juan Carlos Garay periodista y musicólogo-. Con semejante potencial era necesario buscarle un espacio más grande”.
En su primera edición, Rock al parque contó con cuatro escenarios: el teatro al aire libre La Media Torta, el Parque Simón Bolívar, el Estadio Olaya Herrera y la Plaza de Toros. Jóvenes de distintas tribus roqueras y de todas partes de la ciudad se reunieron para oír a grupos como Sangre Picha, Darkness, Fobia y Seguridad Social.
Desde un principio, Mario Duarte vocalista de La Derecha, el empresario Julio Correal y el Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá pensaron el evento como un espacio donde todos los jóvenes bogotanos pudieran compartir y expresar los sentimientos que genera el rock. El festival, completamente gratuito, también debía consolidarse como una plataforma para promover el talento local y nacional. “En Rock al parque se dieron a conocer muchos grupos como por ejemplo Superlitio y 1.280 almas –dice Chucky García curador de la edición 2014-. Y estoy seguro de que entre los asistentes muchos salieron con la idea de crear un grupo de rock.”
Con una que otra variación la propuesta inicial sigue en pie. Es cierto que con los años Rock al parque ha ampliado su espectro invitando a artistas como Julieta Venegas, Robi Draco Rosa y Ely Guerra. Pero Eduardo Arias, periodista y miembro del grupo Hora local, tiene razón cuando pregunta “¿qué es el rock? ¿Cómo puede definirse? ¿Será únicamente la combinación de una batería, un bajo y una guitarra tocando acordes de mi, la y séptima de si o se tratará más bien de un espíritu rebelde e irreverente?” Con las barreras del rock más difuminadas que en los cincuenta o sesenta, los organizadores del evento sedujeron a otros tipos de público con grupos de reggae, pop, rap y electrónica. Para la conmemoración de sus diez años Rock al parque ya era un festival en el que se podían ver todas las caras de Bogotá según el grupo que tocara y el escenario en el que estuviera.
Al cambio le siguieron las críticas de algunos metaleros y roqueros empedernidos que se quejaron de que el festival perdía su esencia. Pero aunque la programación haya variado un poco, el espectáculo sigue girando en torno a ellos y reserva un día entero a sus más fieles seguidores. Los metaleros y los roqueros disfrutan con casi todas los grupos que se presentan y su asistencia no depende de que el hit del momento esté en la programación. El año pasado, por ejemplo, al día del metal asistieron 120.000 espectadores mientras en los otros dos días no se contaron más de 20.000, la cifra más baja en la historia del festival.
Para muchos bogotanos después de la edición 15, en la que se presentaron grupos como Molotov, Fito Páez, Haggard y Morbid Angel, el festival dejó de ser lo que era. Las grandes bandas escaseaban y el interés del público se perdía. Pero Eduardo Arias y Juan Carlos Garay son de la opinión de que el éxito del festival no tiene por qué medirse en la cantidad de asistentes. Los grupos del año pasado, si bien en su mayoría no muy conocidos, eran muy buenos. Además, uno de los principales propósitos de Rock al parque es dar a conocer el talento local y nacional y eso fue lo que se hizo. También hay que entender que con el presupuesto del Distrito no siempre es fácil hacer maravillas.
“Cuando organizaba el festival muchos grupos me pidieron de inmediato la mitad de la plata que costaba traerlos –explica Julio Correal–. Pero con dinero público eso es imposible.” El Distrito financia Rock al parque y en varias ocasiones se ha sumado el patrocinio de empresas internacionales como Coca-Cola y Red bull. Pero el evento sigue con un presupuesto que comparado con el de otros festivales como Estéreo Picnic es bastante menos que la mitad. Este año, para celebrar su edición número 20, el dinero aumentó y la programación es de lujo.
Como curador Chucky García hizo un ejercicio de memoria e incluyó varios de los grupos que tocaron en las primeras ediciones de Rock al parque y que tuvieron un impacto en la escena del rock nacional. Por eso están invitados 1.280 almas, Aterciopelados y Superlitio. Y combinó a estos grupos con bandas internaciones de la talla de Anthrax y Molotov. García también quería tener en cuenta el impacto que el internet y las redes sociales tienen en el escenario de la música, y por eso trajo a artistas como Esteman que se dieron a conocer por YouTube. Ante todo, la programación debía reflejar la esencia roquera del festival pero con uno que otro invitado de otros géneros musicales. Y mantener esa idea inicial parece ser la propuesta a futuro.
Rock al parque se ha convertido en uno de los emblemas de Bogotá, una ciudad que cada día necesita más eventos como este que les permite a los bogotanos vivir y disfrutar la ciudad juntos. “Personalmente como ciudadano, y no solo como roquero, le agradezco al Distrito que organice un evento como este,” dice Arias.