LIBROS

El apagón de los libros digitales

Hace una década el mundo creía que el libro impreso tenía los días contados, pero hoy las cifras muestran una realidad diferente. La venta de los impresos aumenta y la de los digitales cae, pero a futuro se espera que ambos formatos coexistan.

8 de abril de 2017

Nicholas Negroponte, fundador del laboratorio de medios de la Universidad Tecnológica de Massachusetts (MIT) y experto en nuevas tecnologías, soltó una frase lapidaria en agosto de 2010, en medio de una conferencia sobre el futuro de la tecnología: “En cinco años el libro en papel estará muerto”.

Su predicción le dio la vuelta al mundo y cayó como un baldado de agua fría para la industria editorial, que en ese entonces vivía momentos de incertidumbre: las ventas de libros digitales se estaban duplicando en el mercado anglo, internet estaba revolucionando negocios que años atrás parecían estables, y, como Negroponte, otros expertos pronosticaban que para 2018 el libro digital iba a sobrepasar al impreso. En la mente de muchos editores y libreros estaba la crisis que las empresas discográficas ya vivían por culpa de la música online.

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Pero siete años después el revolcón editorial que muchos anunciaron está más lejos que nunca. Hoy la venta de libros impresos está disparada en el mundo entero, cada vez más autores publican sus novelas en formato físico, las editoriales independientes están encontrando un nicho importante de lectores y en Estados Unidos y Reino Unido –los países que impulsaron el crecimiento del e-book hace cerca de una década– las ventas de libros digitales han disminuido por dos años consecutivos.

La razón principal, según muchos editores, es que los dispositivos electrónicos no han podido igualar la experiencia de leer un libro en papel. “El libro digital nunca pudo dar la misma sensación que da un impreso –cuenta Rafael Nieto, coordinador de Promoción y Mercadeo de la Editorial Javeriana–. Para mucha gente la emoción de escoger un libro de una librería, tenerlo en las manos y pasar las páginas es incomparable”.

Las cifras hablan por sí solas. La Asociación de Editores Norteamericanos (AAP, por sus siglas en inglés), que recoge información sobre el mercado editorial de Estados Unidos, afirma que entre 2014 y 2015 la venta de e-books se redujo un 9,7 por ciento. Una tendencia similar a la del informe sobre Reino Unido que Nielsen publicó hace un mes, según el cual entre 2015 y 2016 la venta de libros digitales bajó un 4 por ciento, mientras que la de impresos aumentó un 7 por ciento.

Además Amazon, el gigante tecnológico que hace unos años les apostó al libro electrónico y a un dispositivo electrónico como el Kindle –que permite leerlos con mayor facilidad–, abrió hace dos años su primera tienda de libros impresos. Hoy ya tiene cinco y planea construir otras siete.

A desconectarse

Lo más paradójico es que, según esas mismas cifras, las nuevas generaciones impulsan el crecimiento del libro impreso pues a la hora de leer sus libros favoritos prefieren desconectar sus aparatos móviles y coger el papel. A eso han ayudado el crecimiento de sagas y novelas juveniles, y el hecho de que las editoriales han sabido adaptarse a sus gustos. Hoy los libros impresos les dan mucha importancia a los detalles visuales; las novelas gráficas y los cómics dejaron de ser géneros menores y las pequeñas editoriales están haciendo ediciones en las que la apariencia externa del libro es un plus a la hora de comprarlo.

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Leer un libro también es, en muchas ocasiones, un escape al mundo real y los aparatos electrónicos mantienen a la gente conectada al trabajo y a sus problemas diarios. Por eso, el formato que actualmente crece más rápido en Estados Unidos es el audiolibro (las ventas aumentaron un 37,6 por ciento entre 2014 y 2015), que permite que la gente cierre los ojos y escuche las narraciones.

Otros creen que el boom de libros digitales de comienzos de la década resultó sobredimensionado. Iván Correa, director de la editorial colombiana eLibros, dice que el crecimiento acelerado durante esos años se debió a la novedad. “Más que disminuir –cuenta Correa– el mercado del libro electrónico se está estabilizando. Aunque las ventas caen, las cifras también muestran que los ‘e-books’ aún representan cerca del 25 por ciento del mercado total de libros en Reino Unido”.

En Colombia –aunque también en el resto de América Latina y en países como Francia o España– el formato digital ni siquiera se ha consolidado. Nunca se dieron aumentos tan significativos como los del mercado angloparlante y las ventas de libros electrónicos en 2015 apenas representaron el 4,8 por ciento del total de libros vendidos. Sin embargo, las cifras de la Cámara Colombiana del Libro muestran que desde 2012 la publicación y la venta de libros digitales aumentan cada año (ver recuadros).

“Están creciendo –cuenta Enrique González Villa, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro–, pero más lentamente de lo que muchos pronosticaban y con una participación que aún no es significativa”. Ese aumento se ha dado, sobre todo, por los libros educativos y universitarios (en estos últimos, los libros digitales ya son el 25 por ciento de los publicados). González afirma que muchas personas están usando los dispositivos electrónicos para leer los textos académicos, pero prefieren el formato físico para leer por gusto. Al mismo tiempo, algunas universidades están publicando sus investigaciones en formato digital, porque así es más fácil que las consulten investigadores internacionales.

En el país, sin embargo, el costo de los aparatos electrónicos sigue siendo alto y la inseguridad a veces priva a la gente de usarlos en el transporte público o en la calle. Además, el promedio de libros leídos al año es bajo (la cifra es de 2) y eso también influye en las ventas de e-books.

Futuro compartido

Pero las personas que le apostaron al libro electrónico en Colombia son optimistas. Correa piensa que la gente aún está familiarizándose con el formato. Los canales de venta, además, están comenzando a ampliarse: hoy las personas pueden pagar una mensualidad para acceder a un número ilimitado de títulos digitales, y muchas bibliotecas (públicas y universitarias) están suscribiéndose a plataformas que les permiten a sus usuarios leer algunos ejemplares gratuitos.

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Otros siguen innovando. Juan Sebastián Saab, fundador de la editorial LuaBooks, que publica libros infantiles, cuenta que han empezado a combinar distintas plataformas. Hace poco publicaron un libro impreso sobre el canto de los pájaros, que venía con un aplicativo en el celular para que al poner el aparato sobre los dibujos del papel estos cobraran vida y se escucharan los sonidos. “Muchos –cuenta Saab– simplemente pasaron lo impreso tal cual al formato digital, pero nosotros aprovechamos realmente la tecnología”.

El futuro, al parecer, no es el apocalipsis del libro impreso ni la desaparición del digital, sino una convivencia de varios formatos para que cada lector escoja el que más le gusta. Pero incluso en ese momento el libro en papel seguirá siendo el rey, pues ya demostró que es insustituible y que su desaparición está más lejos que nunca.