Cultura
Los salmos a los que se debe encomendar para la unión en el matrimonio
El compromiso de las parejas también está en entregarse a Dios.
El matrimonio es una de las elecciones más importantes y significativas en la vida de una persona. Es un compromiso duradero entre dos individuos que han decidido compartir sus vidas, sueños y desafíos juntos.
A lo largo de los años, las parejas enfrentan una serie de desafíos, pero también tienen la oportunidad de construir una vida juntos llena de amor, satisfacción y felicidad. Además, de compartir momentos buenos y malos.
Con el tiempo, las relaciones se van haciendo más fuertes, pero al mismo tiempo, se conocen con profundidad las virtudes y defectos del otro. Es entonces cuando aparecen las discusiones y la falta de comunicación.
Ante dicha situación, en el matrimonio comienza a perderse la unión y la entrega mutua de la vida, tanto del hombre como la mujer. Pues la relación debe tener una voluntad de entregarse a Dios en su totalidad y hacer todo lo que dice su palabra.
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Por ello, las parejas deben trabajar con constancia para que sea una unión sagrada, ya que Cristo elevó esta vocación al amor y a la dignidad del sacramento para que con su consentimiento los esposo se entreguen de la misma manera que hizo Jesús en la Cruz.
Cuando estas acciones comienzan a perderse, lo más aconsejable es que las parejas busquen a Dios y se encomienden a su palabra, especialmente en los salmos que se mencionarán a continuación:
- “¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos. Sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!. Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien”, Salmo 1:1-3
- “Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo”, Salmo 27:4
- “El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en él. Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: por eso le daré gracias con mi canto”, Salmo 28:7
- “Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja. Así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias”, Salmo 69:29-30
- “Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. Que caigan en lo más profundo de la tierra los que buscan mi perdición”, Salmo 63:8-9
- “No tendrá que temer malas noticias: su corazón está firme, confiado en el Señor. Su ánimo está seguro, y no temerá, hasta que vea la derrota de sus enemigos”, Salmo 112:7-8