Personaje
Manami Ito, violinista, enfermera y exatleta paralímpica de Japón
La violinista japonesa entusiasmó a su país con su breve pero impactante presentación en la ceremonia inaugural de los Paralímpicos de Tokio. Y tocar el violín ni siquiera es a lo que se dedica.
Evocadoras notas surgen del violín de Manami Ito mientras se mueve con gracia tomando el instrumento con su brazo prostético, diseñado especialmente para ella.
Ito, de 36 años, es una enfermera y exnadadora paralímpica que ha desafiado todos los obstáculos que se le han presentado desde que años atrás perdió el brazo derecho en un accidente de motocicleta.
“Siempre había gente que me decía: ‘no, usted no puede hacerlo, es imposible’”, contó en la casa de su madre a la orilla de un río.
“Cada vez que encontré ese tipo de muro pensé: ‘Dicen eso porque nadie lo ha hecho antes. Así que yo lo voy a hacer’”, agregó.
Pero Ito no siempre se sintió así, en especial en los días oscuros después del accidente a sus 20 años.
“Pensé que me confinaría en casa por el resto de mi vida”, admitió. “No quería que mis amigos o vecinos vieran mi cuerpo, no quería que supieran lo que me pasó”.
Fue ver a sus padres con " verdadero dolor” por su estado lo que la hizo recapacitar.
“Pensé que no podría hacerlos sonreír si yo mismo no sonreía”, dijo.
La madre de Ito la estimuló a tocar el violín en su infancia, y luego del accidente decidió intentarlo de nuevo.
Al principio intentó tocar ayudándose con su pie, pero años después pudo recibir un brazo prostético especial con el que llegó a dominar el violín.
Como niña “odiaba perder o fracasar”, por lo cual no se atrevió a tocar en público durante mucho tiempo, pero al final venció la determinación.
“Quiero mostrarle al mundo que, solo porque nadie lo ha hecho antes, no significa que yo no puedo”, declaró.
Normal y diferente
Ito era estudiante de enfermería en el momento del accidente, y estaba decidida a retomar sus estudios.
Pero la primera prótesis que recibió parecía más el brazo de un maniquí que una extremidad funcional.
“Al inicio estaba feliz porque cuando me lo puse y salí, nadie se me quedaba mirando”, recordó.
Pero luego descubrió que no la ayudaba “en nada”, y luchó por cambiarlo por uno nuevo con movilidad que le permitiera trabajar.
En 2007, se convirtió en la primera enfermera de Japón con un brazo prostético, y tomó un empleo en la ciudad occidental de Kobe porque quería estar lejos de su familia para vivir con independencia.
Fue allí que redescubrió otra pasión de su infancia: la natación.
Comenzó a entrenar después del trabajo pensando en competencias paratléticas, y nadó en los Paralímpicos de Pekín-2008 y Londres-2012, alcanzando tres finales bajo su apellido de soltera, Nomura.
Y aunque una vez intentó ocultar sus cicatrices, Ito dijo que escogió la natación porque la revelaba tal como ella es.
“Yo nunca quería que alguien viera mis cicatrizas, eran la parte más vulnerable de mi cuerpo”, admitió. “Pero luego pensé en mostrarlas al mundo, porque de otra manera nunca sería fuerte”.
Ito dejó la enfermería en 2015 después de casarse, y actualmente está centrada en criar a sus dos hijas, de dos y cinco años, aunque continúa dando charlas sobre su vida.
Piensa ver en televisión el cierre de los Paralímpicos con su esposo e hijas, a quienes educa para que acepten la diversidad.
“Cuando mi hija sea mayor, llegará el día en que sus amigos le dirán que su madre se ve extraña”, comentó Ito. “Quiero escucharla decir que esta es su madre, y que lo normal puede ser diferente para cada persona y cada familia”.