Han Solo: una historia de Star Wars

Título original: Solo: A Star Wars Story

Año: 2018

País: Estados Unidos

Director: Ron Howard

Guion: Jonathan Kasdan y Lawrence Kasdan

Actores: Alden Ehrenreich, Woody Harrelson,

Emilia Clarke

Duración: 135 min

Se sabía que esto iba

a pasar cuando George Lucas le vendió los derechos de La guerra de las galaxias a Disney: una explosión de películas calcadas entre sí, inmunes a la crítica, juguetonamente nostálgicas, inevitablemente taquilleras.

Ron Howard, uno de los directores estadounidenses más consistentemente sosos, toma las riendas y no decepciona: no hay acá ni un segundo de chispa o química entre nadie. Todo es correcto, pero inerte; simpático, pero cuando termina, se da uno cuenta de que no quedó rastro de nada, ni de imágenes, ni de relaciones entre personas, ni de diálogos, ni de paisajes. Nada.

Aunque sí produce una emoción extraña, ¿habría que llamarla una emoción fantasma o reflejo? Porque viene más de lo que se recuerda que de lo que se ve. Es como si lo que uno tiene al frente colapsara con lo que se ha visto en otros momentos de la vida, en un intento por hacer que los espectadores reviertan al niño o adolescente que, maravillado, se encontró con este universo por primera vez. Por momentos funciona.

Como el título hace evidente, se reconstruye acá la historia de Han Solo, aquel piloto interpretado hace décadas por Harrison Ford con una mezcla entrañable de dureza y exasperación. En su versión, era un tipo rudo, cínico, cascarrabias, más interesado en cosas concretas como el dinero que en la metafísica revolucionaria de sus compañeros de aventura, pero eso era otro tiempo (diría uno que hasta otra galaxia).

En la evolución de esta franquicia, ese cinismo o realismo o, de hecho, cualquier cuestionamiento sobre lo que representan el Imperio y los Rebeldes han sido eliminados por completo, y la inmensa mayoría de los personajes con un rostro y una historia detallada resultan siendo de los buenos, así nunca se explique qué implica eso de ser ‘de los buenos’.

En un mundo así, la hosquedad del Han Solo original no tiene cabida, de modo que el personaje (interpretado por Alden Ehrenreich que sí tiene cierto parecido con Ford en cuanto a su cabellera y su sonrisa inclinada) es retratado como un tipo idealista, aunque inconsciente de serlo.

Todo comienza con la partida apresurada de Corellia, su planeta natal, en donde tiene que dejar a su enamorada Qi’Ra (Emilia Clarke), jurando regresar por ella. Antes de lograrlo, le toca reclutarse en el ejército imperial y vivir brevemente una guerra de trincheras, antes de entrar a formar parte de un grupo de forajidos que le hacen trabajos a una misteriosa organización llamada Red Dawn, entre cuyos miembros encuentra, sorpresivamente, a Qi’Ra.

La lista de elementos infaltables en la serie está bien representada: carreras de naves, alienígeneas de ojos grandes, bares de mala muerte y robots emancipados. Todo retratado cautamente. El hecho de que se trate de una producción problemática, en la que los dos directores originales (Phil Lord y Chris Miller, de las películas de Lego) salieron en medio del proceso, no se nota. Queda la duda del efecto que habría podido tener el humor absurdo de Lord y Miller en una franquicia tan formateada, pero su publicitada salida y la llegada de Ron Howard significa que nunca lo sabremos. n

CARTELERA

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