Mariana Vera y su homenaje a San Andrés

Apenas vio el artefacto que los pescadores usan cuando salen a navegar el mar, visualizó una instalación. Sin perder tiempo, se puso manos a la obra y comenzó a recolectar boyas usadas por los pescadores. Algunas se las pedía cuando volvían del mar, y otras fue a recogerlas con ellos en sus propios botes.

Las boyas representan un arrecife multicolor. Foto: León Darío Peláez.

Una vez las conseguía, tenía que limpiarlas. La mayoría de ellas estaban en mal estado, así que las ponía en un balde lleno de clorox y empezaba a cepillarlas hasta que quedaran nuevamente como nuevas. Finalmente las pintaba. Así, de forma manual, fue transformando las viejas boyas usadas.

En esa tarea duró cuatro años. 

Este fin de semana, en el marco de la feria Barcú, que se lleva a cabo en La Candelaria, Mariana presenta su instalación, a la que llamó Meridiano 82, para mostrar como los pescadores locales fueron los más perjudicados con la decisión de La Haya, de quitarle 75.000 kilómetros cuadrados de mar a Colombia para dárselos a Nicaragua, en medio de un diferendo limítrofe entre los dos países.

En un salón de la Galería 3-30, ubicada en una casa colonial en frente de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, se pueden ver todas sus boyas colgadas del techo, pintadas de varios colores y formando un ‘mar’ multicolor, que recuerda los colores que se pueden ver en los arrecifes que están en la zona. “Esta no es una obra de carácter político, sino social. Los pescadores del archipiélago han sido los más perjudicados con el fallo de La Haya”, cuenta. 

Las boyas las recogió en el mar o con los pescadores. Foto: León Darío Peláez

Su obra está compuesta por dos partes. Además de la multicolor, hay una compuesta solo por bayas azules, que representa al mar del archipiélago. Hasta hace pocos días, la parte azul de la instalación estaba en Barranquilla, pues ella hizo parte del Salón Regional Caribe de artistas. 

En Barcú está la instalación multicolor, que a pesar de ser una especie de crítica a la situación social de los pescadores, deja ver la alegría y los colores que caracterizan al Caribe y a la cultura de los isleños.

Lo cierto es que esta obra no es normal en la carrera de Mariana Vera. Hasta ahora su especialidad era tomar objetos para volverlos imperecederos, para inmortalizarlos. Este año, de hecho, también trabajó con una hoja, caída de un árbol. 

Para ella, que nació en Barranquilla, pero que pasó gran parte de su juventud en Francia y en España, las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina son muy importantes. Aún recuerda el día que las conoció, pues había regresado hace poco de Europa y una prima la invitó a conocerlas. “Quedé matada -cuenta-. Me encantó la idiosincrasia, los colores, la cultura única de los isleños”. Por eso, esta obra es tan significativa.