LITERATURA
El éxito de Mario Mendoza
La crítica juzga duramente al escritor bogotano, uno de los más vendidos en la reciente edición de la Filbo. Pero otra cosa opina su nutrido grupo de lectores. ¿Quién tiene razón?
Cuando Mario Mendoza recibió el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral por su novela Satanás, el crítico español Ignacio Echevarría reprochó la decisión en una columna en El País, de Madrid. “Con sus interminables diálogos de teleserie y una prosa casi escolar, ‘Satanás’ provoca perplejidad, primero, y finalmente desazón”, decía el texto, publicado el 23 de marzo de 2002. A pesar de la crítica, la novela se convirtió en un fenómeno editorial, fue adaptada al cine y hoy, 14 años después, sigue siendo un referente de la literatura colombiana.
Esa parece ser una historia recurrente para Mendoza, escritor bogotano nacido en 1964, quien ha publicado 18 novelas y cuatro libros de cuentos. Los críticos juzgan sus obras con dureza, pero casi siempre están entre las más vendidas. Y su gran masa de lectores las lee con fruición y siguen a su autor como a un rockstar.
De hecho La melancolía de los feos, su nueva novela, estuvo entre los libros más vendidos en la pasada edición de la feria del libro. Sus fans hicieron largas filas para entrar a su conferencia o para que les firmara un ejemplar.
Jorge Iván Parra, quien ha sido crítico literario de El Tiempo, cree que el éxito de Mendoza se debe a que escribe sin trampas y para que los lectores lo entiendan fácilmente. “Supo escoger su público e identificarlo con sus personajes y situaciones”, añade. Sus libros, generalmente, hablan de personas marginales, oscuras y deprimidas. Parecen interpretar a una parte de la sociedad actual.
El mismo Mendoza reconoce que su obra “quizás ha dado en el blanco de una época turbia, siniestra y sumamente cruel” en la que “la enorme mayoría caminamos por una cornisa, haciendo equilibrio para no caernos en un agujero negro, al borde de nuestros propios precipicios”.
Incluso quienes critican sus libros reconocen un acierto del escritor en esa sintonía con el público, pero aseguran que a su obra le falta mayor calidad literaria. Luis Fernando Afanador, crítico de SEMANA, piensa que “sus personajes hablan con una voz impostada y por lo tanto no parecen creíbles. Sus tramas parecen forzadas. Busca convencer, más que sugerir”. Para Sebastián Pineda Buitrago, autor del libro Historia de la narrativa colombiana, siglos XVI a XX, Mendoza no sale muy bien parado pues en sus novelas prima lo episódico y lo anecdótico, lo que llama “el manoseo del lugar común”. Parra, por su parte, piensa que le hace falta lo mismo que a muchos escritores: desarrollar nuevas técnicas, crear personajes emblemáticos y esmerarse más en los recursos lingüísticos y literarios.
La pregunta en el fondo es por qué hay una diferencia tan marcada entre los gustos del público y las opiniones de los analistas. Según el escritor Fernando Quiroz eso pasa generalmente con los autores que tienen un buen desempeño comercial. Y Mario Mendoza es prolífico, ha escrito y vendido libros de todo tipo, incluso uno llamado Paranormal Colombia en el que, siempre con su estilo, cuenta historias de personas que hablan con los muertos, leen la mente o ven el futuro. También escribió una saga juvenil en la que cuenta la historia de un joven que viaja por sitios mágicos de toda América Latina.
“Él tiene un lenguaje popular totalmente consciente. No le interesa pasar a la historia como un artista sofisticado para unos pocos, sino como un autor con lectores, ni más ni menos”, dice el también escritor Ricardo Silva Romero, quien considera que el crítico tiene derecho de opinar abiertamente sobre lo que no le gusta. Esa diferencia también tiene que ver con que el público lee para divertirse, mientras los académicos no. Según Parra, “muchos se las quieren dar de interesantes y eruditos, cuando no son más que prevenidos y llenos de prejuicios”.
A Mendoza le ayuda que escribe para Editorial Planeta, una de las más grandes y reconocidas, lo que le da presencia escénica y mediática. Sin embargo, esto no sería suficiente si sus libros no tuvieran algo que le gusta a su público, en su caso, mayoritariamente joven. El escritor trata de mantener con su gente un contacto constante: escribe semanalmente en su blog y responde todos los comentarios. Va a los colegios y universidades, visita clubes de lectura y da charlas sobre cómo ser escritor. “A mí crear lectores me parece un trabajo de base fundamental en un país como el nuestro. Es una forma de resistencia civil”, explica Mendoza.
Ese trabajo de mercadeo y de cercanía con sus lectores ha resultado fundamental para que muchos de ellos lo traten como a un escritor de culto. Para Lina Palencia, una booktuber fanática de Mario Mendoza, su secreto con los jóvenes es que escribe de una manera muy cercana y “no trata los típicos temas de otros escritores colombianos”.
Quiroz, por su parte, cree que se debe a que escribe con una voz muy potente temas directos, que mezclan la novela negra con la crónica policiaca, y esa combinación les llama la atención a quienes aún están llegando a la adultez.
Al final, todos coinciden en que Mendoza es un autor consolidado. Para Parra, “es una realidad y una presencia importante en nuestra narrativa, guste o no guste”. Y para Afanador “ya es considerado un escritor de primer nivel por sus lectores, su editorial lo adora y los medios le abren sus espacios. No es ningún marginal, ya hace parte del establecimiento”.
Además, que sus libros se vendan y que tenga un grupo fiel y nutrido de lectores ya lo convierten en una de las plumas más importantes de la nueva generación de las letras colombianas. Sobre su calidad, su trascendencia y la importancia de su literatura, solo el tiempo dará una opinión justa al respecto.