PERSONAJE
“Mi exotismo es bastante místico en el escenario”: Fernando Montaño habla con SEMANA de baile, moda, Colombia, inmigración y racismo
El primer bailarín y ahora artista invitado del Royal Ballet de Londres viene a Colombia a festejar con su talento los 200 años del Museo Nacional en el Teatro Colón. En esta charla cuenta sobre ese Gran Ballet que trae el 15 de mayo a Bogotá y habla de baile, moda, fútbol, inmigración y racismo.
No es exagerado decir que Fernando Montaño llegó a la cima, pero al excepcional artista del cuerpo le quedan muchos sueños por cumplir.
El más grande bailarín clásico de Colombia, nacido en Buenaventura en 1985 y residente en Londres desde 2007, donde escaló con esfuerzo y talento hasta la posición de primer bailarín del Royal Ballet, es ahora un invitado especial de esa reverenciada institución. Esto significa que baila al más alto nivel cuando así lo pacta, pero también controla su tiempo como nunca antes. Por eso, ha orbitado hacia algo que le atrae por naturaleza: expandir sus alas.
Montaño sigue los pasos de un enorme como Rudolf Nuréyev, diversificando sus intereses y acciones sin perder de vista el baile, en el que aún aspira a brillar “siete años más”. Por eso, en 2023, Montaño destina más tiempo para viajes, para el diseño de modas (y la creación de una marca), para la producción de espectáculos, para defender causas medioambientales y sociales, y para protagonizar eventos especiales a los que en el pasado probablemente no hubiera podido asistir.
Uno de estos tiene lugar el próximo 15 de mayo en el Teatro Colón, en Bogotá. Se llama El gran ballet y es gestionado por la Asociación de Amigos del Museo Nacional (que por 33 años ha apoyado las actividades del museo). Y cuando su directora, María de los Ángeles Holguín, invitó al bailarín a festejar los 200 años del Museo, Montaño lo consideró un honor y aceptó sin dudarlo. Al respecto, esto dijo desde Londres.
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SEMANA: Nos habla después de un ensayo. ¿Dónde estaba y qué preparaba?
Fernando Montaño: Estaba en el Royal Opera House, practicando para el show que voy a llevar a Colombia. Este constará de algunos solos, algunos duetos y algunas “sorpresas”, como les llamo, porque son como una fusión entre la danza clásica y el baile tradicional de Colombia, con un poco de salsa también. Es un programa mixto. Y me confirmaron que la Sinfónica Nacional va a acompañarme. En ese sentido, tener música en vivo va a ser apoteósico. Algunas piezas son muy clásicas, como El lago de los cisnes, y otras posiblemente pocas personas en Colombia las hayan visto, pues vienen del repertorio del Royal Ballet. La idea es llevar algo de lo que hago aquí a casa.
SEMANA: Bailará con Diana Catalina Gómez. ¿Cómo es la química con ella?
F.M.: Con Diana Catalina nos conocemos desde chiquitos porque entramos juntos al Instituto Colombiano de Ballet Clásico. Después de dos años en el Instituto, yo me fui y nunca regresé, pero luego la vi a ella participar en la competencia en Cuba, cuando ganó su medalla. Y después de unos años ella también partió. Siempre hemos estado conectados, pero es la primera vez que bailaremos juntos. Es como un gran encuentro.
SEMANA: En 2018 describió la vida del bailarín como solitaria. En esta fase pospandémica, ¿sigue sintiéndose así?
F.M.: Ha habido muchísimos cambios en mi vida, como en la de todos. Ahora soy un primer bailarín y un artista invitado en el Royal Ballet, y eso me permite tener más flexibilidad. Mi vida sigue siendo solitaria, pero no tanto porque tengo más tiempo para hacer vida social. Y, si bien mis tiempos han cambiado mucho, todavía me quedan alrededor de siete años de carrera. Espero continuar bailando hasta que llegue ese momento, pero nunca se sabe. El cuerpo sigue fuerte, por fortuna. Creo que lo lograré. Y me estoy moviendo bastante porque estoy bailando en muchísimas partes del mundo. Después de Colombia haré mi debut en el Festival de Spoleto, en Italia; visitaré Georgia de nuevo y luego voy a Dubái.
SEMANA: Un hombre sin fronteras y con intereses amplios...
F.M.: Totalmente. La naturalidad de mi trabajo me lleva a viajar por el mundo, pero también a interactuar con muchísimas personas de diferentes esferas y contextos. Y llevo haciendo una labor social de muchísimos años, enfocada en la protección de los océanos, alimentando Children Change Colombia, con la cual, desde Inglaterra, apoyamos organizaciones que velan por la niñez y la juventud. Ahora tengo también Cachua, una marca de ropa, que usa materiales naturales. En Colombia hago todo lo que es joyería y en Perú armo los trajes que yo diseño. Es una nueva faceta. Además, tengo mi compañía productora de espectáculos.
SEMANA: ¿En esa faceta de moda algo tiene que ver la icónica Vivienne Westwood?
F.M.: A Vivienne la conocí un día, caminando en la calle, por medio de Mark Stevenson, un director con quien preparaba un espectáculo. Querían que un bailarín hiciese un ballet en medio del show y lo coreografiara. Tres meses y medio después vieron un espectáculo en el Royal Opera House. Yo estaba recién llegado. Esto fue en 2007 o 2008. Vivienne anotó que yo era muy guapo y me envió una carta diciendo que quería conocerme para evaluar nuestra colaboración. Yo no sabía quién era ella, pero fui a su casa y fui descubriendo todo lo que significaba. A raíz de esa colaboración, Vivienne me dio muchísima ropa y muchísimos consejos. Fue mi mayor crítica, muy valiosa. Fue una lástima que falleciera a finales del año pasado. Estuve en su funeral. Fue muy doloroso y triste, pero me dejó grandes enseñanzas, y sigo en contacto con su esposo, quien maneja su línea ahora.
Vivienne Westwood me dio muchísima ropa y muchísimos consejos. Fue mi mayor crítica, muy valiosa. Fue una lástima que falleciera a finales del año pasado
SEMANA: En días de coronación, ¿cuánto le importa la monarquía?
F.M.: Me importa, porque ellos son los embajadores principales del Royal Ballet. Tal vez en Colombia no se conoce, pero ellos hacen muchísimas labores sociales, especialmente por las artes. Como artista, yo les estoy muy agradecido porque apoyan muchísimo este tipo de causas. Y también tengo amigos cercanos en ella. Y puede que alguien me acompañe a Colombia, pero no puedo decirlo.
Como artista, yo les estoy muy agradecido a loa monarquía porque apoyan muchísimo este tipo de causas. Y también tengo amigos cercanos en ella.
SEMANA: ¿Cómo ha vivido su experiencia de migrante?
F.M.: Yo tuve la fortuna de llegar a esta gran compañía, que es como un templo de las artes escénicas, y, por supuesto, me ha dado algunos privilegios, me ha permitido moverme en ciertos círculos sociales en los que no todos los inmigrantes entran. Pero, por mi labor social, conozco a muchos jóvenes, especialmente adolescentes, que estudian aquí. Y a algunos, que viven lejos de sus familias, trato de incitarlos a salir, a conocer la ciudad, porque Londres ofrece mucho. Aquí escuchas todas las lenguas del mundo, todas las culturas están presentes, y eso te da una vibración muy grande. Culturalmente, además, hay mucho para aprender.
SEMANA: Exaltó en sus redes la inauguración de la cancha Marino Klinger en Buenaventura. ¿Le gusta el fútbol?
F.M.: Me gusta, y justo en Inglaterra tengo un amigo exfutbolista: John Terry... Sigo el deporte, lo veo con pasión pero con distancia. Y tengo muchos amigos deportistas. Soy una persona que le gusta expandir sus alas. Estar en Londres me ha dado esa oportunidad.
Personalmente, quisiera que todos tratáramos de ser la mejor versión de nosotros. Si nos enfocamos en esa aspiración, Colombia podría ser una potencia en muchísimas cosas
SEMANA: ¿Está pendiente de la situación política y social en Colombia?
F.M.: En estos años he estado bastante al tanto, pendiente, pues está sucediendo un cambio grandísimo en el país. Es importante, si bien estoy afuera, saber qué está pasando. Personalmente, quisiera que todos tratáramos de ser la mejor versión de nosotros. Si nos enfocamos en esa aspiración, Colombia podría ser una potencia en muchísimas cosas. No todo el mundo piensa como yo pienso, todos tenemos diferencias, pero me gustaría aportar en fomentar nuestra excelencia máxima como individuos.
SEMANA: El racismo no mide billetera o fama. ¿Cómo lo ha vivido?
F.M.: En mis inicios, tuve una etapa en la que usaba un maquillaje mucho más claro. Yo pensaba: “En la compañía no hay más bailarines como yo”. Éramos tres, pero no todos hacían todas las cosas. Y pensaba: “Si me equivoco, se va a notar completamente”, porque empiezas desde abajo, en el grupo, en el cuerpo de baile, y vas escalando. Y eso hice hasta que me cansé, porque me tenía que poner muchísimo maquillaje. Y me dije: “Si me equivoco, me equivoco y que me regañen y pongo la cara, pero es hora de mostrarme como soy, y que la gente lo acepte”. Fue un gran paso. Y mi exotismo es bastante místico en el escenario. Es lindo ver esa diversidad. Todavía hay muy pocos ejemplos de grandes estrellas negras en el mundo de la danza y el ballet. Es bueno estar, ser uno de ellos y hacer la mejor labor para inspirar a otros.
En una etapa en la que usaba un maquillaje mucho más claro. Yo pensaba: “En la compañía no hay más bailarines como yo”. Éramos tres, pero no todos hacían todas las cosas. Y pensaba: “Si me equivoco, se va a notar completamente”, porque empiezas desde abajo, en el grupo, en el cuerpo de baile, y vas escalando. Y eso hice hasta que me cansé, porque me tenía que poner muchísimo maquillaje. Y me dije: “Si me equivoco, me equivoco y que me regañen y pongo la cara, pero es hora de mostrarme como soy
SEMANA: ¿El mejor baile de su vida?
F.M.: Mi primer papel principal, el primero, en el que sentí la gloria de ser ese primer bailarín. Fue muy especial, porque me gustan mucho los ballets dramáticos, no solamente los técnicos. En The Two Pigeons era un amante, un gitano con algo de sex appeal, exaltado por mi físico y mis raíces. Y pude mostrar la parte técnica y también mi dramaturgia. Recientemente, en Georgia, hice Otello, y la historia es extremadamente dramática, entonces, viví muchas emociones y momentos increíbles. Incluso, viví el llanto durante los espectáculos. Fue muy muy interesante.