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Hiatus Kaiyote - Mood Valiant / Claudia Sangiorgi Dalimore
La banda australiana Hiatus Kaiyote en su estado cuatricolor para celebrar el lanzamiento de su tercer LP, 'Mood Valiant' y su concierto 'Tiny Desk'. De izquierda a derecha: Perrin Moss (batería), Paul Bender (bajo), Simon Mavin (teclados) y Nai Palm (voz y guitarra). | Foto: Claudia Sangiorgi Dalimore

Entrevista

‘Mood Valiant’ de Hiatus Kaiyote: vencer un cáncer de mama, lanzar el mejor disco de tu carrera, seguir adelante

Hablamos con Perrin Moss, el baterista de una agrupación que mezclando soul, funk, jazz, rock y cadencias tribales crea música asombrosa. Su tercer álbum es un trabajo matizado, cohesionado por la increíble voz de una sobreviviente como lo es Nai Palm y talento musical desbordante.

Alejandro Pérez Echeverry
6 de agosto de 2021

Dualidades, desde su concepción esta banda las ha vivido.

Su ‘yin / yang’ fundacional dicta que Simon Mavis (teclados) y Paul Bender (bajo) se educaron formalmente mientras Nai Palm (voz y guitarra) y Perrin Moss (batería) se hicieron músicos en escenarios más autodidactas, menos académicos. Desde sus influencias e intereses, estos (2+2) seres humanos con base en Melbourne se juntaron para conjugar una propuesta asombrosa, matizada y refrescante.

Esos adjetivos les caben, quizás más. Si usted tiene una sensibilidad por el jazz, por el funk, por el soul, por lo experimental (o por grandes músicos haciendo música especial), escuche la banda, sume sus adjetivos.

Hoy, en 2021, Hiatus Kaiyote puede hablar también de un antes y un después; de la vida y de la (casi) muerte.

El ascenso meteórico que vivieron entre 2013 y 2016, y los vio aplaudidos y ‘sampleados’ por Kendrick Lamar, Anderson .Paak, Chance The Rapper y Drake, se vio interrumpido por el cáncer de mama de su figura central Nai Palm (Naomi Saalfield, en su acta de nacimiento). Tomó tiempo y fuerza, pero lo peleó y lo venció. Y hay un disco para probar que lo logró sin refugiarse en la amargura.

Ver a Palm comunicarse con el público en videos de You Tube, en los que toca los álbumes anteriores (a los que ojalá se sumen pronto videos de nuevos toques) es una prueba hermosa de su ser contagioso. Su energía ha cambiado levemente. Una enfermedad fuerte y una experiencia cercana a la muerte le ofrece perspectivas nuevas a quien las vive: “Cuando piensas que la vida se te va a ir, piensas en lo que eres, en quién eres”, aseguró la artista. Pero su latir artístico se siente más jugado y genuino que nunca.

En paralelo a su lucha, sus colegas de banda cargaron la cruz de lo que había sido y de lo que fácilmente podía dejar de ser, y navegaron un océano emocional que se sumó a los problemas personales de cada uno. Volver a hacer música es una reafirmación de vida para todos. ‘Mood Valiant’ se alimenta de todas esas experiencias y tiempo, abrazando las buenas ondas que los llevaron y a los momentos oscuros y los cuestionamientos vividos. Esos tintes variables tiene su música, que suele caer del lado de la esperanza.

Ánimos de automóvil en blanco y negro

Con este nuevo disco la banda completa tres trabajos de peso. Las 11 pistas de ‘Tawk Tomahawk’ (2013) y las 18 del ambicioso ‘Choose Your Weapon’ (2015) siguen impresionando, pero Hiatus se sirvió de la pausa obligada para crear en este ‘Mood Valiant’ su música más poderosa.

Nai Palm hipnotiza con su carisma, con su corazón en la manga y los fraseos que lanza su voz mientras toca su guitarra con facilidad engañosa. Pero con los escenarios sonoros concebidos por bajo, teclados y batería la propuesta se hace única, rotunda.

En “Get Sun”, una pieza que trabajaron en Brasil con Arthur Verocai (quien sumó orquestaciones maravillosas), la banda muestra su lado más vital. “Hush Rattle”, con sus vientos tribales sugiere una unión sonora con las gaitas de Colombia. Y en canciones como “All The Words We Don’t Say” se ve esa naturaleza de fracciones y partes engranadas desde lo verbal que los caracteriza tanto. En “Stone and Lavender”, las melodías de piano y voz son inolvidables hechas una canción altamente ‘dedicable’, y “Rose Water” son muestra de esa cadencia del baterista Perrin Moss en juego con la voz maravillosa de Palm.

En sus videos la banda propone algo, no es pasiva. Visualmente, desde los atavíos que Palm escoge y el arte que ofrece en general, este trabajo plantea un sentido de lo imaginativo desde una percepción onírica, espacial, análoga y táctil, vintage y viva.

Ritmo de corazón cerebral

Desde el futuro, pero en el mismo momento, encontramos a Perrin Moss en el patio de su casa en Australia. Es día allá, es noche acá cuando hablamos. Al publicar esta nota, es de tarde acá y va a amanecer allá. Hasta en lo geográfico Hiatus Kaiyote opera a multinivel musical. No hay sorpresa en que sorprenda, y se agradece.

Desde su instrumento, Moss le imprime a su banda una candencia peculiar. Parece imperceptible, pero dicta el movimiento del cuerpo en respuesta a la música, como un elefante blanco invisible del ritmo. Esto nos dijo acerca los gozos y dolores de hacer discos, sobre su instrumento y este gran ‘Mood Valiant’ que se toma el mundo.

Semana: Hola, Perrin, ¿conoce usted algo de Colombia? de América Latina?

Perrin Moss: Un poco, muy poco, detallitos, dejémoslo así (ríe). No he visitado su país.

Semana: ¿Esta pandemia le deja alguna lección personal o profesional? ¿Lo cambió como ser humano?

P.M.: Me llevó a mirar hacia adentro, a cosas que había estado evitando. Por mucho tiempo he usado la hermosa herramienta que es la música para escaparle a algunas de esas situaciones inevitables que creé para mí y en las que no quería estar. Por eso fue bueno enfocarme en esas áreas. Cuando llegó esa pausa forzada, ese “hiato forzado”, entendí que otros temas saltan al frente y hay que lidiar con ellos.

Tratar cosas que parece que no puedo hacer, inicialmente, es una parte enorme de mi sonido. Y luego dejo que mi cuerpo se “vaya”, que se encargue, y desde ese punto puedo hacer cosas que no saldrían si las pienso conscientemente

Semana: Hablemos sobre su estilo de tocar batería: ¿por qué toca usted como toca usted?

P.M.: Tocar me nace más fácil que a otros, quizá, pero en mi cabeza siento que es difícil de ejecutar lo que tengo en la cabeza. Y eso intento siempre, tocar lo que nace de mi mente. Tratar cosas que parece que no puedo hacer, inicialmente, es una parte enorme de mi sonido. Y luego dejo que mi cuerpo se “vaya”, que se encargue, y desde ese punto puedo hacer cosas que no saldrían si las pienso conscientemente. La canción toma el control, la energía del momento toma el control, y todo se vuelve posible.

Y, en eso, quiero profundizar más y más. Saltar entre esos dos mundos. Cuando estoy tocando, ese es el mundo en el que quiero estar.

Hiatus Kaiyote - Mood Valiant / Tré Koch
La madre de Nai Palm tenía dos Chrysler Valiant iguales. Uno era blanco, el otro negro. Palm cuenta que su madre se subía al Valiant blanco cuando estaba de buena ánimo. Si se subía al negro, era mejor darle distancia. | Foto: Tré Koch

Semana: Cuéntenos de ‘Mood Valiant’, ¿qué tan distinto fue el proceso de componer y grabar este tercer disco, ¿fluyó o dolió?

P.M.: No hay álbum de Hiatus que no haya sido una lucha, en un punto, especialmente hacia el final. El envión antes de culminar un disco siempre es doloroso, y ahí puedes hacer del álbum algo genial o dañarlo. Es un momento delicado.

Cada uno de nosotros tiene una habilidad de escuchar distinta. Unos pueden escuchar una canción una y otra vez, otros quizá no quieren hacerlo, pero al final de cuentas a todos nos toca, no hay mucha elección. Ese balance exige mucha apertura a los distintos oídos, a escucharlo desde nuestra perspectiva de músicos y a considerar también la perspectiva del ingeniero que lo mezcla (que te puede sugerir limpiar algo, enfatizar en algo). Terminar un álbum te exige entrar en “ese” estado.

Es nuestro mejor disco, hasta ahora. Conseguimos lo que queríamos conseguir. Sumamos muchas nuevas ideas y nuevos procesos y maneras de aproximarnos a todo

Ahora, sobre ‘Mood Valiant’, creo que es nuestro mejor disco hasta ahora. Conseguimos lo que queríamos conseguir. Sumamos muchas nuevas ideas y nuevos procesos y maneras de aproximarnos a todo. Además, pasaron muchas cosas y tiempo desde el disco pasado (‘Choose Your Weapon’, 2015), en el mundo y a nivel individual, con temas que vivimos cada uno de los integrantes. Teníamos mucho de dónde sacar, y fue bueno poder hacerlo y aprovechar ese “jugo”...

Semana: Hablemos de la canción “All the Words We Don’t Say”, me vuela la cabeza, con sus quiebres impresionantes y un diálogo entre los teclados y usted muy especial...

P.M.: Esa canción fue en un principio un ejercicio entre Simon (Mavin, tecladista) y Bender (Paul, bajista), tocando una nota en unísono pero de manera sincopada, prendiendo y apagando, tratando de equiparar esos sonidos entre el bajo y el sintetizador. Escribieron ese riff juntos, lo trabajaron.

Un ejercicio, fue, de esos que se hacen (a veces, cuando se espera a que lleguen todos). Bender y Simon salen con algo, o Simon y yo armamos algo, o Bender y Nai. Nos mezclamos. Así que ellos trajeron ese ‘groove’ a la banda, y luego atravesó un par de procesos hasta llegar a la canción que grabamos. Armamos los bloques, los coros, los versos, y, como quizás se puede sentir, no nacieron en el mismo marco.

En Hiatus, las secciones pueden cambiar mucho. Eso se debe a nuestro proceso de escribir las canciones. Y así lo hacemos, y por eso no se siente antinatural juntar una tras otra dos secciones muy distintas, siempre y cuando sepas encontrar el nexo, que termina siendo el lado lírico, cantado.

No toco en “Stone and Lavender”. Desde esa distancia puedo escucharla como la canción increíble que es, pensar “qué putas hicieron estos”. Y encima de la melodía hermosa de piano, las letras de Nai...

Semana: Ha tocado con estos músicos un buen tiempo, tres discos ya, ¿se ve sorprendido aún por cosas que hacen sus compañeros de banda?

P.M.: Todo el rato. Ahora, el mayor momento así en este disco para mí es “Stone and Lavender”. No toco en esa canción, y desde esa distancia puedo escucharla como la canción increíble que es, y pensar “qué putas hicieron estos”. Encima de la melodía hermosa de piano, las letras de Nai. En principio era una canción instrumental de Simon. Y Nai decidió escribir algo y la llenó de vida. Ese es un momento en el que, cuando tocamos en vivo, puedo tomarme la distancia y disfrutarlo. Hasta en el ensayo de ayer sonó fantástico.

Semana: Muchos ensayos, se viene la hora de mostrar este trabajo, ¿se podrá?

P.M.: Es la idea, pero varios toques han quedado en pausa, otros cancelados, otros pospuestos. Es difícil, en este clima actual. Por nuestra parte hemos trabajado en varios ‘sets’. Uno de estos, más depurado, será para Tiny Desk (se lazó esta semana, puede verlo aquí).

Teníamos un evento de lanzamiento del disco en Melbourne, pero está congelado por restricciones de Covid. Cuando se dé, será un set más completo, en línea con lo que presentamos usualmente, sumando algunos instrumentos electrónicos y ‘gadgets’ (aparatos).

Son dos aproximaciones, dos mentalidades, y, para mí, dos baterías distintas. El ‘feel’ cambia. En el Tiny Desk no tengo nada electrónico, esa batería se ajusta al jazz y al bop, y exige una técnica diferente (y se la pido prestado a un amigo, porque no tengo una).

Una batería nueva, diferente, te exige ajustarte al ‘feeling’ y decidir cómo usar tu energía. Toma tiempo, pero ese es el trabajo del baterista, es de lo único de lo que se debe preocupar: el ‘feel’, algo de tono, y el tiempo.

Semana: ¿Le tocó ensayarla mucho o la transición se dio fácil?

P.M.: Un instrumento nuevo te exige ajustarte al ‘feeling’ y decidir cómo usar tu energía. Eso toma tiempo, pero ese es el trabajo del baterista, es de lo único de lo que se debe preocupar: el ‘feel’, algo de tono, y el tiempo. Ese es mi problema. Los demás tienen los suyos con sus diferentes cuerdas y sintetizadores.

Semana: Tendrá seguramente sus héroes del pasado, pero ¿qué bateristas lo sorprenden en la actualidad?

P.M.: No veo a muchos estos días, pero en los últimos dos años mencionaría a J.D. Beck. Ahora, más allá de la batería, yo siempre estoy en búsqueda de tono. Lo que yo hago en casa, de hecho, no es música que llamaría “orientada a la batería”, me he inclinado más hacia un lado más ambient no tanto basado en grooves (siento que con Hiatus satisfago ese lado).

J.D. Beck es un joven de Estados Unidos, es un monstruo, técnicamente muy talentoso. Y Marcus Gilmore también es impresionante. Lo conocí tocando con Taylor McFerrin. Taylor fue el primer artista a quien acompañamos en Estados Unidos, el que le mostró nuestra música a la gente. Su baterista es uno de mis favoritos.

Semana: ¿Se siente más reconocido? ¿Se siente relativamente famoso?¿ Le gusta? ¿Cómo maneja su creciente notoriedad?

P.M.: No tengo redes sociales, y esa es una manera de manejarlo. No las veo, sé que está ahí, y aprecio lo bueno pero ni lo determino. No manejo la notoriedad bien, pero es parte de esto que hacemos.

Semana: Está el otro lado, el de conocer a sus ídolos y hacer cosas interesantes, ¿lo ha vivido?

P.M.: Mucho. Ha sido muy loco el viaje con esta banda. Hemos conocido a varios de nuestros ídolos, y nos apoyan en lo que hacemos, esa sí que es una sensación genial. En mi caso, conocí a Madlib, él es ESE personaje para mí: una fuerza, alguien supremamente creativo y honesto sin comprometer eso jamás. Lo conocí y fue un tipo genuino y humilde, increíble.

Hiatus Kaiyote - Mood Valiant / Claudia Sangiorgi Dalimore
Para toda la banda este disco representa una reafirmación de vida. | Foto: Claudia Sangiorgi Dalimore

Semana: ¿Qué filosofía transmite Hiatus Kaiyote? ¿Qué les gustaría que se lleve la gente?

P.M.: Es bonito hacer música que, ojalá, inspire a otros a crear lo que ellos quieren crear, más allá de lo que otros creen que deben crear. Ser honesto consigo mismo y ser fiel a sí mismo: que la gente se llevara eso sería genial. En general, y a falta de mejores palabras, que se lleve muchas buenas vibras en general.

Semana: Antes de dejarlo ir, ¿discos o libros que nos quiera recomendar?

P.M.: El grupo que me viene a la mente es Os Tincoãs, una banda brasileña, con una armonía de voces masculinas que tocan guitarra y percusiones. La variedad que consiguen en un álbum con una instrumentación básica me parece asombrosa. Tienen canciones hermosas, y las puedes poner en cualquier momento, nada muy abrasivo en el horizonte...

Un recomendado de Perrin Moss...