MOORE

Esculturas, dibujos, grabados y litografías del artista inglés en la galería Quintana

28 de noviembre de 1983

Para cualquier londinense es muy familiar la obra de Henry Moore. Son muchas las creaciones suyas que se encuentran instaladas en parques, escuelas o iglesias de la capital británica. En el Parque de Battersea, por ejemplo, cualquier transeútte se topa con su escultura "Tres formas derechas", que, al igual que la mayoría de ellas, son representaciones de seres humanos que tienen mucho de vegetal. Hoy, después de más de medio siglo desde su primera exposición, con 85 años cumplidos, Moore continúa trabajando incansablemente en su taller de Much Hadam, Hertfordshire, a una hora de Londres. Allí lo visitaron hace un año Fernando y Mauricio Quintana con el fin de establecer los contactos necesarios para poder traer parte de su obra a Bogotá.
Después de llenar todos los requisitos pertinentes con la Fundación Henry Moore, la Galería Quintana ha inaugurado una exposición en la que se pueden apreciar algunas de sus esculturas dibujos, grabados y litografías reaiizadas entre los años 1969 y 1981. Sobra resaltar la importancia de esta exposición, que permanecerá abierta al público hasta diciembre, si tenemos en cuenta que Moore ha ejercido una influencia extraordinaria sobre la evolución de la escultura contemporánea y su obra ocupa un lugar destacado en los principales museos de arte moderno del mundo.
Sin que con ello se trate de explicar cuál es el propósito de Henry Moore con su arte, podemos afirmar que él tiene la esperanza que detrás de la apariencia de las cosas existe una especie de esencia espiritual, una fuerza que sólo es revelada parcialmente en las formas vivientes. A lo largo de toda su vida, Moore ha estado obsesionado-según él mismo lo expresa-por tres temas. Ellos son la figura reclinada, casí siempre de mujer, la relación entre la madre y el hijo (tema que, como Moore se apresura a señalar, ha sido popular desde la era paleolítica), y la forma interior-exterior.
Esto último lo relaciona tanto con la idea de los pétalos de una flor que protegen al delicado estambre como con la dura coraza de la armadura que protege el cuerpo vulnerable del hombre que la lleva. Toda su obra está llena de intuiciones vagas, variadas sensaciones derivadas de la naturaleza y de sus propias experiencias, sugerencias que le dan la forma y textura de los materiales que utiliza. De ahí que en sus esculturas practique la talla directa, de acuerdo con su gusto por el arte de los pueblos primitivos.
Con sus esculturas, concebidas especialmente para estar al aire libre, consigue efectos sorprendentes abriendo y perforando la masa, de modo que logra armoniosos equilibrios entre la materia y el espacio. Pero además de su obra esculpida están sus grabados y su litografía los cuales atestiguan sus dotes de observador. El mismo afirma: "Las personas creen que saben observar" pero en realidad no lo hacen. Si se les obligara a dibujar algo, entonces realmente tendrían que observar y estudiar el objeto intensamente durante veinte minutos o más. Seguramente no podrá producir un excelente dibujo al terminar esos veinte minutos pero lo que realmente importa es que se han visto obligados a observar, obligados a estudiar el objeto, obligados a tomar conciencia del maravilloso mundo en que vivimos". -