MIGRACIÓN
"Estar con los refugiados es una prueba de nuestra humanidad, no solo de nuestras políticas": Morena Baccarin
A finales de año la actriz de producciones como Deadpool, Gotham y Homeland estuvo en la frontera colombo-venezolana como vocera del Comité Internacional de Rescate para presenciar la crisis migratoria más grave que enfrentado Latinoamérica. SEMANA habló con ella.
SEMANA: Hace unos días visitó la frontera entre Colombia y Venezuela, en Norte de Santander, y pudo ver la crisis migratoria que hay en el país. ¿Qué impresión se llevó al respecto?
Morena Baccarin (M.B.): Me sorprendió la constante afluencia de personas. Madres, niños, ancianos, todos llegando a Colombia a pie, buscando desesperadamente lo básico que muchas veces damos por sentado. Cada día que pasa, la situación empeora y familias como la suya y la mía están pagando el precio. Pese a las dificultades que enfrenta el millón de venezolanos que hay en Colombia, no esperaba experimentar tan de cerca su resiliencia, orgullo y bondad. Pensaba que cuando los conociera no sabría cómo ayudar, cómo hacer un cambio pero estaba equivocada, esta crisis tiene solución.
SEMANA: De todo lo que vio, ¿qué es lo que más la preocupa? ¿cuáles creen que son las necesidades más urgentes?
M.B.: La calidad de vida de esta población ha colapsado de tal forma que las familias ya no pueden alimentarse. Conocí padres desesperados por encontrar formas de sostener a sus hijos para no tener que representar una carga para Colombia. Los venezolanos están desesperados por lo básico: comida, agua, un ingreso básico, medicinas y acceso al sistema de salud. Incluso a pañales, algo que damos por sentado en otros países.
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SEMANA: ¿Cómo ve la respuesta de Colombia a esta crisis? ¿Qué cree que estamos haciendo bien y en qué debemos mejorar?
M.B.: Los colombianos han recibido a los venezolanos con los brazos abiertos. El gobierno de Colombia le ha brindado un apoyo extraordinario al millón de venezolanos que se han asentado aquí, pero las condiciones de estas personas siguen siendo extremas. Alentamos al gobierno colombiano y a otros estados de la región a tomar medidas concretas para garantizar que los venezolanos tengan acceso a la documentación, reguralización, y a servicios básicos como la salud y un albergue.
SEMANA: ¿Se imaginó que la situación sería tan compleja? ¿Qué sabía de esta crisis antes de venir?
M.B.: Honestamente, no había oído casi nada. De hecho, unas semanas antes de mi viaje no sabía que había una crisis. Me avergoncé cuando supe que la situación era tan grave y cercana a mi país de origen, Brasil. Cuando realmente pude dimensionar la gravedad del asunto fue durante mi visita al Puente Internacional Simón Bolívar, que conecta Colombia y Venezuela a la altura de Villa del Rosario, junto a Cúcuta. Allí a diario cruzan hasta 40.000 migrantes solo para acceder a bienes básicos, asistencia médica, trabajo, o para encontrar un nuevo hogar ya que no pueden vivir más en Venezuela.
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SEMANA: ¿Cree que la prensa internacional está mostrando el fenómeno en toda su complejidad de tal forma que aquellos que no vivan en Suramérica dimensionen su importancia?
M.B.: La magnitud de esta crisis es desbordante, pero su impacto y dimensión todavía no se han entendido completamente afuera de la región. Para estas fechas, el año que viene, la crisis podría generar tantos refugiados como la crisis de Siria. Es fundamental que la comunidad internacional no solo sea consciente de lo que está pasando con los migrantes que salen de Venezuela, sino que se redoble su apoyo para ayudarlos y a aquellos países vecinos que los apoyan. La comunidad internacional debe cumplir su compromiso de apoyar y proteger a las personas obligadas a buscar seguridad fuera de sus territorios.
SEMANA: Colombia no está acostumbrada a recibir grandes flujos migratorios. ¿Qué cosas buenas cree que puede traer la llegada de tantos venezolanos al país?
M.B.: Los venezolanos que conocí en Colombia quieren oportunidades, no caridad. Quieren tener la opción de trabajar, de mandar sus hijos al colegio, de contribuir a la sociedad colombiana y a su economía. Algo que les oí una y otra vez a los migrantes con los que hablé fue su enorme voluntad de retribuir a la comunidad. Ese es por supuesto el deseo común de los refugiados en todo el mundo que quieren vivir seguros e integrarse en las sociedades a las que llegan. Esa, creo yo, es una receta para el éxito en ambos lados, del lado de los que llegan y del lado de los que los reciben.
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SEMANA: ¿Cómo los colombianos podemos ayudar en esta crisis? No a nivel gubernamental sino como civiles.
M.B.: Por su dimensión, la crisis global de refugiados requiere la acción tanto de individuos como de gobiernos. Fui testigo de una extraordinaria acogida a los venezolanos por parte de los colombianos, ya fuera abriendo sus brazos, sus casas o sus negocios a estos. Un miembro del Comité Internacional de Rescate (IRC) me comentó: “Soy colombiano, pero mi corazón también es venezolano”. Ayudar a los refugiados y ser solidario con ellos es, a fin de cuentas, algo que corresponde al ámbito de lo individual: votamos por el candidato que los acoge, los contratamos en nuestros negocios, donamos a las fundaciones que los ayudan, o rompemos imaginarios erróneos que existen alrededor de ellos en nuestros círculos de amigos y allegados para que dejen de replicarse. Estar con los refugiados es una prueba de nuestra humanidad, no solo de nuestras políticas.
Así fue la visita de la actriz a la frontera: