CULTURA

Murió el hombre que inspiró ‘Crónica de una muerte anunciada’

Miguel Reyes, en quien Gabo basó el personaje de Bayardo San Román, falleció a los 95 años en Barranquilla. Semana.com recuerda su historia.

7 de abril de 2017
Foto archivo particular

El 20 de enero de 1951, en medio de su noche de bodas, Miguel Reyes se llevó una sorpresa desagradable. Margarita Chica, la mujer con la que se había casado apenas unas horas atrás, no era virgen.

Entró en cólera, le grito, la agarró por el pelo y la llevo a la casa de su familia. “Ahí la devuelvo ¡por rota!”, les dijo a la mamá y a los dos hermanos, que observaban la escena boquiabiertos.

Eran otros tiempos y en Sucre (Sucre) imperaba una cultura machista. Las mujeres tenían que llegar ‘puras’ al matrimonio y los esposos podían reclamarles a las familias si eso no pasaba.

En su casa y luego de la presión de su madre, Margarita confesó el nombre del culpable: Cayetano Gentile, un joven estudiante de medicina que era muy amigo de Miguel.

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Victor y Joaquín, los hermanos de Margarita, salieron a la calle enfurecidos, consiguieron  un cuchillo como el que se usa para matar ganado y comenzaron a gritar que iban a apuñalear a Cayetano.

Finalmente lo hicieron un día después, cuando lo vieron caminando por el pueblo. Cayetano intentó llamar a su casa, pero su mamá cerró la puerta, pensando que él estaba adentro y debía protegerlo. Murió desangrado en una casa vecina.

La historia llegó a oídos de Gabriel García Márquez, pues su familia vivía en el pueblo cuando ocurrieron los hechos. El joven quedó obsesionado con los detalles y se dijo que algún día tenía que escribir un libro (o un cuento) sobre el suceso.

Del anonimato a las páginas

En 1981, cuando Gabo ya era un fenómeno gracias a ‘Cien años de soledad’ (1967) –aunque aún no se había ganado el Nobel de literatura–, se decidió a escribir el libro. Cambió los nombres de los protagonistas y le agrego varios elementos de ficción a la historia que  había escuchado de boca de su mamá.

Lo tituló ‘Crónica de una muerte anunciada’. Al personaje basado en Miguel le puso Bayardo San Román; a Cayetano, Santiago Nassar; a Margarita, Ángela Vicario y a los hermanos asesinos los volvió gemelos y los nombró Pedro y Pablo.

Mientras el libro se convertía en un éxito en ventas que le daba la vuelta al mundo, Miguel –quien luego del asesinato de Cayetano se había ido del pueblo temiendo por su vida y ya se había casado nuevamente– trabajaba como vendedor de seguros de la Gran Colombiana en Barranquilla.

Algunas personas se enteraron que el personaje de la novela de Gabo que había devuelto a la esposa era él. Sus hijos, que habían leído el libro en el colegio, también escucharon por primera vez la anécdota. “Yo tenía un buen nombre, era socio del Club Alemán, del Club de Leones, pero la gente empezó a alejarse y tuve que cancelar mis amistades”, le dijo en 2007 a SEMANA. 

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La demanda y el nuevo libro

Miguel decidió salir del anonimato en 1994. Se acercó a un juzgado civil de Barranquilla e interpuso una acción judicial contra el Nobel de literatura. Quería el 50 por ciento de los beneficios que el libro le había dado a Gabo.

En 1987, además, el italiano Francesco Rossi había llevado el libro a la pantalla grande (con la actriz Ornella Muti como protagonista) y Miguel también quería recibir regalías por esta película.

Aportó como prueba supuestos testimonios de personas que habían asistido a la ceremonia en 1951 y que conocían la historia del asesinato de Cayetano, y alegó que Gabo nunca le pidió autorización ni le consultó el tema.  

Pero la demanda no prosperó. Así que en 2007 decidió contar la historia desde su perspectiva. Publicó un libro llamado ‘La verdad, 50 años más tarde’ en el que contó su versión. Tuvo un éxito moderado.

Con el tiempo se dedicó a contar su historia en programas de televisión, revistas y documentales. Cualquier desacuerdo con Gabo al parecer había quedado olvidado, pues en esos espacios hablaba de él con admiración y cariño.

Este jueves 6 de abril Miguel murió a los 95 años en su casa de Barranquilla, seis décadas después de tomar la decisión que Gabo inmortalizó en una novela.

Hasta hace unos años aún lamentaba haber ‘devuelto’ a Margarita a su casa: “si hubiera sabido que con eso iba a causar la muerte de un amigo, no la devuelvo a su mamá. Yo me hubiera sacrificado por salvarle la vida”.