Arte
Murió Vicente Rojo y México se quedó sin uno de los máximos representantes del arte abstracto
El artista es considerado uno de los pilares de la gráfica mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Fue uno de los uno de los creadores más fecundos de una generación de artistas que sometió diversas disciplinas a un diálogo que dio forma a la plástica mexicana moderna.
La vida de Vicente Rojo volvió a empezar en 1949. Ese año dejó la sombría España franquista y llegó a México. Cuenta que lo primero que le impactó del país latinoamericano fue su luminosidad, y que inmediatamente la asoció con esa particular sensación que genera la libertad.
En México desarrolló la carrera artística que había comenzado en España. El trabajo de Rojo -según explicó en una entrevista en 2015- siempre tuvo dos vertientes: por un lado estaban la pintura y la escultura que le permitían descubrirse, explorar su interior y reflexionar sobre su visión de mundo; por el otro, el diseño, que para él debía servir como una especie de megáfono de las artes y la cultura. “Diseño carátulas de libros para que la gente los lea,” decía. Y con la de la primera edición de “Cien años de soledad,” sí que consiguió su cometido.
La esencia de su obra está en la magistral combinación de tres elementos: textura, geometría y color. Con respecto a la textura, explicó que le interesaba que la pintura tuviera una referencia visual táctil. Quería que el espectador la viera sus cuadros no sólo con los ojos sino también con las manos, con el cuerpo.
La geometría le hablaba del origen de todo, de nuestra propia existencia. Decía que el lenguaje geométrico era a la vez simple y profundo, y que le daba una estructura pictórica y una manera de relacionarse con la realidad, de hablar de ella. “Utilizo la geometría como frases, como palabras,” decía.
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Y el color era el encargado de unir la textura y la forma.
Rojo -nacido en Barcelona en 1932- fue una de las cabezas de la renovación estética de México en los 50′s y 60′s. Con él, entre otros miembros del movimiento conocido como ‘La Ruptura’, el arte del país centroamericano rompió con la estética de la Escuela Mexicana de Pintura, que presentaba el México popular de su tiempo, y buscó nuevos lenguajes formales y conceptuales.
Según los curadores mexicanos Cuauhtémoc Medina y Amanda de la Garza, “la sinergia de su contribución como diseñador gráfico, pintor y editor tuvo un peso en la vida cultural del país solo comparable a la de los intelectuales públicos como Fernando Benítez, Ocatvio Paz, Jaime García Terrés, Carlos Monsiváis, Fernando Gamboa o José Emilio Pacheco.”
El 18 de marzo, la agencia de noticias AFP informó que la Secretaría de Cultura de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes anunciaron que realizarán un homenaje con “una gran retrospectiva” en el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México. Aún no se sabe la fecha.
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