Arte
Instituto de Visión: las narrativas de “El origen del mundo”
A través de las obras de cuatro artistas latinoamericanos, la nueva exposición del Instituto de visión le propone al espectador ver la realidad como una red de fenómenos que dependen unos de otros.
Durante las protestas que estallaron en Chile en octubre de 2019, apareció en una pared de la calle un grafiti que decía: “otro fin del mundo es posible.” La frase invitaba a los chilenos a imaginar posibles futuros, y a luchar por conseguirlos.
En Bogotá, el Instituto de Visión inauguró el pasado 13 de febrero una exposición que también propone al espectador imaginar múltiples realidades posibles. Lo hace a través de las obras de Sandra Monterroso (Guatemala), Mazenett & Quiroga (Colombia) y Carlos Amorales + Dan Perjovsci (México).
“Las narrativas que explican el origen y funcionamiento del mundo material e invisible, permitían a las culturas originarias de América comunicarse a través del tiempo y del espacio. Estas tecnologías tan sofisticadas, que sólo se transmitían a partir de las más íntimas experiencias -la religión, el arte, la muerte o el amor- se fueron desplazando con el tiempo al terreno de lo fantástico, aterrador o maravilloso, para dar paso al pensamiento racional y mesurable,” dice el texto curatorial.
“Debido a esta transformación del lenguaje, producida por los relatos históricos homogeneizantes, cantidades enormes de conocimiento han dejado de ser usados en la cotidianidad y la realidad se ha reducido a una sola dimensión, narrada desde una sola voz. Con esta exposición, que reúne el trabajo de cuatro artistas latinoamericanos, queremos abrir las puertas a una realidad múltiple en la que distintas esferas de conocimiento se conectan.”
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A partir de la yuxtaposición de imágenes el espectador va hilando e imaginando distintas narrativas sobre el origen del mundo y el funcionamiento de la realidad.
“Cuando los textos se escribían sobre trozos de cuero y no en papel, era usual encontrar restos de otros manuscritos en el Nuevo documento. Este proceso que se conoce como palimpsesto, fue llevado a la filosofía por Jorge Luis Borges, quien estaba muy interesado en la manera en que diferentes influencias dan origen a la ficción. Es decir, para Borges, un texto está compuesto por todas las influencias que lo alimentan, así como un cuerpo, se forma a partir de todos los cuerpos y afectos que lo acompañan.”
La idea es ver cómo el conocimiento va alimentándose de conexiones, cómo cada objeto, cada obra va sumándole a las otras y creando narrativas en las que la ciencia se mezcla con la fantasía sin que ello necesariamente implique una contradicción. Por ejemplo, el Nobel de Física Frank Wilczek, dice que su brújula es la belleza, que si en sus investigaciones llega a una conclusión que podría considerarse bella, sabe que probablemente va por bueno camino.
“Cada pieza de esta exposición puede ser entendida, material o conceptualmente, a partir de las otras obras que la cobijan,” afirma el texto curatorial.
En ese sentido, El origen del mundo es también es un ejercicio para aprender a ver y a entender el universo como una red de fenómenos que, como está revelando esta pandemia, dependen unos de otros hasta en formas que no habíamos imaginado.
Esa visión lleva al espectador a formularse nuevas preguntas sobre el origen del mundo y el funcionamiento de la realidad, lo que a su vez lo conduce a respuestas en las que antes no había pensado; a imaginarse, como dice el grafiti chileno, otros fines posibles del cosmos.
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