CINE
Niña errante: una narración insustancial
La polémica película de Rubén Mendoza, que inauguró el pasado Ficci, retrata el viaje de cuatro medio hermanas del interior a la costa. Dos estrellas.
País: Colombia
Año: 2019
Director: Rubén Mendoza
Guion: Rubén Mendoza
Actrices: Carolina Ramírez, Lina Marcela Sánchez, María Camila Mejía, Sofía Paz
Duración: 81 min
Calificación: 2 estrellas
Parece tenerlo todo esta nueva película de Rubén Mendoza: fotografía linda, paisajes dramáticos, música fuerte y compleja, y el tema del empoderamiento femenino que, en esta época de #MeToo, resulta de total actualidad. Además está su buen gusto en hoteles, medio dilapidados pero decentes, que hacen pensar en un país que existe al margen de este presente hiperconectado. Pero no, ni con tanto buen ingrediente las cosas funcionan bien.
Niña errante sigue a cuatro medio hermanas de padre que se reúnen cuando él muere (en un accidente de moto) y que emprenden un viaje en carro para dejar a la menor de ellas con una tía en la costa. Las mujeres se conocen entre nada y muy poco, y están delineadas, básicamente, como si cada una fuera un estereotipo básico que uno espera en vano que la película rellene.
Está Carolina (Carolina Ramírez), que es la brava; Paula (Lina Marcela Sánchez), la alternativa; Gabriela (María Camila Mejía), la gomela, y, por último, la niña, Ángela (Sofía Paz), que, bueno, es la niña. Diría uno que con estos estereotipos muchas cosas podrían pasar, mucho rozamiento, mucha evolución y entendimiento. Pero no, nada de eso hay acá porque no hay ningún interés en que algo pase: los diálogos son planos, sin imaginación ni profundidad, y la relación entre ellas ni se enriquece ni se complica.
Son unas versiones tan reducidas de persona las que transmiten estas mujeres que ninguna cantidad de paisajes bien fotografiados ni de episodios medio oníricos compensan su pobreza. “Los hombres son una boleta: solo quieren plata, hacer guerras, llenar los museos con sus nombres”, dice, por ejemplo, Gabriela sin motivo aparente. Es como ver una canción de Ricardo Arjona vuelta película.
De resto, los diálogos son ejercicios de agresividad intermitente, siguiendo la extraña tradición del cine colombiano en la que la gritería pasa por conflicto y los insultos más elementales por argumentos. “Vos qué hablás”, es la frase que se repite continuamente y posiblemente tengan razón: ya que la película nada les dio para decir, no deberían estar hablando.
Así, la indagación sobre la feminidad colapsa convertida en ejercicio superficial, en el que las relaciones y el cariño no van más allá de gestos mecánicos que no revelan nada de estas mujeres, de sus esperanzas y miedos, y posiciones ante el mundo.
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Curiosamente, queda una idea mejor y más rica de los intereses y actitudes del padre muerto –un conquistador empedernido que no hacía distingos entre clases sociales– que de cualquiera de sus hijas. Así que lo del empoderamiento que podría ser tan fuerte se refunde en el camino.
Mucho más interesante que la película han sido las polémicas que la han rodeado, como el discurso que Mendoza dio en Cartagena cuando Niña errante inauguró el Ficci y por el que se retiró la vicepresidenta, o el mezquino intento de censura en retaliación del Ministerio de Relaciones Exteriores. Pero así son las cosas. Queda uno con el pesar de que la película que tanto comentario y movilización ha inspirado resulte ser tan insustancial.
Vea aquí el tráiler
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