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Película: Norman

Situada en Nueva York y con un elenco excepcional, esta película es un retrato ligero y cálido de un tipo que intenta sobrevivir presentando gente entre sí y sacando una tajada.

22 de julio de 2017
Película Norman

Título original: Norman: The Moderate Rise and Tragic Fall of a New York Fixer

País: Estados Unidos e Israel

Año: 2016

Director: Joseph Cedar

Guion: Joseph Cedar

Actores: Richard Gere, Charlotte Gainsbourg, Lior Ashkenazi

Duración: 118 min

Este filme tie-ne lugar, casi totalmente, en espacios sociales. Su protagonista, el Norman del título, es un tipo que existe sobre todo entre la gente –ofreciendo presentar desconocidos, proponiendo negocios infalibles, dando a entender que es muy cercano a personas influyentes– y que parece destinado a sobrevivir sin importarle demasiado lo que tenga que hacer.

Un sobrino abogado explica brevemente su situación: “Eres como un tipo ahogándose tratando de parar un transatlántico”. Pero Norman, sin dejarse salpicar del pesimismo, responde sencillamente “soy un muy buen nadador”. Queda la idea de que considerarse buen nadador resulta tan importante como serlo.

No es una existencia al borde de la pobreza extrema ni nada terrible, es el drama de quien se siente un gran hombre sin ser reconocido como tal. Es un personaje complejo, contradictorio, al mismo tiempo entrañable y exasperante, generoso y calculador, patético y esperanzado. Además, interpretado por Richard Gere, con sus ojos entrecerrados y sus facciones redondeadas de oso de peluche, da la idea de algo inofensivo y cálido.

Es un personaje, también, totalmente logorreico que habla y habla y habla sin parar, recordando a uno de esos alter ego de Woody Allen que salen airosos de cualquier confrontación gracias más a una perseverancia que desgasta a cualquier oponente que a las virtudes de sus argumentos.

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El título en inglés de esta película es mucho más largo y básicamente explica lo que sucede: “El moderado ascenso y trágica caída de un intermediario de Nueva York”. Aunque es un poco despistador porque en realidad no hay ninguna tragedia en el sentido de un castigo divino por una arrogancia excesiva. Lo que hay es un miniascenso y un descenso de este señor que vive intentando sacar alguna tajada de unir a gente que, sin él, jamás entraría en contacto.

El ascenso del que habla el título en inglés comienza por casualidad, cuando establece lazos de amistad con Micha Eshel (Lior Ashkenazi), un viceministro israelí, en una conferencia. Eventualmente, cuando Eshel llega a ser primer ministro, las actividades de Norman terminan siendo examinadas con lupa.

El director israelí Joseph Cedar, autor de la excelente Pie de página (2011), tiene un oído muy fino para retratar las interacciones de este traficante de influencias, ansioso con la gente que lo escucha entre escéptica y maravillada. Por momentos, mientras Norman habla y habla, la cámara se queda fija en el rostro de quien lo escucha y la longitud de la toma y la expresión del actor dan a entender el abismo que hay entre Norman y los demás: sus aires de relevancia no son más que un sueño del que no puede o no quiere despertarse.

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Se trata, en últimas, de uno de esos pequeños corruptos de los que está lleno el mundo, aunque es un retrato extraño, cálido y amable, que prefiere no dimensionar el papel que la corrupción –y la desconfianza que invariablemente causa– tiene para deshacer el tejido de interrelaciones humanas en el que se desenvuelve Norman y que le da sentido a su vida.

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