NOSTALGIA DE UNA DECADA
Un segundo volumen de Los años maravillosos de los 80's mantiene el nivel de calidad del <BR>primero. Comida rápida para los oídos.
No resulta fácil poner a dialogar a un politólogo, un economista y un experto en música rock.
Cada uno posee conceptos y temas de conversación tan disímiles que es difícil imaginárselos a gusto en
una charla. Y, sin embargo, si antes de dar paso a los bostezos el diálogo los lleva a discutir lo sucedido en
los años que van de 1980 a 1989, ahí sí encontrarán un asombroso punto en común: los tres han llamado a
los 80, en múltiples ocasiones y desde sus respectivos saberes, "la década perdida". El sobrenombre es
comprensible cuando se analiza, por ejemplo, la economía de muchos países, con cambios que no llevaron
a ninguna parte o al menos no a donde prometían. Un texto del mexicano René Delgado aparecido hace
poco en la revista económica Origina plantea una metáfora interesante: "En los 80's lo importante era
caminar descalzos por el empedrado que llevaba a la autopista del desarrollo". Y quizá nadie se
quejaba, precisamente, porque existía la convicción de que esos pasos llevarían a instantes mejores. Lo
cierto es que se acabó 1989 y no se alcanzó esa meta. En música pasó lo mismo. Cuando uno revisa el
repertorio de Los años maravillosos de los 80's_ volumen 2, tiene a mano todos los elementos para aventurar
una teoría de lo sucedido en la escena musical de aquel entonces. En primer lugar, se trata de una caja de
tres discos, cada uno con una duración promedio de 55 minutos, en donde todos los temas pasaron en algún
momento de la década por listas de popularidad. Es decir, música la hubo y mucha. Pero cada uno de estos
artistas presumía a su manera de ser moderno, de trazar con su música una cierta dirección que seguirían
sus secuaces. Y al final fueron casos aislados y débiles, caminos empedrados que nunca llevaron a la ansiada
autopista. Hoy, con perspectiva histórica, este estuche de tres discos brinda una visión nostálgica y hasta
entretenida de la 'década perdida': desfilan grupos como Bananarama, Wang Chung, Men Without Hats,
Culture Club y Cinderella, que hicieron parte de una oleada de artistas que aparecían y desaparecían a una
velocidad vertiginosa. Lo curioso es que la intención de la casa disquera al diseñar Los años maravillosos
de los 80's fue esa (y es respetable): dejando por fuera a otros grupos de su catálogo, como The Police
o Dire Straits, que sí marcaron huella importante en la década anterior, y prefiriendo a las bandas efímeras
y de audición fácil, han hecho un acertado diagnóstico musical de lo que, en términos generales, fueron los
años 80. La disquera, por tanto, no ha mentido y eso es digno de resaltar. No anuncia los viejos éxitos de los
80 como oro para los oídos, sino como lo que son: aparecen en una cajita decorada con un perro caliente,
una porción de papas fritas y una malteada. Y es que la música rock de la 'década perdida' guarda
impresionantes similitudes con la comida rápida: no es mala, pero tampoco es buena; no está hecha para
gustos muy refinados, pero tampoco indigesta; y, sobre todo, es una solución rápida a la necesidad primaria
de consumo, bien sea de alimentos o de música. De paso, se ha demostrado que toda regla tiene su
excepción. Suele decirse que segundas partes nunca son buenas pero, en el caso de este segundo volumen
de Los años maravillosos de los 80's, no existe baja alguna en la calidad musical que exhibía la primera caja.
Es tal vez la mejor muestra de una producción musical en serie y asombrosamente homogénea. Incluso un
tercer volumen mantendría el nivel, porque lo cierto es que fueron pocos los artistas prominentes y en general
se vieron apagados por el fragor de tonadas comerciales que se seguían, una a otra y sin descanso, desde
1980 hasta 1989. Todos estos argumentos, sin embargo, palidecen ante el más fuerte de todos. Los años
maravillosos de los 80's triunfa en ventas porque trae consigo recuerdos. Recuerdos de una década que para
politólogos, economistas y expertos en rock fue perdida pero que para el oyente promedio jamás lo fue. n
Pasado en presente DEF LEPPARD EUPHORIA MERCURY VARIOS ARTISTAS BRITISH ROCK
SYMPHONY POINT MUSIC La nostalgia parece ser la enfermedad del nuevo milenio. Ante una expectativa
enorme por lo que va a suceder en el próximo siglo, a la gente le resulta más confortable mirar atrás. Por
tanto el mercado discográfico se ha visto, en los últimos años, inundado de reediciones del tipo Los años
maravillosos de_, así como versiones remozadas de fórmulas musicales que funcionaron hace tiempo. Lástima
que la nostalgia sea a veces impedimento para la natural evolución de un grupo. Con Euphoria, lo nuevo de la
banda británica Def Leppard, pasa justamente eso. Estos rockeros comenzaron en 1980 con una
propuesta sonora, para entonces, innovadora. La fórmula prosiguió hasta alcanzar, ya a finales de aquella
década, momentos de gran popularidad. Pero lastimosamente, en la década del 90 los Def Leppard se
estancaron . Hace tres años intentaron zafarse de aquella fórmula con el álbum Slang que buscaba un sonido
evolucionado. Pero su más reciente disco es un paso atrás y, como si les hubiera dado miedo, retornan a un
inexorable término medio entre el pop y el hard rock. Tal vez por eso es que la revista Rolling Stone, al
comentar este disco, sugiere que "Def Leppard nunca logró salir vivo de los 80's". Sale mejor librado, en todos
los aspectos, un disco llamado British Rock Symphony. La idea del promotor de espectáculos David Fishof
consistió en armar una sinfonía basándose en temas que hoy son patrimonio del rock inglés. La sinfonía toma
prestadas melodías de los Beatles, Led Zeppelin y Pink Floyd, entre otros, y alcanza momentos interesantes
como el solo de violín del concertista Nigel Kennedy en la canción While my Guitar Gently Weeps.
Kennedy, que se hizo famoso hace varios años por su registro de Las Cuatro estaciones de Vivaldi,
presenta ahora una aproximación seria y respetuosa a melodías que ayer eran populares y hoy son (el término
es riesgoso, pero cabe) clásicas. En instantes como ese el proyecto musical de Roger Fishof adquiere pleno
sentido.