HISTORIA
¿Por qué Juan Roa Sierra mató a Gaitán?
Setenta años después de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, una obra de teatro recrea los aciagos momentos del 9 de abril. Sorprendentemente, la protagoniza el asesino del caudillo liberal.
Se apagan las luces y sube el telón. Repentinamente, aparece en escena un narrador que, sin muchos rodeos, prepara al público: “Vamos a tratar de resumir en este escenario la vida y milagros, las aventuras y desventuras de Juan Roa Sierra, y mostrar cómo resultó involucrado en el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (aparece Gaitán), crimen que originó el estallido de el Bogotazo el 9 de abril de 1948, la tragedia del siglo XX que rompió en dos pedazos la historia de Colombia”.
Después no viene la trama y el desenlace que comúnmente se conoce de este episodio indigno y feroz para el país. Nada. El director y autor de esta obra, Miguel Torres, además de reflejar los hechos políticos y sociales que rodearon el asesinato del líder liberal, escudriñó el lado B de la historia, tomó un camino diferente y decidió que su protagonista sería Roa, el victimario.
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Todo nació tras una larga e infructuosa espera. Torres, como muchos colombianos, anhelaba en algún momento leer una novela con los pormenores del crimen: no le interesaba saber quién había disparado (Roa ya cargaba con el muerto), pero sí los pormenores: si hubo una conspiración o si el ejecutor obró solo. Como ese libro no aparecía, un día decidió sentarse a escribirlo.
“Y solo Roa podía llevarme por ese laberinto de oscuridad –dice el escritor– y como nadie sabía quién era y la información que obtuve era realmente muy poca, irrisoria y precaria, tuve que inventarla. Aún más fascinante todavía, más compleja con un personaje histórico. El libro narra la vida de Roa Sierra y cómo resulta involucrado, como dice el narrador al comenzar la obra, en el asesinato de Gaitán”.
Así tomó forma El crimen del siglo (2006), un libro catalogado como uno de los mejores en Colombia en los últimos años, que se destaca por la forma como recrea y aborda aquel 9 de abril. Torres más tarde publicó dos novelas más, El incendio de abril (2012) y La invención del pasado (2016), para conformar La trilogía del 9 de abril.
Esteban Carlos Mejía, crítico y columnista del diario El Espectador, anotó sobre El crimen del siglo: “(Torres) inventa un Roa Sierra densamente humano, ambiguo, verosímil de principio a fin, un muchacho desmadejado por el miedo y la pobreza y la desolación, al que uno, sin querer, llega a... querer. Párrafo a párrafo, rogué para que no matara a Gaitán”.
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La novela siembra dudas y crea otros personajes, otras sombras y otras fuerzas. El autor, que encuentra similitudes entre Roa y Raskólnikov (el personaje de Crimen y castigo), busca explorar la intriga, como en una novela policiaca, de un asesino que construye su propio destino, pero en algún instante quiere deshacerse de la carga que el mismo se echó al hombro, le cuesta trabajo aceptarlo y piensa que no podrá hacerlo.
Torres confiesa que lo más intrincado fue finalizar la novela, quería un desenlace ambiguo que no ‘masacrara’ a Roa, pero sin exculparlo. Sin embargo se empeñó –tras echarle mano a discursos, recortes de presa y a varias bibliografías relacionados con Gaitán– en darle la importancia debida a una fecha que, según él, rubricó el fracaso de Colombia.
“La gente quiere saldar sus fracasos y sus grietas a través del triunfo de otros (como el 5-0 de Colombia contra Argentina)
–dice el escritor–, sienten que así se realizan, que la frustración encuentra su paliativo. Aun así me dediqué a semejante tema (hurgar en la herida). También otros hablaron del Bogotazo, por lo que hoy no me siento solo. Pero no es suficiente, debe haber más artistas que lo aborden; es como si, por citar un ejemplo, se dejaran de hacer cosas sobre el nazismo”.
Segundo acto
En 2013, El crimen del siglo fue adaptada al cine con el nombre de Roa. Si bien el público le dio una buena aceptación, algunos críticos repararon en el guion, como Manuel Kalmanovitz, de SEMANA: “Da la impresión de que un guionista se encargó de la primera parte y otro de la segunda y que nunca se sentaron a ponerse de acuerdo sobre qué clase de persona querían retratar”. Hoy el dramaturgo coincide con el comentario: cree que el libreto agarró a la novela por donde no era y por eso la película no podía ser buena.
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Por aquellos días, hace cinco años, la idea de producir un montaje teatral se había desvanecido por su dificultad y tras dos intentos; su autor pensaba entonces en concluir la trilogía. Recién había publicado El incendio de abril (sobre cómo diferentes personajes vivieron ese día) y estaba en preparación La invención del pasado (sobre cómo una mujer pierde a su marido esa noche, pero, por cosas del destino, a la vez encuentra a un niño a quien adopta).
El también padre de La Siempreviva –obra esencial del teatro colombiano que encara otra desgracia nacional, la toma del Palacio de Justica– cada vez veía más lejana a la obra de las tablas. Porque en el cine, por ejemplo, la cámara narra y se mueve de una calle a una iglesia, pasa por un barrio o por un parque, puede ir a donde quiera. Una novela tiene la misma potestad, pero el teatro detenta otros modos, muy complejos.
“Es una camisa de fuerza –explica Torres– porque en 120 metros cuadrados de escenario no caben 400 páginas; la ciudad no cabe ahí, ni sus atmósferas, ni sus calles, ni sus plazas, ni sus oficinas, ni sus cafés, ni sus burdeles”. Pero unas propuestas de arte y diseño lo convencieron de que el espectador podría reconocer a la ciudad de los años cuarenta.
Sin embargo, la razón definitiva para adaptarla nació el año pasado, cuando preguntó cómo sería la conmemoración de los 70 años del crimen de Gaitán. Le indignó pensar que lo olvidaran, que le siguieran echando tierra al asunto como a otros tantos, sobre todo al caso del caudillo liberal, al que considera el personaje más importante del siglo XX en Colombia. ¡El crimen del siglo debía tener su representación teatral!
Después vendría el proceso de tocar puertas, pero no por mucho tiempo: muy pronto compraron la idea la ministra de Cultura, Mariana Garcés, y Manuel José Álvarez, director del Teatro Colón. A partir de entonces, Torres arrancó a escribir el texto teatral, para él más difícil de redactar que cualquier capítulo de su novela.
La espera terminó. Entre el 17 y el 29 de abril, en el Colón, estará sobre el escenario la obra que protagonizan Julián Román (como Roa Sierra), Carmenza Gómez, Ramsés Ramos y Diego León Hoyos, entre otros. “Hay partes muy intensas y dramáticas, la música incide mucho en dichas escenas: transporta a una época de la cual todos tenemos cierta familiaridad”, dice alguien que asistió a uno de los ensayos.
Cuando le preguntan a Torres qué puede esperar el público de El crimen del siglo, responde: “Que el espectador abra la boca y diga ‘¿Uy, así fue la cosa?’”.