Lin-Manuel Miranda , a la izquierda, buscó a 19 actores, la mayoría de ellos afroamericanos y latinos. En la obra George Washington y Benjamin Franklin son interpretados por negros.

TEATRO

El ‘hit’ que revoluciona a Broadway

Un latino de 35 años tiene rendidos a sus pies al público y a la crítica con una obra desconcertante que mezcla historia y ‘hip-hop’.

6 de febrero de 2016

Broadway pasa por un momento, literalmente, histórico. Hamilton, la obra que debutó en enero pasado y que regresa en otoño al emblemático Richard Rogers Theater de Nueva York, ya superó en venta de boletería a los grandes hitos del arte musical como Cats, El rey león o A Chorus Line. En sus primeros dos meses recaudó casi 9 millones de dólares, y se convirtió en un nuevo símbolo de los musicales.

Para conseguir una boleta, que puede costar más de 1.000 dólares, hay que comprarla con seis meses de anticipación. No es para menos, porque la obra ha recibido una avalancha de buenos comentarios de la crítica y del público, que “se sorprende con cada una de las 45 canciones que comprende el espectáculo”.

La razón es que se trata de una propuesta vanguardista, capaz de enlazar el pasado con el presente por medio de uno de los géneros más significativos para la sociedad y la cultura estadounidense: el hip-hop. Nacido en Manhattan y de ascendencia puertorriqueña, Lin-Manuel Miranda escribió, compuso y protagoniza la obra, y fue calificado por la beca MacArthur Genius como un individuo con una “originalidad extraordinaria”.

El reconocido crítico del diario The New York Times Ben Brantley habló con SEMANA sobre este fenómeno: “‘Hamilton’ es una obra muy arriesgada que llega a donde ningún otro espectáculo había llegado: contar con éxito la historia en un musical”.

Hasta ahora pocos recordaban quién fue y qué hizo Alexander Hamilton (1757-1804), pero gracias a esta puesta en escena dejó de ser olvidado. Miranda tuvo la idea de hacer un musical sobre la vida de uno de los padres fundadores de Estados Unidos cuando leyó su biografía, escrita por Ron Chernow, ganador del premio Pulitzer.

En este best seller, publicado en 2005, Miranda percibió que Hamilton, quien llegó a ser la mano derecha de George Washington y primer secretario del Tesoro del país, tenía un pasado complejo que representaba, según el artista, “el espíritu del ‘hip-hop’”. Al fin y al cabo, Hamilton fue un inmigrante pobre y huérfano, un revolucionario que luchó para superar las circunstancias más difíciles. Gracias a su talento, no solo consiguió un patrocinio para educarse, sino que participó en la guerra de Independencia, alcanzó a las altas esferas del poder, y aportó a la construcción de su país.

En efecto, participó en el trabajo de redactar la Constitución, creó la Tesorería de Estados Unidos e instauró un conjunto de políticas para incentivar la agricultura, el comercio y la industria. Hamilton fue tan crítico de la aspiración de Aaron Burr a la Gobernación de Nueva York que logró que este perdiera las elecciones, por lo que el candidato, ofendido, lo retó a un duelo a muerte y lo mató.

El reto para Miranda era darle ritmo y poner en las tablas semejante tema. Según los entendidos, la obra demuestra una riqueza musical nunca antes vista en este tipo de formatos teatrales. Y la acompaña de frases provocadoras como “los inmigrantes somos los que hacemos las cosas” en alusión, entre otras cosas, a que Hamilton no pudo ser presidente de Estados Unidos por no haber nacido en su suelo.

La obra tiene referencias al fenómeno migratorio. Por ejemplo, los 19 artistas que la protagonizan son en su mayoría afroamericanos y latinos, una decisión en la que el autor busca, además, mostrar que el arte desafía estereotipos y propone nuevas perspectivas.

En su música, junto a la coreografía, también expone la situación de los inmigrantes a partir de recursos escénicos simples. En tanto que la escenografía y el vestuario marcan la época.

Brantley insiste en que “Lin-Manuel Miranda hace sentir el ayer como el presente y encuentra en los ritmos de la época de la revolución, los del rap y el ‘hip-hop’ de ahora”. Además, sostiene que su trabajo “es radical no solo porque hace atractivo [este género] a un público de Broadway, sino porque lo hace con una narrativa clásica”.

En menos de diez años, Lin-Manuel ganó reconocimiento en el universo del arte. Su trabajo fue exaltado con varios galardones, entre ellos, un Grammy y cuatro premios Tony, por su obra In the Heights (2008), una apuesta musical que comenzó a escribir en la universidad, basada en el barrio donde creció con sus padres en Manhattan: el Washington Heights.

A sus 35 años, el autor ha recibido, entre otros, el Theater World Award for Outstanding Debut Performance (2007) y el grado de doctor en Humanidades, honoris causa, de la Universidad Yeshiva.

Pero su interés no solamente se ha concentrado en cultivar su carrera profesional. Paralelamente, desarrolla un activismo para expandir géneros populares como el rap y así demostrar al mundo de la cultura su riqueza musical. De ahí su interés por impulsar el arte y la música urbana en escenarios de alto prestigio mundial como Broadway.

El resultado final de este proceso social fue Hamilton, una obra que antes de saltar a las grandes ligas pasó por pequeños escenarios. En 2012, por ejemplo, se presentó en el teatro Lincoln Center, y en 2015 hizo su gran debut en las tablas de Broadway. Durante esta temporada la obra recibió destacados premios otorgados por el círculo de críticos, entre ellos, mejor musical del año.

Desentrañar esta obra se ha convertido, como dice el crítico Brantley, en un trabajo emocionante. Para él significa, “una formidable historia, una partitura contagiosa y una puesta en escena de desbordante energía”.

Hamilton honra el pasado y el presente en tantos niveles, que lo convierte rápidamente en “un espectáculo extremadamente importante y dispuesto a cambiar la manera en la que Broadway canta y mira el futuro”, sentencia el experto.