CINE
1939, el año en el que Hollywood tocó el cielo
Murió Olivia de Havilland, la última sobreviviente de una era inolvidable en la historia del cine. Ella figuró en dos de las cintas legendarias que vieron la luz en aquel año prodigioso.
La muerte de la actriz Olivia de Havilland el 26 de julio, a los 104 años, removió la edad dorada de Hollywood en la memoria de muchas generaciones de cinéfilos. Era la única sobreviviente de una época en la que los grandes estudios eran unas portentosas máquinas de producir. “¡Pongan la luz donde está el dinero!”, era su consigna.
De Havilland, de padres británicos, nació en Tokio en 1916 y tres años después viajó con su madre a California. En 1933 debutó en el teatro aficionado y llegó al cine en 1935, de la mano del productor Max Reinhardt. Ganó dos premios Óscar por sus papeles en La vida íntima de Julia Norris (1946) y La heredera (1949). Pero, sin duda, la consagró para la historia el papel de Melanie, en la monumental cinta Lo que el viento se llevó.
Esta, una de las grandes producciones de la historia del cine, se convirtió en la película emblemática de 1939, año que pasó a la historia como el más prodigioso de esa edad dorada de Hollywood. Ese año salieron al público obras cumbres de legendarios productores, directores, escenógrafos y actores. Estas son algunas de ellas.
Lo que el viento se llevó (Victor Fleming)
En esta cinta de dimensiones épicas, De Havilland dejó una huella imborrable en su papel de Melanie, la prima calmada y sosegada de la temperamental y apasionada Scarlett O’Hara, interpretada por la británica Vivien Leigh. Durante mucho tiempo fue la más taquillera de la historia y 81 años después mantiene su atractivo.
Basada en la novela del mismo nombre, de Margaret Mitchell, ganó diez premios Óscar. Narra la historia de Scarlett O’Hara, Rhett Butler (interpretado por Clark Gable), la hacienda algodonera Tara y otra serie de personajes que orbitan a su alrededor. Esta superproducción de David O’Selznick tuvo tres directores: George Cukor (las primeras tres semanas) y luego Victor Fleming, con un breve intervalo en manos de Sam Wood.
Más que una película épica sobre la guerra civil, Lo que el viento se llevó es un melodrama con el conflicto como telón de fondo. No han faltado voces críticas que han desnudado algunas de sus imperfecciones narrativas, y últimamente otras se han alzado contra su contenido, hoy rechazado por racista.
El símbolo de la bondad. A lo largo de su carrera, Olivia de Havilland se ubicó en el polo opuesto de las mujeres fatales. En Lo que el viento se llevó, en el papel de Melanie (foto) representa la bondad y se ubica en el polo opuesto de Scarlett O’Hara (Vivien Leigh), arquetipo de la mujer rebelde.
Dodge, ciudad sin ley (Michael Curtiz)
Protagonizada por De Havilland al lado de Errol Flynn y dirigida por Michael Curtiz (quien en 1943 dirigiría Casablanca). Con ella los estudios Warner le apostaron a vestir de vaquero a este carismático actor, que se lució (y aún se luce) en esta sencilla pero muy eficaz y conmovedora película. Reconstruye la epopeya de hombres y mujeres que tras la guerra civil se volcaron hacia el oeste. En una remota ciudad de Kansas en manos de la corrupción, la codicia y una sociedad que cobra la justicia por su propia mano, Wade Hatton (Flynn) y Amie Irving (De Havilland) se empeñan en que en ese remoto rincón prevalezcan la ley y el orden.
El Mago de Oz (Victor Fleming)
Con esta producción de Louis Mayer, dirigida por Victor Fleming, la Metro Goldwyn Mayer le respondió a Blancanieves y los siete enanitos, el hoy clásico animado de los estudios de Walt Disney. En un sueño fantástico interpretado por actores de carne y hueso, Dorothy, el personaje de Judy Garland, aún conmueve al público del siglo XXI. Su prodigiosa voz dejó para la posteridad la canción Somewhere Over the Rainbow. Igual sucede con el león cobarde, el espantapájaros y el hombre de lata, que la acompañan en su viaje fantástico.
La diligencia (John Ford)
En 1939 este director rodó tres grandes películas y La diligencia es, sin duda, la más recordada de sus joyas de aquel año (ver recuadro). Ford rescató con esta cinta el devaluado género del wéstern. La película tiene algunas escenas de acción propias del género, pero es más un drama psicológico que gira alrededor de los personajes, que retratan en un viaje sus conflictos personales y sociales. De hecho, la trama y la naturaleza de casi todos los personajes se basa en Bola de sebo, un cuento del escritor francés Guy de Maupassant.
Esta cinta también marcó el despegue de la carrera de John Wayne. El manejo de la cámara, la iluminación y la importancia que le da Ford al paisaje como protagonista también dejó una honda huella en el género, que a partir de La diligencia utilizó infinidad de veces los escenarios naturales de Monument Valley, en la frontera de Arizona y Utah.
Caballero sin espada (Frank Capra)
Uno de los directores más destacados de la edad dorada de Hollywood presentó con esta película una de sus obras maestras. A mitad de camino entre la comedia y el drama (aunque con final feliz), es un descarnado documento de cómo opera la corrupción de los lobistas en el Congreso de Estados Unidos. Protagonizada por James Stewart, quien interpreta al novato senador Jefferson Smith, es un grito de batalla contra la corrupción de la clase política. El mensaje contra el modus operandi de muchos senadores de Estados Unidos es tan contundente que los políticos de Washington ahí retratados ofrecieron 4 millones de dólares para bloquear la cinta. Sin embargo, Harry Cohn, director de los estudios Columbia, se negó a hacerlo. A veces la trama roza con la fábula, pero de todas maneras ofrece un relato que mantiene vigente su validez.
Ninotchka (Ernst Lubitsch)
Una de las grandes actrices de Hollywood en los años treinta fue la sueca Greta Garbo, quien se había desempeñado siempre en papeles dramáticos. Por esa razón, la publicidad de Ninoschtka, su primera comedia, se centraba en una frase: “Garbo ríe. Y con ella, todo Estados Unidos”. La diva interpreta a Ninoschtka, quien, enviada a París por el Gobierno de la Unión Soviética en una misión especial, termina seducida por los placeres del capitalismo y por el conde D’Algou (interpretado por Melvyn Douglas), un vividor que la seduce y del cual termina enamorada. Esta película es una deliciosa sátira al sistema soviético y al comunismo, a los extremismos de cualquier índole, así como la hipocresía del capitalismo.
Otras joyas del 39
Esmeralda la zíngara (William Dieterle)
Cumbres borrascosas (William Wyler)
Gunga Din (George Stevens)
Solo los ángeles tienen alas (Howard Hawks)
Tú y yo (Leo McCarey)
Adiós, Mr. Chips (Sam Wood)
El joven Lincoln (John Ford)
Hijos de la farándula (Busby Berkeley)
Corazones indomables (John Ford)
Mujeres (George Cukor)
Amarga victoria (Edmund Goulding)
Los violentos años 20 (Raoul Walsh)