OLOR HUMANO
En la galería Albert Loeb de París, una muestra de la obra de Georges Jeanclos
Personajes dormidos, entrelazados por la angustia, el dolor y la meditación Zen; rotos y fragmentados, son como otra memoria del mundo, testimonio de una voluntad creadora y plástica, en la reciente muestra de Georges Jeanclos, (París 1933) en la galería Albert Loeb de la ruedes Beaux Arts.
Jeanclos retoma, a través de la terre-cuite, una metafísica con fuentes definidas dentro del nuevo realismo, impregnado de valores y climas de interrogación moderna; imágenes y visiones iconográficas de rituales ancestrales que se reproducen en una discertación monumental. La materia está trabajada y retrabajada como si de esta manera quisiera usar los vestidos y ropajes con los que son cubiertos sus monjes tibetanos; prisioneros de guerra durante la época del gran frío europeo. Una y otra vez desgaja sus vestiduras, rasgando y vaciando sus cuerpos hasta dejarlos cubiertos de ese olor humano que hace parte integral de sus personajes. En cada uno de sus rostros está marcado el paso del tiempo, la lectura de su memoria y las emociones concebidas por el hábito de vivir.
Terres-cuites y bronces, llenan la gloria de una impresionante soledad y silencio. Se respira un aire de interrogación, la otra presencia de esos seres desmitificados y en dolorso viacrusis donde la memoria está en meditación latente. Los Budas de Kyoto celebran el ritual de la oración filosófica, al mismo tiempo que buscan velar el simbolismo del sueño, "todo nacimiento es sufrimiento" decía Buda. Y el diálogo menta pareciera renacer a través de esos personajes--caras y visiones; imágenes descompuestas por la soledad del tiempo--, el renacer del espíritu. Obras de gran belleza plástica las que nos deja contemplar Jeanclos en esta última exposición. El escultor hizo estudios en París y obtuvo el gram premio de Roma en 1959 y Villa de Medicis bajo la dirección de Balthus otro poeta plástico del silencio. Kamakura es una escultura que se repite (15 veces) y que insiste en meternos dentro de ese mundo del Oriente, el Japón ancestral y contemplativo, la meditación Zen. -