Cultura
Oración a la Virgen María Auxiliadora para salvar a una persona de los malos pasos
Cada uno de los rezos debe realizarse con profunda fe y devoción.
La Virgen María es la mujer más importante dentro de la fe católica, e incluso muy reconocida en otras ramas del cristianismo y el islam, por su lealtad y servicio ante la voluntad de Dios de traer a su unigénito, Jesús, a través de ella. Por lo tanto, la historia de María se ha conservado de generación en generación preservando así el papel fundamental de la Virgen en los inicios del cristianismo hace dos milenios.
Asimismo, María es vista como una mujer ejemplar para millones de mujeres y católicos alrededor del mundo dada su entrega, valor y determinación ante las tareas y ordenes que Dios le encomendó por medio de la anunciación. De igual manera, la Iglesia Católica ha hecho de su imagen uno de los papeles más reconocidos a lo largo de los siglos a través de cientos de pinturas y escritos sobre su vida y obra.
María: una figura de protección
Varios sacerdotes han enfatizado que María es la principal amenaza con la que cuenta el demonio, por lo que las oraciones hacia ella, y sus advocaciones, son utilizadas en gran medida para suplicar por la protección individual, familiar y colectiva, además de señalar a la Virgen como una mujer valiente, intercesora de las causas perdidas y como el rostro maternal del cristianismo.
Por lo tanto, los religiosos han elaborado una oración muy especial para pedir, por medio de la intercesión de la Virgen María, la protección de una persona a través de la advocación de María Auxiliadora:
“¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios. Amén”.
Esta oración puede realizarse una o dos veces al día en momentos donde una persona se esté dirigiendo a su puesto de trabajo o estudio, a su regreso al hogar, o cuando el individuo sienta que está en una situación de peligro, para así sentir la protección de Dios y su ángel de la guarda.
Esta, y cada una de las oraciones debe realizarse con fe y con gran entrega al santo que se está encomendando, para que así la conexión entre el Cielo y la Tierra a través del acto de rezar sea más fuerte y de paso al inicio de una verdadera comunicación con Dios en donde la mente, el cuerpo y el espíritu estén en sintonía con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.