Para cada circunstancia, más allá de lo difícil que pueda llegar a ser, hay un santo. Por ejemplo, San Antonio ayuda a quienes les cuesta encontrar las cosas perdidas, hecho que aplica para objetos materiales o para asuntos del corazón.

Sí, San Antonio le puede ayudar a encontrar el papel que guardó vaya a saber en cuál cajón, pero también la tranquilidad que le falta para ser felíz en el día tras día. También puede guiarlo en la búsqueda espiritual en la que lleva tiempo ya enfrascado.

La oración, una herramienta ante los problemas graves. | Foto: Justin Case

¿Cómo orarle a San Antonio? Lo recomendado es realizar una oración propia, explicándole los pormenores de la búsqueda, pero hay oraciones que también pueden contribuir. A continuación, un par de ellas.

Cómo orarle a San Antonio por las cosas perdidas

Orar no necesariamente implica aprender de memoria textos extensos, sino despositar toda la fe en pequeñas plegarias, como lo evidencia la siguiente oración, que puede ser precedida por un Padre Nuestro y un Aver María.

A San Antonio se le puede pedir ayuda encontrando cosas materiales, pero también espirituales. | Foto: Getty Images

“Glorioso San Antonio, tú has ejercido el divino poder de encontrar aquello que ha sido perdido. Ayúdame a encontrar la gracia de Dios y a hacerme devoto al servicio de Él y de las virtudes. Permíteme encontrar lo que he perdido y de esta manera enséñame la presencia de tu bondad”.

Cómo orarle a San Antonio para encontrarle sentido de la vida

A San Antonio no solo se le ora ante la dificultad de encontrar un objeto importante, sino de hallar sentido a la vida y la respuesta a la existencia, conforme con la voluntad de Dios. Esta puede ser una forma de hacerlo:

Orar desde una iglesia puede facilitar la comunicación con Dios y los santos, en especial cuando cuesta concentrarse en el momento de orar. | Foto: Getty Images

“Oh San Antonio, poderoso intercesor, suplico tomes cuidado paternal de mi alma, de mi cuerpo, de las cosas en las que estoy involucrado y de toda mi vida; nada me hará daño mientras esté bajo tu protección. Presento mis plegarias al Padre de la Misericordia para que por tus méritos, se digne a fortalecerme en su servicio, a consolar mi aflicción, a librarme de todo daño y a darme la fuerza para soportar tales cosas por el bien de mi alma.

Tú que has recibido el privilegio de permitir encontrar las cosas perdidas, ayúdame con mi conciencia, si es voluntad de Dios, para encontrar paz, cuya pérdida me aflige más que cualquier otra cosa en el mundo… A estas gracias añade la de mantenerme firme en mi fe y nunca apartarme de Dios, a quien le debo el honor y las gracias, por los siglos de los siglos. Amén.”