Cultura
Oración para recuperar la autoestima
La oración puede ser un complemento valioso en el viaje hacia la salud emocional
En la búsqueda constante de bienestar emocional y fortaleza interior, muchas personas recurren a la oración como una herramienta para sanar heridas profundas y recuperar la autoestima. En el nombre de Jesús, esta oración se convierte en un faro de esperanza para quienes desean superar sentimientos de inferioridad, inseguridad y dolor emocional.
La autoestima es un aspecto fundamental de la salud mental y emocional de una persona. Sin embargo, en ocasiones, las heridas del pasado, las críticas ajenas y las experiencias negativas pueden minar nuestra percepción de nosotros mismos. La autoestima dañada puede manifestarse en sentimientos de indignidad, fealdad, timidez y desamor hacia uno mismo.
La oración proporcionada por el portal Aleteia comienza con una súplica a Dios, el Padre Santo, en el nombre de Jesús, para que intervenga en la vida de quien ora y le otorgue una imagen justa y saludable de sí mismo. Se reconoce la presencia de sentimientos de indignidad y se busca la misericordia divina para sanar estas heridas emocionales.
La persona que ora se abre a la posibilidad de liberarse de emociones negativas como el fracaso, la vergüenza, la decepción, la culpa, la timidez y la ira. Se reconoce que estos sentimientos pueden haber mantenido a la persona en la esclavitud emocional, impidiéndole vivir una vida plena y feliz.
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“Padre Santo, en el nombre de Jesús, invoco tu misericordia y me dirijo a Ti para que me toques y me des una buena y justa imagen de mí mismo y una verdadera autoestima en Cristo Jesús.
Señor, ten misericordia de mí.
Señor, me he sentido indigno, inapropiado, inferior; me he sentido feo, tímido, patoso o que no hago nada bien. Me han criticado y llamado apodos que no me gustaron y me han hecho sufrir; me siento inseguro y no amado.
Señor, ten misericordia de mí.
Señor Jesús, llévate mis sentimientos de fracaso, de vergüenza, decepción, culpabilidad, timidez, ira o enfado. Te pido que me liberes de estos sentimientos y emociones que me han mantenido en la esclavitud y me han apartado de vivir una vida plena como varón/mujer.
Señor, ten misericordia de mí.
Amado Señor, hazme saber cuánto me amas y que soy la niña de tus ojos. Me dirijo a Ti, para que sepan que Tú has muerto en la Cruz, no sólo por mis pecados, sino también por mis profundas heridas emocionales y mis recuerdos dolorosos.
Señor, ten misericordia de mí.
Te Ruego Señor, que sanes todo lo herido y roto que hay en mi persona. Ayúdame a amarme, a aceptar tu perdón, a perdonarme a y perdonar a todos aquellos que me hayan causado injusticias: padre, madre, hermanos, tíos, abuelos, primos y demás parientes, profesores, sacerdotes, compañeros de trabajo, jefes, vecinos y amigos. Cualquiera, Señor, que no me haya mirado con cariño y me haya rechazado consciente o inconscientemente.
Señor, ten misericordia de mí.
Jesús, llena el vacío de mi vida. Y dame el amor y la seguridad que no he recibido. Dame confianza, alegría y energía nuevas para que pueda hacer todas las cosas a través tuyo.
Señor, ten misericordia de mí.
Señor devuélveme una buena imagen de sí mismo, aquella con la que yo fui concebido/a como varón/mujer y que pueda verme como Tú me ves: especial, único, digno, hermoso, para que yo llegue a ser la persona que Tú creaste y quieres que sea. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén”
La oración se enfoca en el amor de Jesús y en la comprensión de que Él murió en la cruz no solo por los pecados, sino también por las heridas emocionales y los recuerdos dolorosos. Esta perspectiva invita a quien ora a abrazar la idea de que no está solo en su lucha por sanar y recuperar la autoestima.
La súplica continúa, pidiendo la sanación de las heridas y las rupturas en la persona. Se invita a amarse a sí mismo, aceptar el perdón de Dios y perdonar a quienes hayan causado injusticias en su vida, ya sean familiares, amigos, compañeros de trabajo o cualquier persona que haya contribuido al sufrimiento emocional.
La oración se convierte en un ruego para que Dios llene el vacío en la vida de quien ora y le brinde amor y seguridad. Se busca confianza, alegría y una renovada energía para enfrentar la vida con optimismo y determinación.
Finalmente, se implora a Dios que devuelva una buena imagen de sí mismo, la imagen con la que la persona fue concebida como un ser especial, único y hermoso. La oración culmina con la aspiración de que la persona pueda verse a sí misma como Dios la ve y llegar a ser la persona que él creó y desea que sea.
Esta oración es un camino hacia la sanación interior y la recuperación de la autoestima. Sin embargo, es importante recordar que no reemplaza la atención médica o terapéutica en casos de problemas emocionales graves o crónicos. La oración puede ser un complemento valioso en el viaje hacia la salud emocional, pero siempre es aconsejable buscar ayuda profesional cuando sea necesario. La autoestima es un recurso valioso que merece ser protegido y cultivado, y la fe puede ser una guía poderosa en ese viaje de autodescubrimiento y sanación.