En algunos momentos de la vida las personas creyentes en la fe católica, por alguna duda o razón personal, actúan en contra de sus religión o en contra de su esencia espiritual.

En este mismo sentido, es importante destacar que para los devotos de la religión el hecho de atentar contra los caminos de Dios es ofenderlo de manera directa, por lo que es vital restaurar esta relación sagrada con Él.

Puede pasar que al momento de orar se sientan ganas de llorar. | Foto: sdominick

Es por ello que dentro de la creencia y la misma fe existe una poderosa para pedirle perdón a Dios, puesto que los actos no siempre corresponden a la gracia de su infinito amor.

Oración para pedir perdón a Dios

“Padre, el peso de mis pecados pesa mucho en mi conciencia y sé que no hay justicia en mí. Vengo a ti suplicando tu gran misericordia, y me arrepiento de todos los muchos pecados que he cometido contra ti tan gravemente. Señor, confieso que en mi orgullo y arrogancia incluso bromeé sobre tu existencia y te blasfemé en palabras y hechos, sin embargo, descubrí que enviaste a tu único Hijo, el Señor Jesucristo, para ser el único sacrificio aceptable que podría pagar el precio por mis pecados.

La oración debe ser consciente, con palabras que salgan del corazón. | Foto: Getty Images

Señor, me arrodillo ante ti quebrantado de corazón por el mal que he hecho contra ti y suplico por tu gracia y misericordia sobre un pecador lamentable, que ha venido a confesar que Jesucristo es el Señor, y que Él es mi Salvador y Redentor.

Algunos religiosos tienen el hábito de orar todas las mañanas. | Foto: mtnSnail

Lava todos mis pecados y limpia mi boca y mis pensamientos de la suciedad que se ha derramado en mi corazón ennegrecido. Señor, vengo con humildad de corazón y quebrantamiento de espíritu, y rezo y agradezco que en tu misericordia enviaste a Jesús a ser el precio por mis pecados.

Gracias por tu promesa, que todos los que creen en Él no perecerán, sino que recibirán el perdón de sus pecados y recibirán el regalo gratuito de la vida eterna. Gracias por haber sido salvado por tu gracia, simplemente confiando en la sangre de Cristo, en cuyo nombre oro.

Amén”.