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Para ver: la incomodidad retratada en la pantalla
En los recomendados de esta semana, Manuel Kalmanovitz G. reseña tres películas y una serie que rozan el absurdo, con personajes en situaciones que ellos preferirían evitar. Entre ellas, el regreso de Charlie Kaufman.
Pienso en el final - Muy buena
Director: Charlie Kaufman • Año: 2020 • País: Estados Unidos• Duración: 134 min. • Disponible en Netflix
Lo más reciente de Charlie Kaufman (escritor de Being John Malkovich y director de Anomalisa) es su rompecabezas más complicado y retoma algunos de sus temas favoritos: la distancia entre pensamiento y acción, las relaciones disfuncionales, las personas hiperarticuladas que no logran conectarse con los demás. En el centro está la pareja de una muchacha que piensa constantemente que le gustaría que terminaran y el hombre con el que sale hace poco y a quien acompaña a visitar a sus padres. Resumir su trama es inútil porque acá, como en una pesadilla, todo está en flujo: la muchacha tiene varios rostros, nombres y profesiones; los padres a los que visitan tienen distintas edades; los lugares están cargados con historias que se intuyen sin revelarse. Lo principal es una sensación de incomodidad por esta mujer que, encerrada en esta relación –y en un auto y en una casa ajena–, pide insistente e inútilmente regresar a casa.
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I Think You Should Leave - Buena
Creador: Tim Robinson • Año: 2019 • País: Estados Unidos • Duración: 6 episodios de 17 min. aprox.• Disponible en Netflix
Esta serie de comedia tiene, en cada uno de sus breves capítulos, cinco o seis situaciones agresivamente incómodas. Si acaso hay un hilo conductor en estos ejercicios, creados y protagonizados por Tim Robinson, sería la humillación constante y el orgullo asediado y eventualmente derrotado por el ridículo. Como una categoría especial de pesadilla –emparentada con esa clásica de encontrarse sin pantalones de regreso en el colegio o frente a un auditorio repleto–, el personaje central hace muecas, articula exageradamente las palabras, pide excusas, pero son esfuerzos que lo alejan de la comunicación fluida y el respeto del interlocutor tan anhelados. Hay algo infantil y básico en este personaje que hace pensar en esa línea de cómicos estadounidenses a la que pertenecen Jerry Lewis y Adam Sandler y que encuentran el humor en el espectáculo de un hombre-niño que, aun si quisiera, no logra ajustarse a las normas de su entorno.
Buster’s Mal Heart - Buena
Directora: Sarah Adina Smith • País: Estados Unidos • Año: 2016• Duración: 96 min. • Disponible en Netflix
Como en Pienso en el final, en esta película independiente se entrecruzan pasado, presente y futuro de una historia, aunque sin tantos juegos formales o complejidades temáticas. Todo comienza con un hombre perseguido por agentes de la Policía que termina refugiándose en una montaña, de ahí comenzamos a ver su pasado como conserje en un hotel de categoría media, sus correrías posteriores por las carreteras de Montana quedándose en las casas de recreo de la gente rica y, extrañamente, su existencia en un barco solitario en medio del océano. En esos tres planos, la película presenta un personaje central atormentado por la necesidad de acoplarse a la normalidad de un mundo que no parece ofrecer mucho más que insatisfacciones, esclavitud asalariada y deudas, y en el que la poquita redención que le ofrece la calidez del hogar no alcanza a compensar la angustia que lo demás le inspira.
Au poste! - Muy buena
Director: Quentin Dupieux • Año: 2018 • País: Francia• Duración: 73 min.• Disponible en iTunes
El francés Quentin Dupieux es uno de los mayores exponentes actuales del cine del absurdo, con películas formalmente sencillas que eventualmente toman giros descabellados. La situación central en este caso es el interrogatorio de un hombre que se ha encontrado, tarde en la noche y frente a su edificio, un muerto en un charco de sangre. El interrogado tiene hambre y el policía le regala una chocolatina a medio comer, la sesión se dilata, el detective que hace las preguntas se pone a filosofar sobre cómo le gusta trabajar de noche, el detenido pide que retomen al otro día, el interrogador lo mira con suspicacia y le pide que vuelva a contar lo sucedido. Todo resulta oscuramente cómico, sin llegar al desespero –el interrogatorio, los flashbacks a la noche en cuestión, los compañeros de ofi
cina del policía– en una procesión que revela cómo los desbalances de poder echan chispas de humor negro.