Pantalla

‘Patria’ de HBO es televisión necesaria de heridas abiertas. SEMANA habló con su creador

Basada en el best seller de Fernando Aramburu, la serie recuerda el conflicto nacionalista vasco en la mirada de dos familias separadas por la muerte. En un país como Colombia, la producción ofrece reflexiones necesarias.

24 de octubre de 2020
Miren y Bittori, amigas separadas por un conflicto entre abierto y soterrado que a una le quitó el marido y a la otra le llevó un hijo a la cárcel y a las torturas. Se trata de una serie dura que causa sensación.

Uno de los fenómenos televisivos más importantes de los últimos años resultó de una gran casualidad. Aitor Gabilondo comenzaba a escribir una historia sobre lo que vivió en su juventud, en los turbulentos años ochenta en el País Vasco, cuando vio la noticia de un lanzamiento en la página de Tusquets Editores. La información no tenía bombo, pues, como anotó Gabilondo, las historias sobre ETA y la violencia en el País Vasco “eran veneno”. Tusquets sabía que en Patria tenía una novela de gran valor, pero también que esa apuesta abriría muchas heridas.

Gabilondo quería lidiar con los muchos sentimientos encontrados acerca de un conflicto que vivió, como sus amigos de juventud y su familia. Y al leer la sinopsis del libro de Fernando Aramburu encontró una afinidad con su impulso. “Contacté a la editorial y me enviaron el PDF de la novela antes de su publicación. Adquirí los derechos, pues estaban libres, pero no sabía si a alguien le iba a interesar. Y de repente la novela vivió un boom de ventas tremendo y fue el animal creciendo a mi lado y, con él, el vértigo”, le dijo el guionista a SEMANA. Gabilondo no vacila en añadir que, si hubiera sido al revés, no se habría atrevido a hacerlo.

Así como Tusquets en su momento, HBO se la jugó por una televisión de heridas abiertas. Y su versión de Patria generó polémica desde sus vallas publicitarias a comienzos de 2020. Para mucha gente en España y el País Vasco el tema sigue vivo, con consecuencias muy duras. Apenas hace diez años se firmó el cese de hostilidades y ver retratado el tema en la pantalla generaba pánico.


Aitor Gabilondo tuvo que vencer miedos personales y sociales para realizar una serie que hizo por sus hijas.



El creador de la serie lo vivió en carne propia. “Cuando regresé a Euskadi para hacer la serie, muchos amigos, familia y yo mismo pensaba ‘¿qué necesidad?, ¿para qué hablar de esto?, ¿qué aporta?’. Y creo que es lógico que esto ocurra, pero tengo hijas pequeñas, y siendo escritor y habiendo vivido todo esto, y teniendo la oportunidad de mostrarlo, por qué no hacerlo. Y tuve que vencer estos temores para hacerlo, y estoy satisfecho de esa decisión”.

Desde su primera emisión, el proyecto cambió los ataques por elogios. Con un material tan poderoso que hablaba de manera muy personal, Gabilondo y su equipo crearon televisión importante. Se trata de un producto de gran factura visual y sonora, complementada con una atmósfera desgarradora, una narración que desde una historia particular les habla a muchos otros lugares del mundo, como Colombia. Conmueve ver el enorme impacto de un asesinato en esa sociedad, cuando en esta ocurren masacres casi semanalmente.


Cuando conocí a Fernando Aramburu le dije que tenía que haber titulado su libro ‘Matria’, porque esas dos mujeres son la fuerza de la historia. Las traté como a hermanas peleadas a estas amigas


Gabilondo insiste en que se trata solo de eso, una historia de ficción televisiva. Pero a la vez expresa que las series ofrecen hoy en día uno de los medios más poderosos para generar la discusión. Patria no esconde sus cartas: es gris, llueve desde su presentación y duele mucho. Consta de ocho capítulos y este domingo se emite el quinto. También está disponible en el canal de streaming HBO Go.

Sus personajes principales, las señoras Bittori y Miren, son amigas entrañables antes de que el conflicto las separe. Cuenta Gabilondo: “Cuando conocí a Fernando Aramburu le dije que tenía que haber titulado su libro ‘Matria’, porque esas dos mujeres son la fuerza de la historia. Las traté como a hermanas peleadas a estas amigas. Y si hubieran vivido sus historias al revés, probablemente habrían reaccionado de manera similar”. Gabilondo creció con mujeres de ese tipo. Cuenta que el script editor de HBO le decía: “¡Qué duras son estas mujeres!, ¡qué frases sueltan!”. Y él respondía: “No me parecen tan duras, mi madre, mi tía son así. Toda esa ternura áspera en el trato es tan característica de una generación y de un tipo de persona. Mujeres fuertes, mujeres de carácter y ya está”.

La historia gana en dimensión, además en su manera de entrelazar líneas de tiempo y personajes. Pues Miren y Bittori son el ancla, pero muchos otros personajes se apoderan del protagonismo en sus escenas. Txato, esposo de Bittori y objetivo de ETA, y Joxian, esposo de Miren, eran hermanos de juego de cartas y de salir en bicicleta. Pero de repente ven su lazo destruido entre la obligación de la ideología y la vergüenza.


El asesinato del Txato, un empresario exitoso en un pueblo vasco, sirve de punto de partida para narrar las muchas aristas del conflicto.

Yo soy de aquí, conozco a unas cuantas Bittori, Miren, Joxe Maris, Txatos... es muy cercano para mí. Y fue un reto mantener un discurso personal y, a la vez, equilibrado, respetando la posición de cada personaje


Ambas parejas tienen retoños. Joxe Mari, hijo de Miren, el mayor de la casa, tiene sangre caliente y fe en la lucha armada; de sus hermanos Gorka y Aranxa, solo esta no rompe del todo lazos con Bittori, así su madre la deteste, así haya sufrido un episodio que la condena a una silla de ruedas. Del otro lado, Xabier y Nerea, hijos de Bittori, pierden a su padre y con él la alegría cotidiana.

Para Gabilondo, “toda la vida estuve abierto a todas las perspectivas y he entendido que el dolor de todos era respetable. Pero al final, cuando tienes que hablar de ello, es cuando tienes que concretar tu opinión sobre un montón de situaciones. Es un desafío emocional, también moral, y va a quedar para siempre. Y yo soy de aquí, conozco a unas cuantas Bittori, Miren, Joxe Maris, Txatos... es muy cercano para mí. Y fue un reto mantener un discurso personal y, a la vez, equilibrado, respetando la posición de cada personaje. Con algunos de ellos me sentí identificado a lo largo de mi historia vital, en distintos momentos”.

Además, en su forma de fragmentar la narrativa de estos personajes en el tiempo, la serie adquiere una dimensión aún más profunda. Sigue a estas familias y a su pueblo de origen en los años previos y posteriores a la tragedia, y los retoma años después.

Todo se desencadena cuando Bittori decide averiguar quién asesinó a su marido. Acaso lo hizo el hijo de su antigua mejor amiga. Al respecto, Gabilondo anota que sus personajes “parecen congelados cuando empieza la historia, y el resto parece un deshielo. Y hay que entender por qué quedaron congeladas esas emociones”. La historia de una madre que quiere saber la verdad sobre su ser querido asesinado. La historia de las torturas y el abuso de la autoridad. La historia de cómo todas ellas se entremezclan.


No estoy de acuerdo con que alguien agarre una pistola y mate a una persona, tampoco estoy de acuerdo con que tres policías torturen a un miembro de ETA hasta el borde de la muerte. Soy contrario radicalmente a cualquier tipo de violencia


Aramburu le dio total libertad para tratar su material y solo hizo pequeñas anotaciones tras leer los ocho guiones. Al fin y al cabo Gabilondo tradujo su texto en una serie de televisión sobre lo que sintió toda su vida: “Cuando has vivido una historia a ras de suelo entiendes los matices, conoces los detalles. Un noticiero puede decir ‘un terrorista’, ‘un etarra’ y lo cosifican, pero cuando se le pone nombre y conoces a su hermana, a su madre y las circunstancias, todo es más difícil e incómodo de asimilar. Es tan humano todo que es difícil. Y creo que, más que comprender los actos, asumes a esas personas. Yo empatizo con el dolor de todos. El dolor no tiene bando. Eso es lo que me atrae de esta historia. Evidentemente no estoy de acuerdo con que alguien agarre una pistola y mate a una persona, tampoco estoy de acuerdo con que tres policías torturen a un miembro de ETA hasta el borde de la muerte. Soy contrario radicalmente a cualquier tipo de violencia”.


La perspectiva de Joxe Mari, quien justifica su lucha y la sufre luego desde el encierro, muestra los matices del etarra.

Un noticiero puede decir ‘un terrorista’, ‘un etarra’ y lo cosifican, pero cuando se le pone nombre y conoces a su hermana, a su madre y las circunstancias, todo es más difícil e incómodo de asimilar


Gabilondo asumió sus decisiones y dejó a los espectadores hacer las suyas. Hoy, destaca el valor de dejar un testimonio y espera que les abra la puerta a otros para que se animen a contar lo suyo en cualquier formato, pues cree que queda mucho por narrar. “Contarnos cuentos nos calma la angustia, nos ayuda a entender. La ficción nos ayuda a entender la realidad, a asumirla”.