Crónicas de rock
Paul McCartney hechizó con su magia a Bogotá en un supremo reencuentro y una grandiosa despedida
Un Estadio El Campín lleno y afinado acompañó al ex Beatle en otra noche para el recuerdo. La brillante sencillez humana del británico, la gracia de su banda, la impresionante producción y un recorrido de 60 años de canciones que cambiaron la historia impulsaron la experiencia.
Dijo “Hasta la próxima”, pero sabemos que no habrá próxima. Esto fue lo que fue, un rotundo y majestuoso reencuentro en el caso de muchos (4.579 días después de su primera visita a Bogotá), un primer encuentro inolvidable en el caso de otros, como yo, y una despedida en el caso de todos los afortunados allí presentes.
Pero no fue triste, todo lo contrario. Nadie sale con quejas de un concierto tan hermoso y emocional, tan positivo y profundo en el viaje de vida y remembranza que propone. Sí, uno se puede quejar de algo, de la salida demasiado apretada (demasiado), pero lo que perdura es el conciertazo increíble que sucedió (uno que, como se esperaba, da inmejorable inicio a un inédito noviembre rockero en Bogotá).
Es imponente lo que ofrece Paul McCartney, desde la sencillez y humor de su carácter y los muchos matices de música que deja en dos horas y media de concierto. Hubo rock’n’roll, soul, folk, hubo sonidos de los sesentas, setentas, ochentas y noventas, con las fronteras entre épocas difuminadas y cohesionadas a la vez por su sonido y sus progresiones tan particulares.
Y tocando “In Spite of All the Danger”, la primera canción que grabaron los jóvenes de Liverpool, cuando todavía se hacían llamar The Quarry Men, llevó la máquina del tiempo a los orígenes de tanto en la música... Y lanzando temas como “New”, una de sus muchísimas composiciones originales, compartió a lo que suena la alegría. Personalmente, disfruté mucho de “Let Me Roll It” y sus inconfundibles guitarras bizarras y giros.
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Detrás de McCartney, navegando esa experiencia emocional con él, hay una banda robusta comandada por Wix Wickens en los teclados, con guitarras increíbles de Rusty Anderson y Brian Ray, y ese baterista showman que es Abe Laboriel Jr. (que hasta danza contemporánea regaló en un punto). Además sumó un conjunto de metales y coros que añadieron tonos necesarios y emocionantes. En la tarima se fusiona una amalgama musical vibrante, a la altura del repertorio que escoge su titiritero hechicero.
Y uno, como público, navega la noche de la mano de Paul, con su bajo Höfner, con su piano, con su(s) guitarra(s), con su voz, como le viene en gana, sacando piezas de un repertorio inagotable que él ha ido armando y que a nadie deja triste o inconforme. Ni siquiera a sus seguidores más exigentes. Al respecto, dijeron algunos, con la absoluta verdad, que solo Sir Paul McCartney se da el lujo de no tocar “Yesterday”, quizá la más versionada de sus canciones, y sigue siendo adorado sin pestañeo o duda alguna.
Sobre la onda que prevaleció en la noche, además de miles de comentarios fantásticos provenientes de las cuatro generaciones que reunió este concierto (sobre las lágrimas felices que esta música produce a tantos), me quedó tatuado un momento inesperado de capitalismo sensible. Mientras McCartney empezaba a tocar la hermosa “Blackbird”, la chica que vendía bebidas supo decir “Agüita para este momento, ¡Woo!”. Le salió del corazón y le sonó precioso, tal y como le sonó a Paul esa sublime canción. Esa chica trabajó (como todo el crew en el concierto y logística) en hacer feliz a la gente, tanto como Macca. Hubo mucha dulzura, anoche, sin empalagos. A ese tipo de vibra nos sumamos más de 32 mil personas según el reporte oficial.
Y esa canción y muchas otras fueron más de lo que uno podía imaginar, porque las almas en ese estadio la cantaron precioso. Y es que, recalcamos, la gente complementó a McCartney, ¡y de qué manera! Elevó la experiencia. Bogotá se ganó su aplauso esta noche, por su voz común intergeneracional (”Blaaaackbird, Flyyyy” / “You’re asking me will my love grow... I don’t knowwwww, IIIII don’t know!”). Se lo ganó por su entrega, su afinada respuesta y también por la sorpresa que le preparó al artista dividiendo coordinadamente las tribunas en los colores de la bandera colombiana (en un esfuerzo que el ícono vivo supo agradecer).
Para esta nota hablé con el mayor fanático y conocedor de The Beatles y de McCartney que conozco, Leonardo Niño, periodista que trabajó en esta casa editorial y que tampoco concibe una vida sin música (mucho menos sin música Beatle) y que estuvo en ese abril de 2012. Con él contrastamos que dos tercios de las canciones del concierto de 2012 sonaron en este. Le pregunté. ¿Importó? ¿Lo hizo mejor? ¿Peor? Esas categorías se borran. Lo que sea que escoja compartir Paul será lo correcto. Niño me dio una lista de unas veinte canciones de The Beatles que hubiera querido escuchar y otras diez de su carrera en solitario que también tenía en la mira y, sin embargo, no le cambiaría nada al concierto (a ninguno de los dos que en esta ciudad dio su ídolo).
En este punto, se hace necesario hablar de la producción. Una que con mucha fluidez, entre muchos detalles (como una hermosa paleta de colores de iluminación y unos videos hermosos), de pronto nos presentó a un Paul casi que flotando en el espacio sideral, para devolverlo entonces a la tierra. Y luego, en “Live and Let Die”, hizo recordar la Obertura 1812 de Chaikovski con una impactante seguidilla de cañonazos bailables y un clímax inédito. No recuerdo haber presenciado antes una alternancia entre música y pirotecnia tan sostenida, a tal nivel, para tal efecto. Fue impactante y dejó más de una boca abierta (yo aún no lo proceso del todo).
Justo 60 años después de vivir el pico de Beatlemanía, en 1964, cuando The Beatles lanzaron su primera película A Hard Day’s Night, McCartney abrió con esa canción. Nada fue librado a la suerte anoche. En su tierno español, le dijo a Bogotá, “Ustedes son lo máximo” mientras todo un estadio pensaba lo mismo de él y de su combo.
Y es que hay algo sobre vivir sonidos de toda una vida en tiempo real. Ponen la piel de gallina, la armónica en “Love Me Do”, ESA guitarra de “A Hard Day’s Night” (*inserte aquí sus momentos). Esta experiencia activa cajones de la memoria casi primitivos, y esa es la medida incontestable de su profundidad. Escuchando estas canciones usted es niño, adolescente, temprano adulto, adulto y adulto mayor. Usted volvió a nacer y a vivir su vida, y no se dio cuenta.
Mientras cantaba y sentía en cada una de mis articulaciones la parte final de “Hey Jude”, como había soñado cantarla toda mi vida (algo que ratifiqué felizmente mientras sucedía), el impacto de la genialidad artística y musical de esta figura mayúscula fue sobrecogedor. A veces tenemos la suerte de que haya un mañana, a veces no, pero si lo hay, ojalá que sea con música genial que está por encima de horas y días, que se mide en vidas.
Mientras tanto, agradeciendo a Paul McCartney, a Leonardo Niño por contagiarme de beatlemanía desde que lo conozco y a quienes hicieron esta magna noche posible, recordamos que “Li lililili fe goes on”, y que hay que vivir y dejar morir para estallar.
El setlist
1. A Hard Day’s Night
2. Junior’s Farm
3. Letting Go
4. Drive My Car
5. Got to Get You Into My Life
6. Come On to Me
7. Let Me Roll It (con extra sabor, un homenaje a “Foxy Lady” Jimi Hendrix).
8. Getting Better
9. Let ‘Em In
10. My Valentine
11. Nineteen Hundred and Eighty-Five
12. Maybe I’m Amazed
13. I’ve Just Seen a Face
14. In Spite of All the Danger
15. Love Me Do
16. Dance Tonight
17. Blackbird
18. Here Today
19. Now and Then
20. New
21. Lady Madonna
22. Jet
23. Being for the Benefit of Mr. Kite!
24. Something
25. Ob-La-Di, Ob-La-Da
26. Band on the Run
27. Get Back
28. Let It Be
29. Live and Let Die
30. Hey Jude
Encore
31. I’ve Got a Feeling
32. Birthday
33. Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (Reprise)
34. Helter Skelter
35. Golden Slumbers
36. Carry That Weight
37. The End
Notas
*¿Fue la última vez en el país de McCartney? Solo un milagro cambiaría esa historia, y ¿quién se atreve a descartar un milagro?
*El paso del tiempo se ve en su aspecto, porque 82 años son bastantes años. Tener un ícono que no se esconda del paso del tiempo es privilegio, porque, además, con energía y música dice qué edad tiene realmente. En resumen, sería fantástico llegar a los 82 así. Felicitaciones a quien lo consiga.
*No es concierto de Paul sin homenajes emocionantes a sus colegas Beatles, con material de archivo fotográfico precioso en Full HD. Le agradeció a George Harrison por “Something” y a John Lennon le dedicó “Here Today”.
*El EVENTO tuvo lugar en el marco del Got Back Tour, que empezó a finales de 2022 y ahora lo ve ahora ir a Costa Rica a hacer muy feliz a esa gente. De lo más especial de la gira es “I’ve Got A Feeling”, que presenta a Paul en dueto con John Lennon, acompañados de imágenes del documental de Peter Jackson.
*Paul dio muestras de seguir un buen libreto en español. Le habló a las mamacitas y a los papacitos, le habló a los rolos, y cerró la clase majestuosamente soltando un “¡Qué chimba!” hacia el final de su presentación. La CH lo terminó de graduar con honores.
*Mientras interpreta la canción “My Valentine”, que escribió para su mujer Nancy Shevell (presente en la gira), en la pantalla aparecen Johnny Depp y Natalie Portman. Esos videos lo acompañan, en esa canción, en giras, desde 2012, cuando Depp aún era rey del mundo. El que sigan así de vigentes en su set parece ser muestra de que Paul es fiel a sus amigos independientemente de sus torbellinos.
*Ver a un colega con una chaqueta de Shock nos recordó la paradoja de vivir una escena musical en expansión con medios de comunicación que desaparecen de un día para otro. Aunque poco importe lo que desde aquí se pueda decir, fuerza para los directa (ellos) e indirectamente (todos) afectados por esa decisión y todo el apoyo a sus próximos proyectos.
*¿Qué estabas pensando en 2017, Medellín?