Cine

Perro come perro

El gran rumor del cine colombiano acaba de ser confirmado: la 'opera prima' de Carlos Moreno es una buena película de suspenso.

Ricardo Silva Romero
19 de abril de 2008
Víctor Peñaranda (Marlon Moreno) se mete en el lío de su vida desde cuando se roba una bolsa de dinero que le pertenece a un peligroso empresario caleño

Título original: Perro come perro.
Año de estreno: 2008.
Dirección: Carlos Moreno.
Actores: Marlon Moreno, Óscar Borda, Álvaro Rodríguez, Blas Jaramillo, Paulina Rivas.

El rumor de finales del año pasado, entre la gente dedicada a las películas, era que la alta calidad de Perro come perro iba a dejar a todos sin palabras. El corto promocional, que desde ese entonces se podía ver en Internet, parecía confirmar que se trataba de una obra de primera. Sólo faltaba que los espectadores dieran su visto bueno. Y así fue: en enero de 2008 fue muy bien recibida en el festival de cine independiente de Sundance; en febrero fue presentada a pequeños grupos de la prensa especializada con la valentía que suelen tener las buenas obras cinematográficas; y en marzo recibió el premio al mejor actor en el XXIII Festival de cine de Guadalajara. La verdad, más allá de las noticias, es que se trata de un relato tenso que jamás aburre al auditorio, que sabe muy bien lo que quiere y que lleva al público por el bajo mundo como a turistas que regresarán a sus vidas en paz, sin líos en la cabeza, con un par de secuencias como souvenires.

Esto es lo que pasa cuando se ve Perro come perro: se siente cierta fascinación por esas imágenes escabrosas, perdidas en el calor agobiante del Pacífico, que mucho tienen que ver con brujería; se vuelve a creer en fantasmas; se regresa a esa Cali tenebrosa que parece el cementerio de los muertos vivientes; se admiran las actuaciones iracundas de los cinco protagonistas; se pierde la concentración cuando, en la mitad de la aventura, la banda Superlitio se anima a cantar el título de la producción; se descubre, si se ha visto mucho cine norteamericano en estos días, que ya se sabía hacia dónde iba a girar esa trama; se sospecha, de paso, que esa trama ha dado un giro de más; pero se disfruta la velocidad con que avanza la historia, se valora la estética de cómic que se toma las imágenes y se sufre de verdad por la suerte de su torpe protagonista, un criminal de poca monta llamado Víctor Peñaranda, desde cuando se roba el dinero de un empresario oscuro al que le dicen el 'Orejón' (quiere darle un mejor futuro a su hija) hasta cuando se ve obligado a convertirse en un monstruo para defenderse de todos los hombres que pretenden cobrarle sus errores.

De eso se trata, en la superficie, esta entretenida película de suspenso: de la lucha a muerte por una bolsa llena de dinero. Pero si se va hacia el fondo, si se piensa, de entrada, en el título que le ha puesto su director, lo más probable es que se trate de esa escalofriante capacidad que tenemos para olvidar que la vida del otro es otra vida.

Una nota al pie para cerrar: ya que mencionamos al autor de Perro come perro, el realizador caleño Carlos Moreno, responsable de una serie de comerciales, cortometrajes y video clips antes de filmar este relato nervioso, vale la pena dejar constancia de que el cine colombiano se ha logrado convertir, en la década que está terminando, en una tierra prometida en la que serán bien recibidos los narradores con talento.