TURISMO

Colombia te enamora: Embrujo Pacífico

Misterio, belleza, contacto único con la naturaleza, alegría y ‘calentura’. Estos son los planes para hacer en el Pacífico colombiano; donde se garantiza una experiencia difícil de olvidar.

11 de abril de 2017
"¡Fui de vacaciones una semana y me quedé seis meses!" | Foto: Archivo SEMANA / Mario Reyes

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Ahora sí. Ya con fama internacional, ChoqQuibTown ha logrado resumir desde su arranque la profundidad y grandeza del Pacífico. Cada canción de este grupo es un Atrato ancho de sensaciones. Caminar descalzo en la playa de la ensenada de Utría es algo que todo colombiano debería hacer al menos una vez en su vida. Olvídense de la arena dorada y el acoso de vendedores.

Nuquí, soplo mágico

Y por ahí empezamos. Nuquí, en Chocó, es un punto de partida mágico por una gira que se puede extender más de lo pensado. En la convocatoria de Semana.com varios usuarios coincidieron en visitar el Parque Nacional Natural Ensenada de Utría, a una hora en lancha rápida de Nuquí. El plan top es el avistamiento de ballenas jorobadas entre julio y octubre, una experiencia más allá de todo. El concepto de nadar allí, en unas aguas mansas sin igual, está en otro nivel. Desde Nuquí también habrá plan para hacer surf, practicar kayak, recorrer los manglares o simplemente ir a nadar las playas de Guachalito, Tribugá, Morromico o Coquí. De relajo: las aguas termales.

“La paz que hallas mientras recorres en canoa, silenciosamente, disfrutando solamente de los sonidos y grandeza de su naturaleza es maravillosa. Para terminar sumergiéndote en aguas dulces internados en la selva. Es limpieza y despojo para tu alma y cuerpo. Sublime Pazcífico”, dice Lyda González, quien recomendó este destino.

Relax en Bahía Solano 

Bahía Solano goza de fama internacional. Su diversidad y facilidades para los viajeros lo hacen un gran destino para desnudar el Pacífico. La infraestructura que no existe en otros lugares, Bahía Solano la tiene. Por eso marca la diferencia. Allí se podrán iniciar expediciones por ríos, playas, selvas y encontrarse con cascadas escondidas. El mejor plan es desconectarse. Dejar el celular al lado y disfrutar. Allí también se puede hacer avistamiento de ballenas, buceo entre arrecifes, pesca, nadar en piscinas naturales y disfrutar de la comida típica de la región. “Naturaleza pura, playas por descubrir, lugares extraordinarios, la calidad de su gente. Definitivamente tienes que venir”, recomienda Pedro Dangón.

Foto: Archivo SEMANA / Almejal.com

El pueblito escondido: San Cipriano

Y como el Valle del Cauca también es Pacífico, desde Buenaventura se puede llegar a la Reserva Natural San Cipriano. “Lo mejor de este lugar, sin duda, es disfrutar del río más cristalino del mundo, el río San Cipriano, y caminar unos 60 minutos hacia arriba para poder bajar sobre las aguas del río en neumáticos. La lluvia cae casi todas las tardes”, cuenta Clarybell Moncada. San Cipriano es una especie de oasis fluvial pues sus aguas son limpias y en ellas se podrá nadar y caretear. Uno de los atractivos es montar en las ‘brujitas’, un transporte atípico construido por motos adaptadas que van sobre los rieles del tren. Lo que se puede encontrar allí es aventura con el agua. Se pueden hacer caminatas, buceo en La Platina, nadar en los lagos, recorrido hacia la cascada de la quebrada La Barbacoana y comer rico; por ejemplo un encocado de camarón. Y como todo se trata de embrujo, los pobladores dicen que quien se sumerge en las aguas de San Cipriano, se renueva.

Foto: cortesía CVC.gov.co

Popular pero imperdible: Juanchaco y Ladrilleros

“Los acantilados de esta zona son hermosos, desde este lugar se pueden ver las ballenas, salir en kayak por la bahía de Málaga es fantástico, vas remando y te metes en cascadas y en pozos de agua dulce rodeado de selva y naturaleza. Es un lugar mágico”. Así describe Mauricio Urrea su viaje por Juanchaco y Ladrilleros, una parada obligada para los vallecaucanos que buscan mar y selva. Aunque es un sitio popular y visitado ampliamente por turistas en las temporadas altas, su magia se conserva. A media hora en lancha desde Buenaventura, este sitio es ideal para buscar el sol, disfrutar varias playas –entre ellas La Barra-, nadar en el mar, ver ballenas, hacer caminatas ecológicas, conocer los manglares. Un imperdible es ir hasta La Sierpe en canoa. La comida como en todos los sitios del Pacífico es ‘de otro mundo’ y obligada. Dos añadidos: la noche estrellada cuando se despeja el cielo y compartir con los indígenas Waunana.

Gorgona y Malpelo, joyas nacionales

Aunque es un plan exigente, Gorgona y Malpelo son protagonistas obligadas de este listado. Las islas, que fueron declaradas santuario y son Patrimonio Natural de la Humanidad, son visitadas esencialmente para hacer buceo entre intermedio y profesional. Los expertos catalogan los arrecifes de este lugar como únicos e impresionantes. “Es algo que se debe hacer al menos una vez en la vida, la diversidad de especies mayores y menores es increíble, y la magia de sus paisajes es única, nos escribió Jorge Molina. Malpelo y Gorgona son el primer ‘parque’ marino internacional. Las especies que se podrán ver van desde estrellas de mar, morenas, tortugas hasta ballenas y tiburones martillo y tiburones ballena. Como el plan es especializado es considerablemente más complejo y caro pero no imposible.

Foto: Cortesía Fundación Malpelo

Un extra oculto y hermoso: Bajo Baudó-Pizarro

“En el centro de la costa pacífica norte, a tres horas de Buenaventura vía marítima, se encuentra, Bajo Baudó-Pizarro, donde puedes apreciar el más hermoso bosque de manglar, espectaculares estuarios y esteros, extensas playas de hasta 18 km como la que comunica Pizarro con Pilizá para un verdadero ecoturismo. Disfrutarás de lo mejor de nuestra gastronomía, bebidas típicas a base de caña y artesanías con materiales del medio como la tagua, iraca, damagua, etcétera, hechas por las mujeres afros e indígenas”, dice Jhon Murillo.

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¿En contra?

El turismo que se hace en el Pacífico es de milagro. El costo y las trabas que tienen los viajeros en contra a veces se vuelven una oportunidad, pero no debería ser así. Por ejemplo, muchos chocoanos se la han jugado por revolucionar lo poco que tienen y darle la pelea a la pobreza y al olvido. Urge que la conectividad sea óptima. Que llegar no sea tan caro. No solo para los turistas, sino para los pobladores de esos sitios que no se cansan de levantar su mano para recordarle al Estado que existen. Así como el turista regular no debe esperar arena dorada, también debe saber que faltan muchos servicios que en la ciudad son obvios. Y que, como en los paraísos, es más difícil y caro llegar pero que siempre valdrá la pena.

Foto: Archivo SEMANA / Antonio García

“¡Fui de vacaciones una semana y me quedé seis meses! El Pacífico embruja y enamora”, nos escribió Peter Reyes, de Sidney. La magia del Pacífico, para hacer surf, ver ballenas y tomar viche los espera.