literatura
Poetas del mundo
A pesar de que por momentos se crea lo contrario, los poetas siguen creando, escribiendo y aglutinando seguidores. SEMANA presenta, con un ejemplo de su obra, a algunos de los que han logrado un importante reconocimiento en el mundo.
Czeslaw Myloz
Nació en 1911 en Sztejnie, Lituania, lugar que él mismo definió como "una región olvidada por la historia". Allí creció el poeta con una estricta educación católica que, de paso, lo inquietó para aprender el hebreo y estudiar el Antiguo Testamento por su propia cuenta. Es abogado y desde 1970 se convirtió en ciudadano norteamericano. Es traductor, crítico y muchos de sus poemas tienen una carga autobiográfica. En 1980 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.
Honesta descripción de mí mismo tomándome
un whisky en un aeropuerto, digamos que en Mineápolis
Mis oídos captan cada vez menos las conversaciones,
mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.
Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltas
en telas ligeras.
A cada una la observo por separado, sus traseros y
sus muslos, pensativo, arrullado por sueños porno.
Viejo verde, ya sería tiempo de que te fueras a la tumba
En lugar de entretenerte con juegos y diversiones
De jóvenes.
No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,
Ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictado
De la imaginación erótica.
No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,
Y ellas son como el signo de una relación extática.
No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitad
De contemplación desinteresada y la mitad de apetito.
Si después de morir me voy al cielo, tendrá que ser
Como aquí, sólo que liberado de estos torpes sentimientos,
De estos pesados huesos.
Transformado en mirar puro, seguiré devorando las
Proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,
Esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda la
Extraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas
Wislawa Szymborska
Nació el 2 de julio de 1923 en Polonia. Escribió su primer poema, Busco la palabra, en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial y después de ser testigo de las atrocidades que vivió su país. Ella prefiere el lenguaje sencillo y piensa que para hablar de lo trascendental es necesario el sentido del humor. En 1996 recibió el Premio Nobel.
Por fin la memoria
Por fin la memoria encontró lo que buscaba.
Me halló a la madre, me dejó ver al padre.
Para ellos soñé una mesa, dos sillas. Se sentaron.
De nuevo me eran míos, de nuevo me vivían.
Las dos lucernas de sus rostros en el crepúsculo
Relucían como posando para Rembrandt.
Sólo ahora puedo contar
Por cuántos sueños vagaron, de los pies
de cuántas aglomeraciones los saqué,
cuántas veces me agonizaron entre los brazos.
Si eran podados, rebrotaban torcidos.
El absurdo los obligaba a una mascarada.
Y qué, si ello no podía dolerles fuera de mí,
si es que en mí les dolía.
La soñada chusma escuchaba cómo llamaba "mamá"
a algo que piando daba saltitos en una rama.
Y hubo risas de que mi padre luciera un lacito en el pelo.
De la vergüenza solía despertarme.
Y bien, por fin.
Una noche corriente
De un viernes ordinario a un sábado,
tal como los quería, de pronto se me aparecieron.
Soñados, mas como liberados de los sueños,
dóciles sólo a sí y a nada más.
En el fondo de la imagen fenecían todas las posibilidades,
los accidentes carecían de la forma necesaria.
Sólo ellos resplandecían hermosos, como ellos mismos.
Se me aparecieron largo, largo tiempo y felizmente.
Desperté. Abrí los ojos.
Y palpé este mundo como un marco entallado
Antonio Cisneros
Nació en Lima el 27 de diciembre de 1942. Se licenció en letras en 1974. Ha sido director de varias revistas y suplementos literarios, como El Caballo Rojo, 30 Días y El Búho. Conforman su obra los libros Destierro (1961), David (1962), Comentarios reales (1964), Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968), Agua que no has de beber (1971), Como higuera en un campo de golf (1972), El libro de Dios y de los húngaros (1978), Crónica del Niño Jesús de Chilca (1981), Monólogo de la casta Susana (1986) y Las inmensas preguntas de celestes (1992).
Paracas
Desde temprano
crece el agua entre la roja espada
de unas conchas
y gaviotas de quebradizos dedos
mastican el muymuy de la marea
hasta quedar hinchadas como botes
tendidos junto al sol.
Sólo trapos
y cráneos de los muertos, nos anuncian
que bajo estas arenas
sembraron en manada a nuestros padres
Blanca Varela
Nació en Lima, Perú, en agosto de 1926. En la década de los 40 viajó a París con su esposo, el artista Fernando de Syszlo, y allí conoció a Octavio Paz y Simone de Beauvoir, que serían determinantes en su definición como poetisa. "Uso adjetivos que no son los que poéticamente tienen prestigio y no me importa porque la necesidad del poema es mucho más importante que mi propia necesidad", dice. Entre sus obras se destacan Ese puerto existe, Luz del día, Canto villano y El libro de barro.
A media voz
La lentitud es belleza
copio estas líneas ajenas
respiro
acepto la luz
bajo el aire ralo de noviembre
bajo la hierba
sin color
bajo el cielo cascado
y gris
acepto el duelo y la fiesta
no he llegado
no llegaré jamás
en el centro de todo
está el poema intacto
sol ineludible
noche sin volver la cabeza
merodeo su luz
su sombra animal
de palabras
husmeo su esplendor
su huella
sus restos
todo para decir
que alguna vez
estuve atenta
desarmada
sola casi
en la muerte
casi en el fuego
Derek Walcott
Nació en 1930 Santa Lucía, pequeña isladel Caribe. En 1953 se trasladó a Jamaica y allí trabajó como crítico de arte y de teatro. A los18 años escribió 25 poemas y su talento se consolidó con En la noche verde (1962). Recibió el Premio Nobel en 1992.
Limones del Domingo
Desolados limones, abracen
con fuerza, en su cuenco de barro,
la luz contra su amarga pulpa,
que en un resplandor amarillo
sea toda su armadura
este desnudo domingo,
que su luz indoblegable
rebote desde los escudos de las manzanas.
Tan reales que parecen de cera;
compartan su agrio silencio
con la evocación que esta mujer
hace los domingos de otro fruto,
hasta que formen, concentración mediante,
falanges con yelmo
preparadas para lo que venga,
hexagonales ciudades donde murieron abejas
simplemente en aras de la dulzura,
que sus lámparas sean las últimas
en colocarse sobre esta barnizada mesa
este domingo, que exige
más que la fe de los cirios,
más que conquistadores con yelmo
muriendo como abejas, multiplicando
recuerdos en la dorada cabeza de ella;
mientras la tarde se hace borroso
añil, que sus lámparas
abracen, en este cuento de barro
anocheciendo, vida aún, pero una vida
más allá de las lágrimas o las alegrías
del sereno, la alegre, neónica humedad
del crepúsculo que desdibuja
la forma de esta mujer recostada,
un limón, una lámpara sin fuego
Yves Bonnefoy
Nació el 24 de junio de 1923 en Tours, Francia. Estudió matemáticas y filosofía y desde muy joven sintió una inclinación hacia la poesía tras leer a Mallarmé, Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. Fue amigo de los principales integrantes del grupo surrealista que se gestó en París y muchos de sus seguidores han tildado su obra como "poesía abstracta".
Lluvia de las mañanas de verano
Lluvia de las mañanas de verano, inolvidable,
chapoteo como de un primer frío en los cristales
de la ventana a los sueños; y el durmiente
se desprendía de sí mismo, y sus manos pedían,
en el rumor de la lluvia sobre el mundo,
el otro cuerpo, que dormía ciego, y su calor.
Ruido del agua sobre el techo de tejas, en ráfagas,
avanzada del cuarto, sacudidas
en los ensanchamientos de luz.
La tormenta
invadió el cielo, el relámpago
se forma con un vivo grito breve
y las riquezas del rayo se derraman.
Angel González
Nació en Oviedo, España, en 1925. Cuando apenas tenía 2 años su padre murió. Plasmó su percepción de esos años trágicos en su primer libro, Aspero mundo, publicado en 1956. Algunas de sus obras más reconocidas son Sin esperanza, con convencimiento (1961), Grado elemental (1962), Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971) y Prosemas o menos (1984). Muchos de sus versos se caracterizan por la ironía y un alto sentido del humor.
Muerte en el olvido
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...
Gonzalo Rojas
Nació el 17 de diciembre de 1917 en Lebu, Chile. Empezó a estudiar derecho pero abandonó su carrera al tercer año. Trabajó como inspector en el Instituto Barros Arana y como alfabetizador de los mineros en Atacama. Ha sido profesor y también ha colaborado con algunas revistas literarias. Con la caída de Salvador Allende el poeta tuvo que vivir en el exilio, indocumentado, hasta que la Universidad de Rostck, en la entonces República Democrática Alemana, lo recibió. Ha sido laureado con varios reconocimientos internacionales, como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Nacional de Literatura Chilena. Dentro de sus obras se destacan Trastierro, Antología breve, 50 poemas, El alumbrado y otros poemas y Materia de testamento.
Oh voz, única voz: todo hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera,
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios