Opinión

Poner al hincha en contra del fútbol, un autogol imperdonable

El mundo anuncia sus transmisiones de Copa América mientras Colombia baila con la incertidumbre del futuro y la certeza de que es insensato realizar un torneo en circunstancias como las que vive.

Alejandro Pérez Echeverry
14 de mayo de 2021
Pan y circo y fútbol
Pan y circo y fútbol | Foto: Esteban Vega Larotta

Cuando esta mañana BBC anunció en sus redes sociales las transmisiones de la Copa América para el Reino Unido, sentí un vacío fuerte. Los periodistas de BBC Mundo (y de medios internacionales como El País, DW, entre otros) han desempeñado una labor crucial en llevarle al mundo el mensaje de la situación crítica que vive Colombia estos días, y por eso desalienta que la cadena pública británica siga con sus transmisiones como si uno de los países anfitriones no viviera una situación crítica.

Dinero invertido es dinero invertido, después de todo.

El fútbol como cortina de humo tiene dos referentes muy sonados en Colombia. El primero, desde Bogotá para toda Colombia: durante la retoma del Palacio de Justicia, que se realizó “a sangre y fuego” y le costó la vida a demasiados inocentes, el Gobierno, en persona de Noemí Sanín, anunció la transmisión de Millonarios vs. Unión Magdalena. Se dijo que dicha decisión obedecía a un tema “de interés nacional” en una época en la que no se transmitía fútbol, en una noche en la que tuvo lugar un brutal abuso de autoridad provocado por una toma guerrillera. Distraigan, distraigan. Pan y circo.

En el continente y en el mundo, el referente de Argentina 78 es quizá el más resonante. Ese mundial fue promovido por la dictadura de Rafael Videla, que desaparecía y asesinaba mientras nombre del fútbol y del patriotismo se desencadenaba la histeria colectiva en el país austral por la consecución de su primer título mundial. Muerte y circo. Gocen, gocen.

Desde sus cabezas gubernamentales, Colombia y la Conmebol parecen ansiosos por sumar un hito a esta lista infame. De hecho, ya lo hicieron. Los hechos de esta semana en Colombia lo probaron: clubes colombianos enfrentaron a clubes argentinos y brasileros, mientras a las afueras del estadio sonaban estruendos y disparos. El gas lacrimógeno entró a la cancha, cómo no. Y si a pesos pesados de la región como River Plate de Argentina, Nacional de Uruguay y Atlético Mineiro de Brasil, les tocó jugar en esas circunstancias, esto no lo para nadie. Pero el referente queda. La infamia queda.

Los jugadores de fútbol y todos los profesionales que de este deporte viven, utileros, preparadores, periodistas, y más, sufren la zozobra. Es un hecho fuerte, complejo. Pero si en la pandemia se frenó para la salud, acá se frena para cambiar el rumbo de una sociedad hastiada del abuso.

A la Conmebol poco le importa esto, protege su gallina de huevos de oro. Dinero es dinero y la vida y las protestas de los colombianos pueden esperar o pueden ser acalladas con violencia estatal si comprometen un partido. El Gobierno, que en ninguna de sus alocuciones públicas reconoce las cifras de muertos y de desaparecidos avalada por ONGs, ya lo ha demostrado también en sus acciones.

Hoy, la Dimayor enfrenta la dura realidad en su propio torneo local, la Liga Betplay, pues los clubes que no han podido adelantar su partido de cuartos de final anunciaron que no jugarán en estas condiciones. A diferencia de River Plate, de Mineiro, de Santa Fe, Junior, Nacional o América, los dos equipos que luchan por un paso a la semifinal de la liga se plantaron y no jugarán. ¿Qué viene para el torneo local? Habrá que ver si los destinos de un divertimento para un pueblo que, en su mayoría, está cansado de que lo distraigan, lo llevan a contraponerse a sus intereses.

Ahora, vale preguntarse sobre este torneo de sede compartida entre Argentina y Colombia que, en el papel, empieza el 14 de junio, justo en un mes: ¿será otra Copa América como la de 2001, con selecciones que, que a Colombia no vienen o traen a sus suplentes? ¿Vendrían Messi y Neymar a disputar instancias definitivas bajo el yugo de los gases lacrimógenos? ¿Jugarán tranquilos en Argentina mientras otras selecciones enfrentan las situaciones que se vivieron e Colombia esta semana en la Copa Libertadores?

Claro, antes de estas preguntas habría que enfocarse en las más grandes. Escuchará este Gobierno a su gente o se empeñará en mirar para el otro lado y disparar, rematar y contragolpear a su pueblo. Primero mi primaria. Antes que la diversión están la vida apagada de 50 colombianos y cientos de desaparecidos. Y sin que esto se reconozca o se mencione siquiera, se está poniendo al hincha del fútbol en contra del deporte que ama. Poner a pelear a ese matrimonio sagrado no es nada más que un gigantesco, cruel y terrorífico autogol.

Soy hincha de Millonarios. Quiero que gane una estrella más. Pero si lo hace en este ambiente de represión, no habría absolutamente nada que celebrar. Lo siento por todo el equipo y por todos los rivales aún en contienda, pero el show no siempre debe continuar.

Con respecto a una selección que alegrías le ha dado al país, pero que muy poco se ha solidarizado con sus colegas mujeres y con las causas sociales, no es difícil saber de qué lado estarán. Frente a eso, será la gente la que tenga la última palabra entre celebrar goles vacíos o pelear cambios sociales. Los tiempos no dan abasto para ambas cosas.