Cultura
¿Qué salmo leer para tener paz y tranquilidad?
Los salmos son una colección de “poemas” sagrados.
La paz y la tranquila son ítems que no se consiguen muy fácil. El trabajo interno para llegar a ellas es esencial y muy complejo. Por eso, es muy común que muchas personas en Colombia y en diferentes partes del mundo acudan a Dios, a través de la oración, para alcanzar la plenitud en las áreas mencionadas.
“La oración es nuestra respuesta a Dios quien nos habla o, mejor aún, se revela Él mismo a nosotros. Por lo tanto, la oración no es simplemente un intercambio de palabras, sino que involucra al ser de toda la persona en una relación con Dios el Padre, a través de su Hijo, y en el Espíritu Santo”, dice el sitio web United States Conference of Catholic Bishops.
Pero, particularmente, en la oración, para tener paz y tranquilidad es de vital importancia leer un salmo en especial. Vale resaltar que los salmos son una colección de poemas sagrados que ofrecen enseñanza a la vida.
De acuerdo con la plataforma digital Biblia On, este es el salmo que se debe decir en la oración para tener paz y tranquilidad:
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¿Qué salmo leer para tener paz y tranquilidad?
Salmos 62:1-12
Solo en Dios halla tranquilidad mi alma; solo de él viene mi salvación. Solo Dios es mi salvación y mi roca; porque él es mi refugio, jamás resbalaré.
¿Hasta cuándo harán planes todos ustedes con la intención de derrotar a un solo hombre? ¡Lo ven como pared desplomada! ¡Lo ven como una cerca en el suelo! Conspiran para despojarlo de su grandeza; les agrada decir mentiras; ¡bendicen con los labios, pero maldicen con el corazón! Solo en Dios halla tranquilidad mi alma; solo en él he puesto mi esperanza.
Solo Dios es mi salvación y mi roca; porque él es mi refugio, no resbalaré. Solo Dios es mi salvación y mi gloria; ¡Dios es mi roca fuerte y mi refugio! Pueblos todos, ¡confíen siempre en Dios! ¡Vacíen delante de él su corazón! ¡Dios es nuestro refugio! Los hombres, sean ricos o sean pobres, no son más que un vapor engañoso. Puestos todos ellos en la balanza, podrá verse que no son nada.
No confíen en la violencia, ni pongan vanas esperanzas en la rapiña; si acaso llegan a acumular riquezas, no les entreguen su corazón. Dios habló una vez, y yo lo escuché dos veces: Tuyo, Dios mío, es el poder; tuya, Señor, es la misericordia; tú das a cada uno lo que merecen sus obras.