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Los muchachos perdidos
En los recomendados de esta semana, tres películas de ficción y un documental, protagonizados por jóvenes en problemas con las autoridades.
Apuntes para una película de atracos *** ½
Director: León Siminiani País: España Año: 2018
Duración: 89 min Disponible en Netflix
Este documental comienza explicando que partió de la fascinación que le despiertan al director las películas de atracos. Pero no es esta una recopilación cinéfila, sino algo más complejo: una película que, simultáneamente, piensa en los asaltos y en la manera como está procesando esa información. Hay lugar para las noticias personales y para las reflexiones sobre el oficio audiovisual, en un filme que muta constantemente hasta convertirse en un ejercicio dialogado, en el que el director, León Siminiani, comparte el proceso de realización con el Flako, un asaltante que aprovechaba la red de cañerías de Madrid para entrar a las bóvedas de los bancos y quien acepta pensar en cámara (aunque llevando una máscara) sobre su vida, su oficio y sus aspiraciones. Con momentos cómicos y lúcidos, es un ejercicio que termina por iluminar inesperadamente el oficio del delincuente, el del director y el de la creación de la película que estamos viendo.
Ya no estoy aquí *** ½
Director: Fernando Frías País: México Año: 2019
Duración: 112 min Disponible en Netflix
Acá, el protagonista, como el Flako, es un joven con grandes dudas sobre su presente y su futuro, aunque en este caso al menos tiene la certeza tranquila y equilibrada que viene con darles a las cumbias lentas un lugar privilegiado en su vida. El personaje central es un muchacho que hace parte de una subcultura particular de Monterrey, amante de las cumbias colombianas (la banda sonora incluye temas de Andrés Landero, Lisandro Meza y Alfredo Gutiérrez); llevan peinados raros, visten ropa muy holgada y bailan dando vueltas y abriendo los brazos, como unas aves gigantes que giraran en cámara lenta. Tras ser amenazado por mafiosos locales, el muchacho huye a Nueva York, donde la nostalgia y la desubicación le acentúan lo que ya tiene de taciturno y aislado. Es una película de dislocaciones y añoranzas, muy sensible a las preguntas sobre lo posado y lo genuino, tan importantes para la identidad juvenil.
Blindspotting ***
Director: Carlos López Estrada País: Estados Unidos Año: 2018
Duración: 95 min Disponible en iTunes, Google Play, Amazon Prime
Esta película me sirvió para entender un poco las angustias existenciales detrás de los disturbios recientes en Estados Unidos contra el racismo institucionalizado. El personaje central es un muchacho afro condenado a pasar un año en libertad condicional, y el filme lo sigue en los últimos días de esta pena, mientras intenta evitar cualquier clase de lío. Trabaja en una empresa de mudanzas con su compadre de toda la vida, un tipo blanco y pendenciero, que podría echar por la borda su esfuerzo. Hay algo relajado en cómo la cinta se aproxima a su protagonista, mostrándolo como un tipo medio adormilado y buena onda, que termina siendo clave para agudizar la inquietud que uno siente por su destino. Alternando entre levedades cotidianas y horrores posibles, transmite la incertidumbre de una vida en la que encontrarse con un policía genera más angustia que tranquilidad.
El mundo es tuyo ***
Director: Romain Gavras País: Francia Año: 2018
Duración: 100 min Disponible en Netflix
Tendencias
El protagonista acá es un mafioso de poca monta, un poco rubicundo y demasiado angustiado. Trabaja para un traficante joven y aterradoramente inestable, y vive con su mamá, que no termina de aceptar que su hijo no haya triunfado en la vida, en un edificio de uno de esos barrios marginales que rodean a París. Contrario a la visión romántica de los mafiosos, el protagonista no añora balaceras heroicas, piscinas llenas de billetes y citas con modelos: solo quiere una casa en el campo y la concesión de una marca de helados para Marruecos, pero para lograrlo debe ir a Ibiza para traerle a su jefe un cargamento de drogas. Dirigido dinámicamente por Romain Gavras, también es el retrato de un malestar, que acá resulta ser una especie de añoranza por una normalidad que, en el ambiente de su barrio y su familia, no tiene nada de normal.