Recomendados de Kalmanovitz: películas con venganza

Quien a hierro mata - buena

Director: Paco Plaza * Año: 2019 * País: España * Duración: 107 min. * Disponible en Netflix

Un enfermero que trabaja en una casa para la tercera edad ve perturbada su rutina con la llegada de un narcotraficante que ha sido liberado por consideraciones de salud. El director Paco Plaza, creador de REC, la oscuramente cómica saga española de zombis, sigue la evolución del encuentro entre estos dos con soltura y un manejo del suspenso sostenido y cuidadoso. La venganza acá está relacionada con historias previas que, sin que el narco lo supiera, nos van revelando cómo se unieron ambas vidas. La película se abre para hacerse preguntas sobre la duración de los resentimientos, sobre las relaciones de padres e hijos, sobre lo que pasa con un imperio criminal si al progenitor no le gustan los planes de los hijos cuando estos asumen el emprendimiento familiar. Con una cámara que se pega a los personajes y logra virtuosos planos secuencia, es otro ejemplo del efectivo cine de género español.

Polar - buena

Director: Jonas Akerlund * Año: 2019 * País: Estados Unidos, Alemania * Duración: 119 min. * Disponible en Netflix

Adaptación de un cómic que se aproxima, con sangre, carne, balazos y cuchillazos en primer plano, a una historia de asesinos a sueldo y el emprendimiento que los conecta con sus blancos, un poco reminiscente de John Wick. A partir de una historia de tensas relaciones obrero-patronales (el patrón descubre que matar a sus asesinos cuando se jubilan, al cumplir 50 años, le soluciona drásticamente su pasivo pensional), la película sigue los últimos días activos de un asesino que se da cuenta de la perfidia de su jefe y, tras sobrevivir a dos intentos de asesinato, decide ejercer la venganza. El origen en una novela gráfica es evidente en los personajes estilizados, las salpicaduras de las balas abriendo cráneos, los giros de la trama y un sentido del bien y el mal que, en su sencillez, permite que la atención se centre en lo que importa: las peleas y matanzas exquisitamente grotescas.

Mr. Majestyk - buena

Director: Richard Fleischer * Año: 1974 * País: Estados Unidos * Duración: 103 min. * Disponible en Movistar Play

En el panteón de las estrellas masculinas de Hollywood, pocos actores son tan extraños como el inexpresivo Charles Bronson, quien en los años setenta asumió el arquetipo del vengador silencioso y letal. Esta película de 1974 se aproxima a esta figura emblemática con un humor que, en su insistencia, termina por rayar en el absurdo. Bronson interpreta a un granjero que solo quiere recoger su cosecha de sandías antes de que se dañe. Para eso, debe lidiar con un chantajista que lo hace terminar en prisión y, una vez ahí, con un segundo villano: un asesino de la mafia que, al sentirse irrespetado, se propone acabar con él y con su preciosa cosecha. Y, como lo que es con sus sandías es con él, ahí viene la venganza. Con un guion del célebre novelista Elmore Leonard, Mr. Majestyk ofrece una variación refrescante de lo que luego se consolidaría como un ícono de la reacción conservadora ante la expansión de la contracultura en los años sesenta.

La villana - buena

Director: Jung Byung-gil * Año: 2017 * País: Corea del Sur * Duración: 129 min. * Disponible en Amazon Prime

Esta película coreana comienza mostrando una pelea intensa por varios pisos de un edificio desde el punto de vista de quien lanza puños, cuchillazos, patadas y balazos a centenares de tipos que surgen de un hormiguero humano. Eventualmente, nos damos cuenta de que quien pelea es una mujer vestida de cuero negro que, cuando termina con sus enemigos, es capturada, operada para parecer otra persona y reeducada para formar parte de un escuadrón de asesinos por encargo (un guiño a La femme Nikita). La cinta alterna entre episodios de su nueva vida como madre soltera (había quedado embarazada antes de dicho combate), momentos en que es asesina ocasional y puntos de su pasado que desembocaron en la pelea. La venganza se despliega acá en distintos niveles temporales, y con una multiplicidad que ilustra cómo ese estado anímico, que concentra furia y expresión, se ha convertido en un motor dramático en diferentes tradiciones cinematográficas.