CINE

'Todo el dinero del mundo': Ridley Scott

El exitoso y experto director británico en esta ocasión realiza una película intimista en la que narra sucesos reales sobre un secuestro y el tortuoso y largo proceso de negociación con el multimillonario Paul Getty.

Gustavo Valencia Patiño *
5 de marzo de 2018
| Foto: Tomado de video

En Gran Bretaña se rueda una gran cantidad de películas de las cuales por estas latitudes llega muy poco, casi nada. Ese desafortunado desconocimiento significa que poco se sabe de esa inmensa producción que lleva muchas décadas en una incesante labor, lo que explica que por efecto inmediato sea un país que ha entregado de forma continua un gran número de directores muy destacados y famosos internacionalmente, en su gran mayoría también desapercibidos en el medio.

Excepto entre cierto público especializado que fuera del popular y célebre Alfred Hitchcock, también sabe de la existencia de realizadores como el épico y de grandes producciones de David Lean; el controvertido y de gran trabajo fílmico Ken Russel; el expresivo y visual Alan Parker; el experimentador y artista de la imagen Peter Greenaway; el radical y disidente Derek Jarman; el de contenido político y social Ken Loach; por solo citar unos pocos de los más conocidos y para cerrar esta enumeración, con el más joven de todos que promete una gran carrera, Joe Wright, del cual aún se presenta Las horas más oscuras.

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Entre todos ellos y no solamente los anteriormente citados, se encuentra Ridley Scott quien en las últimas décadas se ha erigido como el director inglés más destacado, de grandes éxitos internacionales y con una extensa y bien consolidada filmografía, llena de grandes logros e incluso de producir las llamadas películas de culto. Ya con su primer largometraje de 1977 Los duelistas, sorprendió por su capacidad de narrar con la imagen, su estilo muy visual y de manejo de luz y contraluz en espacios cerrados, su talento en exteriores con sus grandes planos y de rodaje muy espectacular. Todo esto para contar historias muy especiales, que con acción y suspenso, resultan elementos más que suficientes para que posea una larga lista de éxitos. Estilo, capacidad y propiedades que ha sabido mantener y desarrollar a través de 40 años de trabajo ininterrumpido, para un total de 25 películas contando la de esta ocasión.

Con Los duelistas obtiene su primer gran distinción, a la que le seguirán muchas más, pues ganó en el Festival de Cannes el Premio a la mejor Ópera Prima. Su siguiente trabajo fue en 1979 Allien, el octavo pasajero, film de terror y ciencia ficción que se convirtió en todo un clásico de dicho género, creando varias secuelas con otros directores. La inmediata, es decir, su tercera realización es de 1982 Blade Runner, de la que se han escrito innumerables artículos y libros, consagrada desde su estreno, es una de las llamadas películas de culto. Le suceden muchos más éxitos y solo por citar algunos en 1991 Thelma y Louise; en el 2000 Gladiador; al año siguiente Hannibal; en el 2005 Cruzada; del 2010 Robin Hood y en el 2014 Exodus. Hoy por hoy se puede afirmar que es el director británico de mayor éxito comercial de los últimos tiempos.

Dentro de sus particularidades temáticas, suele entregar puntos de vista diferentes, fuera de lo común. Así, por ejemplo, en su famosa Blade Runner el policía protagonista no es precisamente un dechado de virtudes o de capacidades para desempeñar su profesión, mientras su antagonista lo supera en muchos aspectos. Robin Hood no es la cinta de acción y de aventuras del mítico ladrón que roba a los poderosos y organiza al pueblo para luchar contra la tiranía, como lo han presentado un gran número de películas, en esta realización se dedica a presentar al personaje antes de que se convierta en el proscrito y perseguido personaje de fama inmortal, o sea, que termina donde comienzan las demás producciones que se han hecho.

Igual sucede con Exodus que es más una visión judeo-hebrea que la cristiana que se hizo tan célebre en Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille. Cruzada fue aún más en sus conceptos sobrepasando los muy románticos y católicos intereses que normalmente existen al respecto, exponiendo en cambio la cruda realidad de aquellas campañas militares y económicas. La de esta oportunidad también entra en los tortuosos vericuetos acerca de ciertos aspectos muy privados y oscuros de la personalidad de un magnate tras su aparente avaricia y despotismo.

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En esta su última realización como director, pues a veces participa como productor como en Asesinato en el Expreso de Oriente que se vio en cartelera a finales del año pasado, hay ciertos cambios interesantes de apreciar. El más notorio es que el director de grandes planos en exteriores y de rodajes espectaculares con muchos extras y secuencias muy cinematográficas, todo un estilo muy característico de sus películas, en esta ocasión no existe. Se aprecia todo lo contrario, es decir, un Ridley Scott intimista, tanto en la trama misma como en el rodaje, espacios cerrados, poco elenco, lo que no niega que se conserve el de siempre, muy visual, con su constante movimiento de cámara, muy dinámica en interiores, que le permite como siempre entregar muchos enfoques, ángulos y planos. Además de un esmerado trabajo de luz y contraluz en dichos ambientes privados.

De cierta forma esta película se convierte en todo un reto para su creatividad. Se asiste a un trabajo en el que además de relatar acción, aventuras y suspenso en imágenes en las que es todo un experto y maestro, intenta acercarse al lado oscuro de la vida personal de un multimillonario, que se caracteriza por su avaricia y opulencia. Un llamativo intento de elaborar un bosquejo, difícil de por sí, de la vida privada de este poderoso hombre de negocios, que vive en carne propia el secuestro de uno de sus nietos, que según la narración es su favorito.

Por el trasfondo que tuvo este sonado suceso y la forma de negociar de este acaudalado personaje, que fue más noticia que el mismo secuestro de su nieto, el relato intenta establecer otro concepto del que suele tenerse de un potentado. Todo lo demás es la veteranía del director en la puesta en escena, manejo de actores, reconstrucción de época, moda, etc., al igual que la recreación visual de cierta acción policial, suspenso, localización y persecución de los secuestradores, en donde despliega todo su conocimiento en estas lides y de las cuales el espectador, así no sepa quién dirige, aprecia un gran trabajo basado en hechos reales.

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*Crítico de cine.